Ferrovial es una gran empresa española que es ya multinacional y que obtiene más del 90 por ciento de sus beneficios en su acción fuera de España. Su huida a Holanda es un duro golpe al sanchismo, incapaz de disimular su desprecio al empresario
Como ocurre siempre con los gobiernos contumaces en el error y poco democráticos, en lugar de analizar con mesura lo ocurrido y corregir los posibles errores frente al mundo empresarial, se lanza en tromba contra la decisión “inaceptable” de Ferrovial de llevar la sede a Países Bajos. La ministra Calviño, crispada, califico de "inaceptable" la decisión soberana de una empresa como Ferrovial, que tiene todo el derecho del mundo a cambiar su sede de país.
La CEOE carga contra el Gobierno por la huida de Ferrovial: "Los actos tienen consecuencias". Sánchez, por su desprecio a la empresa, sus mentiras, sus socios de gobierno comunistas y enemigos de España y su voracidad fiscal, es quien ha expulsado a Ferrovial de España.
Ayer circuló un twist que resumía con dureza lo que sienten millones de españoles demócratas ante el espantoso espectáculo del gobierno sanchista: "En España de cada 100€ de gasolina el gobierno "de la gente" se lleva 54 de impuestos. Y de cada 100€ del recibo de la luz 62 de impuestos. Todo para que Tito Berni y sus amigos del Congreso puedan contratar a un mediador que les suministre cocaína y mujeres prostituidas".
Al perro flaco todo se le vuelven pulgas y el sanchismo es un perro flaco apulgarado, por mucho que intente disimularlo con la ayuda de la propaganda y los medios y periodistas comprados. La huida de Ferrovial es una consecuencia directa del desprecio del gobierno a los empresarios, de la escasa valoración que le merece a Sánchez la creación de empleo y riqueza, de los impuestos abusivos, de la falta de cariño y calor que rodea al mundo empresarial en la España gobernada por socialistas y comunistas. Pero la huida de Ferrovial es también un golpe duro en el mentón del agonizante sanchismo y un aviso a navegantes, con el riesgo incluido de que otras grandes empresas españolas hagan lo mismo y escapen en busca de calor, cariño, comprensión, reconocimiento e impuesto justos que no sean saqueadores.
Cuando creas tributos especiales que penalizan los dividendos y los beneficios empresariales, cuando te enfrentas a Iberdrola, el Banco Santander y otras grandes corporaciones y cuando alientas a tus secuaces para que condenen al empresario y odien a los ricos, la consecuencia lógica es que Ferrovial se marche y que otras empresas estén pensando hacer lo mismo.
Lo que ha ocurrido en España en los últimos años incluye al menos una docena de dramas que hubieran provocado la dimisión del gobierno en cualquier país de nuestro entorno, desde Portugal a Holanda, Francia, Gran Bretaña, Alemania e incluso Italia. Pero Sánchez, exhibiendo una impúdica y poco democrática obsesión por el poder, resiste a todo y se niega a dimitir, como era su deber cuando se fracasa en democracia.
En la España "progresista" de Sánchez, la que indulta a delincuentes sólo porque son amigos del poder, retrocede todo y nada progresa: la pobreza avanza, como también la división, el enfrentamiento entre españoles, la desigualdad entre comunidades autónomas, la desprotección a la familia, la ruina de la economía, la inflación, la crisis de la sanidad pública, la pobreza de la educación la inseguridad en las calles, la llegada de inmigrantes ilegales conflictivos, y un largo etcétera que conducen al país hacia el colapso, todo un drama de grandes proporciones que el gobierno oculta mediante océanos de propaganda y mentiras.
Ojalá la huida de Ferrovial no sea la primera de una cadena. Ojalá este país, convertido por el sanchismo en espanta empresas y flagelo de la libertad, reaccione y se atreva a desparasitarse, a eliminar las malditas pulgas del perro flaco que nos gobierna sin justicia, sin eficacia, sin nobleza y sin tino.
Francisco Rubiales
La CEOE carga contra el Gobierno por la huida de Ferrovial: "Los actos tienen consecuencias". Sánchez, por su desprecio a la empresa, sus mentiras, sus socios de gobierno comunistas y enemigos de España y su voracidad fiscal, es quien ha expulsado a Ferrovial de España.
Ayer circuló un twist que resumía con dureza lo que sienten millones de españoles demócratas ante el espantoso espectáculo del gobierno sanchista: "En España de cada 100€ de gasolina el gobierno "de la gente" se lleva 54 de impuestos. Y de cada 100€ del recibo de la luz 62 de impuestos. Todo para que Tito Berni y sus amigos del Congreso puedan contratar a un mediador que les suministre cocaína y mujeres prostituidas".
Al perro flaco todo se le vuelven pulgas y el sanchismo es un perro flaco apulgarado, por mucho que intente disimularlo con la ayuda de la propaganda y los medios y periodistas comprados. La huida de Ferrovial es una consecuencia directa del desprecio del gobierno a los empresarios, de la escasa valoración que le merece a Sánchez la creación de empleo y riqueza, de los impuestos abusivos, de la falta de cariño y calor que rodea al mundo empresarial en la España gobernada por socialistas y comunistas. Pero la huida de Ferrovial es también un golpe duro en el mentón del agonizante sanchismo y un aviso a navegantes, con el riesgo incluido de que otras grandes empresas españolas hagan lo mismo y escapen en busca de calor, cariño, comprensión, reconocimiento e impuesto justos que no sean saqueadores.
Cuando creas tributos especiales que penalizan los dividendos y los beneficios empresariales, cuando te enfrentas a Iberdrola, el Banco Santander y otras grandes corporaciones y cuando alientas a tus secuaces para que condenen al empresario y odien a los ricos, la consecuencia lógica es que Ferrovial se marche y que otras empresas estén pensando hacer lo mismo.
Lo que ha ocurrido en España en los últimos años incluye al menos una docena de dramas que hubieran provocado la dimisión del gobierno en cualquier país de nuestro entorno, desde Portugal a Holanda, Francia, Gran Bretaña, Alemania e incluso Italia. Pero Sánchez, exhibiendo una impúdica y poco democrática obsesión por el poder, resiste a todo y se niega a dimitir, como era su deber cuando se fracasa en democracia.
En la España "progresista" de Sánchez, la que indulta a delincuentes sólo porque son amigos del poder, retrocede todo y nada progresa: la pobreza avanza, como también la división, el enfrentamiento entre españoles, la desigualdad entre comunidades autónomas, la desprotección a la familia, la ruina de la economía, la inflación, la crisis de la sanidad pública, la pobreza de la educación la inseguridad en las calles, la llegada de inmigrantes ilegales conflictivos, y un largo etcétera que conducen al país hacia el colapso, todo un drama de grandes proporciones que el gobierno oculta mediante océanos de propaganda y mentiras.
Ojalá la huida de Ferrovial no sea la primera de una cadena. Ojalá este país, convertido por el sanchismo en espanta empresas y flagelo de la libertad, reaccione y se atreva a desparasitarse, a eliminar las malditas pulgas del perro flaco que nos gobierna sin justicia, sin eficacia, sin nobleza y sin tino.
Francisco Rubiales