La ideología de Zapatero es, en apariencia, un gran misterio porque, aunque él se define como "de izquierdas" su comportamiento es contradictorio y confunde a los analistas, que más bien se inclinan a pensar que el presidente es un pragmático sin otra ideología que el ansia de poder y el deseo de mantenerlo a cualquier precio. Sin embargo, hay pistas que permiten concluir que Zapatero es un neocomunista camuflado, muy cercano a las tesis y práxis del Socialismo del Siglo XXI, el movimiento que encabezan en América Latina el dictador venezolano Hugo Chávez y los hermanos Castro Ruz, dictadores cubanos.
Cuando llegó al poder, Zapatero se autosituó en el "Republicanismo" y se declaró admirador del pensador irlandés Philip Pettit, autor del libro "Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno" (Paidós, 1999), pero fue un engaño más porque el republicanismo es democrático, se basa en el consenso, respeta el juego de las mayorías y exige la aprobación de las leyes con grandes apoyos y mayorías muy sólidas, justo lo contrario de lo que Zapatero está haciendo en España.
Zapatero, en realidad, es, como todo marxista leninista, un adorador del Estado que antepone la fuerza del gobierno a la de la sociedad y de lo colectivo frente a lo indivídual. La democracia es justo lo contrario: predominio de la sociedad sobre el Estado y valoración suprema del indivíduo como ciudadano, que es el soberano del sistema. Si él fuera un latinoamericano, militaría claramente en el Socialismo del Siglo XXI, con el venezolano Chávez, el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Correa, el nicaragüense Daniel Ortega, el depuesto hondureño Zelaya y otros, todos ellos bajo la inspiración ideológica de Fidel Castro, inventor de la tesis de que al comunismo se puede llegar mejor a través de las urnas, aprovechando las debilidades y huecos de la democracia, que son muchos.
Pero Zapatero tiene el problema de ser un líder occidental, europeo, jefe del gobierno de un país que, a pesar de sus debilidades, sigue adorando la democracia y la recién conquistada libertad. Mostrar en Europa y en España, abiertamente, su verdadero rostro neo-comunista, próximo a las tesis totalitarias y poco amigo de las libertades y derechos individuales, podría resultarle suicida.
Por eso disimula, confunde y se traviste de demócrata, siempre con la ayuda de las medios y televisiones amigas, de lobbys y grupos de izquierda bien lubricados con dinero público y de un partido socialista al que ha domesticado con mano de hierro, alejando de sus centros de decisión a los demócratas y a la gente de conciencia, pero sin salirse jamás del guión neocomunista, de su hoja de ruta para la conquista de un poder político prácticamente ilimitado.
El socialismo del Siglo XXI, en síntesis, propugna la toma del poder a través de elecciones y el uso masivo del dinero público y de los recursos del Estado para que el líder siga manteniéndose en el poder. Para lograrlo, el guión establece que hay que aplastar a la oposición y que, cuando sea posible, si es necesario, se reforme la Constitución para que el liderazgo sea eterno. El sistema, sin salirse formalmente de las reglas democráticas, se transforma así en una dictadura legalizada de partido único, ya que el lider siempre gana las elecciones y la oposición, desarticulada y desmoralizada, pierde siempre.
El guión ideado por Fidel Castro y apoyado con entusiasmo por Hugo Chávez establece que el poder del lider debe ser ilimitado y que si algún miembro de la oposición, a pesar de la propaganda y del acoso, logra ganar unas elecciones a alcalde o presidente regional, se le estrangula desde el poder central privándole de dinero público y desacreditándole a través de los medios y del sistema judicial, que previamente ha sido controlado por el gobierno, como todas las instituciones y los poderes fundamentales del Estado.
Una de las claves principales para el control del poder y de la sociedad es el clientelismo. Para establecerlo, se crean muchos y bien pagados puestos en el Estado, que se otorgan a amigos y partidarios, a cambio de lealtades y apoyos, en teoría inquebrantables.
El guión, que incluye acabar disimuladamente con las libertades individuales y el incremento de las libertades y derechos colectivos, fácilmente manipulables desde el poder, utilizando con falsedad el concepto de "mayoría", requiere aplastar y "freír" con impuestos a las clases medias, demasiado proclives a la libertad y a la crítica, bajar el nivel cultural de la población para que reflexione poco, y dividir a la sociedad en bandos enfrentados, para estimular el fanatismo, pone un especial énfasis en desmoralizar y desarticular a la sociedad civil, colocándola en estado de coma, aunque sin liquidarla.
El control de los medios de comunicación es imprescindible para la reinstauración neocomunista, para lo cual se utilizará el dinero y el poder público. El uso de la mentira y del engaño desde el poder está recomendado, siempre que sirva para alcanzar los objetivos supremos, que son la perpetuación del líder y el dominio pleno del sistema.
Por último, el programa del Socialismo del Siglo XXI establece el control férreo del ejército por parte del poder ejecutivo, del mismo partido que sostiene al gobierno, al que es necesario someter para que no debata y se limite a obedecer, del Poder Judicial, del Parlamento y de cualquier fuerza importante de la sociedad, en especial de las religiones, los sindicatos y las grandes empresas, cuya voluntad debe conquistarse mediante concesiones, subvenciones, contratos públicos y otras ventajas.
Zapatero se ha encontrado en España con ventajas insospechadas para poder desplegar su falso socialismo. No ha necesitado reformar la Constitución porque la española, redactada sin las mínimas cautelas y controles democráticos al poder, permite casi todos los desmanes públicos, incluyendo la reelección indefinida del jefe del gobierno y el predominio del Ejecutivo sobre los restantes poderes. Hasta se ha encontrado instalado el sistema de espionaje ciudadano SITEL, que le permite ejercer un control férreo y mas allá de lo que está permitido en democracia, sobre la oposición, Internet, las relaciones humanas, los disidentes, los críticos, los frívolos y hasta la intimidad del ser humano.
Conocido el guión, basta compararlo con la hoja de ruta trazada y seguida en España por el "Zapaterismo" para descubrir que el plan para establecer el modelo del socialismo del siglo XXI ha sido seguido fielmente, con una precisión casi milimétrica, sin que la sociedad española, transformada por la nueva riqueza y el miedo en una inmensa manada de borregos, ni siquiera se haya dado cuenta de que está siendo conducida hacia el Gulag por líderes tan inmisericordes como falsos demócratas.
Su objetivo principal ha sido perpetuarse en el poder; ha intentado aplastar a la oposición; ha maniatado a la sociedad civil; ha "comprado" a gran parte de los medios de comunicación; ha sometido a la Justicia y al Parlamento; ha utilizado el dinero público para crear clientelismo; ha acosado a la religión; ha sometido a los sindicatos y al PSOE; ha comprado hasta a los pequeños partidos que necesita para controlar la mayoría en estos momentos iniciales de la gran conquista del poder, etc., etc.
Queda. sin embargo, por comprobar si también se va a poner en práctica el más siniestro y depravado designio del guión, el que afirma que las elecciones hay que ganarlas como sea, incluso haciendo votar a los muertos y a los inmigrantes o alterando las placas de los ordenadores centrales, si resultara necesario.
Ojalá no se atrevan a poner en práctica este último capítulo, el más canalla del guión.
Cuando llegó al poder, Zapatero se autosituó en el "Republicanismo" y se declaró admirador del pensador irlandés Philip Pettit, autor del libro "Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno" (Paidós, 1999), pero fue un engaño más porque el republicanismo es democrático, se basa en el consenso, respeta el juego de las mayorías y exige la aprobación de las leyes con grandes apoyos y mayorías muy sólidas, justo lo contrario de lo que Zapatero está haciendo en España.
Zapatero, en realidad, es, como todo marxista leninista, un adorador del Estado que antepone la fuerza del gobierno a la de la sociedad y de lo colectivo frente a lo indivídual. La democracia es justo lo contrario: predominio de la sociedad sobre el Estado y valoración suprema del indivíduo como ciudadano, que es el soberano del sistema. Si él fuera un latinoamericano, militaría claramente en el Socialismo del Siglo XXI, con el venezolano Chávez, el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Correa, el nicaragüense Daniel Ortega, el depuesto hondureño Zelaya y otros, todos ellos bajo la inspiración ideológica de Fidel Castro, inventor de la tesis de que al comunismo se puede llegar mejor a través de las urnas, aprovechando las debilidades y huecos de la democracia, que son muchos.
Pero Zapatero tiene el problema de ser un líder occidental, europeo, jefe del gobierno de un país que, a pesar de sus debilidades, sigue adorando la democracia y la recién conquistada libertad. Mostrar en Europa y en España, abiertamente, su verdadero rostro neo-comunista, próximo a las tesis totalitarias y poco amigo de las libertades y derechos individuales, podría resultarle suicida.
Por eso disimula, confunde y se traviste de demócrata, siempre con la ayuda de las medios y televisiones amigas, de lobbys y grupos de izquierda bien lubricados con dinero público y de un partido socialista al que ha domesticado con mano de hierro, alejando de sus centros de decisión a los demócratas y a la gente de conciencia, pero sin salirse jamás del guión neocomunista, de su hoja de ruta para la conquista de un poder político prácticamente ilimitado.
El socialismo del Siglo XXI, en síntesis, propugna la toma del poder a través de elecciones y el uso masivo del dinero público y de los recursos del Estado para que el líder siga manteniéndose en el poder. Para lograrlo, el guión establece que hay que aplastar a la oposición y que, cuando sea posible, si es necesario, se reforme la Constitución para que el liderazgo sea eterno. El sistema, sin salirse formalmente de las reglas democráticas, se transforma así en una dictadura legalizada de partido único, ya que el lider siempre gana las elecciones y la oposición, desarticulada y desmoralizada, pierde siempre.
El guión ideado por Fidel Castro y apoyado con entusiasmo por Hugo Chávez establece que el poder del lider debe ser ilimitado y que si algún miembro de la oposición, a pesar de la propaganda y del acoso, logra ganar unas elecciones a alcalde o presidente regional, se le estrangula desde el poder central privándole de dinero público y desacreditándole a través de los medios y del sistema judicial, que previamente ha sido controlado por el gobierno, como todas las instituciones y los poderes fundamentales del Estado.
Una de las claves principales para el control del poder y de la sociedad es el clientelismo. Para establecerlo, se crean muchos y bien pagados puestos en el Estado, que se otorgan a amigos y partidarios, a cambio de lealtades y apoyos, en teoría inquebrantables.
El guión, que incluye acabar disimuladamente con las libertades individuales y el incremento de las libertades y derechos colectivos, fácilmente manipulables desde el poder, utilizando con falsedad el concepto de "mayoría", requiere aplastar y "freír" con impuestos a las clases medias, demasiado proclives a la libertad y a la crítica, bajar el nivel cultural de la población para que reflexione poco, y dividir a la sociedad en bandos enfrentados, para estimular el fanatismo, pone un especial énfasis en desmoralizar y desarticular a la sociedad civil, colocándola en estado de coma, aunque sin liquidarla.
El control de los medios de comunicación es imprescindible para la reinstauración neocomunista, para lo cual se utilizará el dinero y el poder público. El uso de la mentira y del engaño desde el poder está recomendado, siempre que sirva para alcanzar los objetivos supremos, que son la perpetuación del líder y el dominio pleno del sistema.
Por último, el programa del Socialismo del Siglo XXI establece el control férreo del ejército por parte del poder ejecutivo, del mismo partido que sostiene al gobierno, al que es necesario someter para que no debata y se limite a obedecer, del Poder Judicial, del Parlamento y de cualquier fuerza importante de la sociedad, en especial de las religiones, los sindicatos y las grandes empresas, cuya voluntad debe conquistarse mediante concesiones, subvenciones, contratos públicos y otras ventajas.
Zapatero se ha encontrado en España con ventajas insospechadas para poder desplegar su falso socialismo. No ha necesitado reformar la Constitución porque la española, redactada sin las mínimas cautelas y controles democráticos al poder, permite casi todos los desmanes públicos, incluyendo la reelección indefinida del jefe del gobierno y el predominio del Ejecutivo sobre los restantes poderes. Hasta se ha encontrado instalado el sistema de espionaje ciudadano SITEL, que le permite ejercer un control férreo y mas allá de lo que está permitido en democracia, sobre la oposición, Internet, las relaciones humanas, los disidentes, los críticos, los frívolos y hasta la intimidad del ser humano.
Conocido el guión, basta compararlo con la hoja de ruta trazada y seguida en España por el "Zapaterismo" para descubrir que el plan para establecer el modelo del socialismo del siglo XXI ha sido seguido fielmente, con una precisión casi milimétrica, sin que la sociedad española, transformada por la nueva riqueza y el miedo en una inmensa manada de borregos, ni siquiera se haya dado cuenta de que está siendo conducida hacia el Gulag por líderes tan inmisericordes como falsos demócratas.
Su objetivo principal ha sido perpetuarse en el poder; ha intentado aplastar a la oposición; ha maniatado a la sociedad civil; ha "comprado" a gran parte de los medios de comunicación; ha sometido a la Justicia y al Parlamento; ha utilizado el dinero público para crear clientelismo; ha acosado a la religión; ha sometido a los sindicatos y al PSOE; ha comprado hasta a los pequeños partidos que necesita para controlar la mayoría en estos momentos iniciales de la gran conquista del poder, etc., etc.
Queda. sin embargo, por comprobar si también se va a poner en práctica el más siniestro y depravado designio del guión, el que afirma que las elecciones hay que ganarlas como sea, incluso haciendo votar a los muertos y a los inmigrantes o alterando las placas de los ordenadores centrales, si resultara necesario.
Ojalá no se atrevan a poner en práctica este último capítulo, el más canalla del guión.