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La faceta siniestra de Obama





La faceta más siniestra y amenazadora del próximo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es su fe en el intervencionismo del Estado, un vicio europeo más propio de los totalitarismos que de las democracias, del que hasta ahora se habían librado los Estados Unidos.

Si su vicepresidente, un probado liberal, sus asesores y el aparato de su partido no consiguen neutralizar esa preocupante tendencia de su personalidad política, es más que probable que la esperanza en Obama se transforme en pesadilla y que los demócratas terminemos maldiciendo pronto la jornada del 4 de noviembre de 2008 como una de las más negras de la historia moderna.

En sus discursos pronunciados en la larga campaña electoral, el senador Obama se mostró partidario de incrementar la deuda norteamericana, que ya es sideral, y el gasto público, lo que representaría colocar el déficit público en niveles estratosféricos, y de acelerar el ritmo de las máquinas de fabricar billetes y bonos, ya recalentadas.

Uno de los colaboradores de Voto en Blanco repite con acierto y precisión gráfica "lo fácil que resulta ser político porque siempre se aplica la misma receta para todos los problemas: subida de impuestos y emisión de deuda pública. Al final paga el de siempre, el contribuyente. Aunque ahora el contribuyente tiene un problema, está tan endeudado que no puede pagar lo que debe, por lo que no sé muy bien quien va a pagar esta factura". Otro colaborador de este blog recuerda la frase "La gente vota por aquel que mejor le engaña" y afirma que "una época de vacas flacas no es la adecuada para repartir y Obama ha hablado claramente de repartir en una campaña claramente socialista. Primero habrá que crear la riqueza y después repartirla."

Si el intervencionismo de Obama no es frenado a tiempo por la curtida democracia americana y llegara a entrar en funcionamiento, el mundo podría deslizarse rápido hacia una época oscura marcada por el predominio del Estado sobre el individuo, con estados poderosos gestionados por unos políticos profesionales que han demostrado demasiadas veces que son escasamente escrupulosos, que tienen poco apego a la ética y que prefieren defender sus propios lujos y privilegios antes que a la ciudadanía y al bien común.

Un Obama intervencionista representaría el triunfo mundial del modelo político europeo, más próximo a la oligocracia que a la democracia, donde el Estado es casi un Dios, sobre el modelo americano, donde el individuo y las libertades individuales prevalecen frente a un Estado vigilado por los ciudadanos porque la sociedad es consciente de que el poder político tiende siempre a convertirse en un monstruo enemigo de la libertad.

Es obvio que en Voto en Blanco preferimos siempre un Estado en libertad vigilada y bajo control ciudadano que un Estado sin control, que, según nos enseña la Historia, casi siempre cae en manos de profesionales del poder, también incontrolados y acostumbrada a luchar más sus propios intereses que por los de la comunidad.


   
Jueves, 6 de Noviembre 2008
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