La imbecilidad española, completamente ridícula y estéril, realizada por capricho de niñatos, comenzó con la retirada de las tropas españolas que estaban acantonadas en Irak el 4 de abril de 2004, por orden del ya presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ese día, el ejército español fue despedido con huevos por el resto de la coalición, cuyos soldados agitaban los brazos al paso de los blindados españoles, imitando a las gallinas.
La consecuencia inmediata de esa decisión, tonta, inútil y nociva para España, fue la pérdida de un fabuloso contrato, acordado por José María Aznar con su amigo el presidente Bush, mediante el cual la flota de Estados Unidos en el Mediterráneo sería mantenida y reparada en puertos y astilleros de España. Fueron miles de millones de euros los que se fueron por las alcantarillas como consecuencia de aquel gesto absurdo, ya que las tropas españolas ni siquiera estaban en la primera línea de combate en Irak. Otra consecuencia cosechada por aquel presidente atontado fue el ridículo que tuvo que protagonizar Zapatero para conseguir el perdón americano, intentando congraciarse con el presidente del poderosa aliado y con la dolida e indignada diplomacia norteamericana.
Pero la estupidez antinorteamericana la inició realmente el mismo Zapatero, siendo jefe de la oposición, el 12 de octubre de 2003, en el desfile de tropas con motivo de del día de la Hispanidad. El entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, no se levantó ante el paso de la bandera de Estados Unidos, un gesto que los patriotas norteamericanos, mil veces más orgullosos y respetuosos con su bandera que los españoles, interpretaron como una afrenta insoportable. Después, consciente de su metedura de pata y de los efectos que esa estupidez podría tener, pidió a los medios que ocultaran su "gesto" y no publicaran su foto sentado. Con ese gesto, inútilmente ofensivo y de verdadero idiota, comenzó la ridícula y nociva carrera de los socialista españoles por enemistarse con el país más poderoso del mundo.
La tercera afrenta se la debemos a otro socialista, Pedro Sánchez, que en mayo de 2019 ordenó la retirada de la fragata Méndez Núñez (F-100), que iba de acompañamiento con las fuerzas navales americanas en el Golfo Pérsico.
La cuarta y ultima, por ahora, quizás la más estúpida, fue también obra del niñato Sánchez, que en su visita a EEUU, para chulear a Trump, se sienta con su mayor enemigo, Abbas Moldavia, de Irán.
Las consecuencias de todas estas imbecilidades de niñatos ineptos caprichosos, incapaces de valorar y medir los daños de sus gestos, sólo encaminados a obtener votos, aunque con ello dañen a la nación, a su economía y a miles de empresarios exportadores, han sido muy duras y cojntinuarán si no se pone remedio a la insensatez de estos mequetrefes.
Donald Trump, que está hasta las narices del muchachito Pedro Sánchez, carente de pericia y de altura política, grava a España con unos aranceles tremendos que sacan del mercado norteamericano, el más rico del planeta, a decenas de productos españoles, algo que, por supuesto, no hace con nuestros competidores, Francia, Italia, Grecia ni Portugal. Son tan duros y dañan tanto a nuestros productos que en lugar de aranceles deberían considerarse sanciones.
Nota: Es más que probable que usted no lea un artículo como este, veraz y decente, que cuente la verdad como fue y es, en los grandes medios de prensa españoles, casi todos ellos sometidos al poder y habituados a silenciar todo lo que perjudica al dueño de la Moncloa y del Estado en la corrompida y degradada "democracia" española.
Y millones de españoles siguen votando a este energúmeno, auténtico devastador de la nación.
Francisco Rubiales
La consecuencia inmediata de esa decisión, tonta, inútil y nociva para España, fue la pérdida de un fabuloso contrato, acordado por José María Aznar con su amigo el presidente Bush, mediante el cual la flota de Estados Unidos en el Mediterráneo sería mantenida y reparada en puertos y astilleros de España. Fueron miles de millones de euros los que se fueron por las alcantarillas como consecuencia de aquel gesto absurdo, ya que las tropas españolas ni siquiera estaban en la primera línea de combate en Irak. Otra consecuencia cosechada por aquel presidente atontado fue el ridículo que tuvo que protagonizar Zapatero para conseguir el perdón americano, intentando congraciarse con el presidente del poderosa aliado y con la dolida e indignada diplomacia norteamericana.
Pero la estupidez antinorteamericana la inició realmente el mismo Zapatero, siendo jefe de la oposición, el 12 de octubre de 2003, en el desfile de tropas con motivo de del día de la Hispanidad. El entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, no se levantó ante el paso de la bandera de Estados Unidos, un gesto que los patriotas norteamericanos, mil veces más orgullosos y respetuosos con su bandera que los españoles, interpretaron como una afrenta insoportable. Después, consciente de su metedura de pata y de los efectos que esa estupidez podría tener, pidió a los medios que ocultaran su "gesto" y no publicaran su foto sentado. Con ese gesto, inútilmente ofensivo y de verdadero idiota, comenzó la ridícula y nociva carrera de los socialista españoles por enemistarse con el país más poderoso del mundo.
La tercera afrenta se la debemos a otro socialista, Pedro Sánchez, que en mayo de 2019 ordenó la retirada de la fragata Méndez Núñez (F-100), que iba de acompañamiento con las fuerzas navales americanas en el Golfo Pérsico.
La cuarta y ultima, por ahora, quizás la más estúpida, fue también obra del niñato Sánchez, que en su visita a EEUU, para chulear a Trump, se sienta con su mayor enemigo, Abbas Moldavia, de Irán.
Las consecuencias de todas estas imbecilidades de niñatos ineptos caprichosos, incapaces de valorar y medir los daños de sus gestos, sólo encaminados a obtener votos, aunque con ello dañen a la nación, a su economía y a miles de empresarios exportadores, han sido muy duras y cojntinuarán si no se pone remedio a la insensatez de estos mequetrefes.
Donald Trump, que está hasta las narices del muchachito Pedro Sánchez, carente de pericia y de altura política, grava a España con unos aranceles tremendos que sacan del mercado norteamericano, el más rico del planeta, a decenas de productos españoles, algo que, por supuesto, no hace con nuestros competidores, Francia, Italia, Grecia ni Portugal. Son tan duros y dañan tanto a nuestros productos que en lugar de aranceles deberían considerarse sanciones.
Nota: Es más que probable que usted no lea un artículo como este, veraz y decente, que cuente la verdad como fue y es, en los grandes medios de prensa españoles, casi todos ellos sometidos al poder y habituados a silenciar todo lo que perjudica al dueño de la Moncloa y del Estado en la corrompida y degradada "democracia" española.
Y millones de españoles siguen votando a este energúmeno, auténtico devastador de la nación.
Francisco Rubiales