Franco bajo palio en sus tiempos de poder y abandonado hoy por la Iglesia
La Iglesia española apoyó el Franquismo con fervor y entusiasmo, apoyó también la Transición a la democracia y ha apoyado también los dos grandes intentos de destrozar la nación española, en el País Vasco, con ETA, y en Cataluña, sumándose al independentismo, casi de manera unánime.
Muchos analisistas y estudiosos critican la falta de consistencia de la Iglesia en sus criterios y la volatilidad de sus principios. Franco impidió con su alzamiento el exterminio del clero español y la Iglesia española, sumisa mientras el dictador estaba vivo, avanzó después por la ruta de las traiciones tras apoyar el nacimiento y la lucha de ETA, con la que una parte importante del clero vasco tuvo un nauseabundo idilio, y ahora con la adhesión del clero catalán a la revuelta separatista y a la independencia.
Ante la exhumación por decreto de los restos del general Franco, que descansan en un templo, la iglesia guarda silencio y ha decidido permitir que el cadáver sea desenterrado del Valle de los Caídos.
En el debate sobre la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, la jerarquía ha guardado un cobarde silencio, sin oponerse a semejante acto arbitrario de impiedad: Franco detuvo con su levantamiento el exterminio del clero católico, y así lo reconoció el catolicismo de la época. La misma cobardía envuelve a la Iglesia en otros temas candentes, como el uso arbitrario de la ley de memoria histórica, que exalta y castiga los crímenes del bando vencedor y oculta y olvida los del bando republicano.
La consecuencia de todos esos errores y traiciones de la Iglesia se hace notar en las encuestas y en la asistencia a los cultos. El número de españoles que se declara católico desciende cada año y los templos están cada día más vacíos, sobre todo de jóvenes. Pero es en los grandes debates que España mantiene sobre la corrupción, la falsedad de su democracia, la injusticia, la desigualdad, la inmigración, el avance de la pobreza y el abuso de poder donde la ausencia de la Iglesia es más escandalosa y causa más daño, ya que no tiene explicación lógica que la Iglesia, como promotora de la religión y la ética, guarde silencio ente esos graves asuntos, o que su voz, lanzada con timidez e ineficacia, ni siquiera se oiga.
Francisco Rubiales
Muchos analisistas y estudiosos critican la falta de consistencia de la Iglesia en sus criterios y la volatilidad de sus principios. Franco impidió con su alzamiento el exterminio del clero español y la Iglesia española, sumisa mientras el dictador estaba vivo, avanzó después por la ruta de las traiciones tras apoyar el nacimiento y la lucha de ETA, con la que una parte importante del clero vasco tuvo un nauseabundo idilio, y ahora con la adhesión del clero catalán a la revuelta separatista y a la independencia.
Ante la exhumación por decreto de los restos del general Franco, que descansan en un templo, la iglesia guarda silencio y ha decidido permitir que el cadáver sea desenterrado del Valle de los Caídos.
En el debate sobre la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, la jerarquía ha guardado un cobarde silencio, sin oponerse a semejante acto arbitrario de impiedad: Franco detuvo con su levantamiento el exterminio del clero católico, y así lo reconoció el catolicismo de la época. La misma cobardía envuelve a la Iglesia en otros temas candentes, como el uso arbitrario de la ley de memoria histórica, que exalta y castiga los crímenes del bando vencedor y oculta y olvida los del bando republicano.
La consecuencia de todos esos errores y traiciones de la Iglesia se hace notar en las encuestas y en la asistencia a los cultos. El número de españoles que se declara católico desciende cada año y los templos están cada día más vacíos, sobre todo de jóvenes. Pero es en los grandes debates que España mantiene sobre la corrupción, la falsedad de su democracia, la injusticia, la desigualdad, la inmigración, el avance de la pobreza y el abuso de poder donde la ausencia de la Iglesia es más escandalosa y causa más daño, ya que no tiene explicación lógica que la Iglesia, como promotora de la religión y la ética, guarde silencio ente esos graves asuntos, o que su voz, lanzada con timidez e ineficacia, ni siquiera se oiga.
Francisco Rubiales