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La exhumación de Franco, una inmensa estupidez consentida por un pueblo de cobardes



La exhumación del general Franco y el traslado de sus restos a otro lugar de descanso no es "un triunfo de la democracia", como se ufana en decir el inepto y engreído Pedro Sánchez, sino un enorme paso atrás en la unidad, la convivencia de los españoles y la paz, impulsada por un partido socialista que parece haberse arrojado en brazos de la estupidez y el odio.
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Franco estaba bien muerto y en el olvido. Sólo un puñado de nostálgicos se ocupaban de visitar su tumba y de recordar su memoria. El resto de los españoles estábamos en lo que se deficnó como importante en la Transición, en construir en paz una nación libre, próspera y democrática. Pero llegaron Zapatero y Pedro Sánchez, promotores de la revancha, la división y el odio, y convirtieron al olvidado Franco en un icono y a su régimen en un contrapunto de la actual democracia.

Los españoles, por culpa de estos inútiles socialistas, descubrieron de pronto que el dictador no era tan malo y que sus gobiernos hicieron de España un país potente, nada menos que la novena potencia industrial del mundo, protagonizando aquellas conquistas sociales y despegue económico que fueron la envidia del mundo y que fueron bautizados como "el milagro español", tan impactante y modernizador como los milagros japones e italiano.

También, por culpa de la imbecilidad política de los socialistas, el olvidado general se convirtió en estrella y los nostálgicos crecieron como la espuma, paralelamente a los defensores de su régimen. Los dos tontos socialistas había logrado lo que parecía imposible: que un país empeñado en alcanzar la modernidad y la riqueza en democracia se dedicara a resucitar momias, a remover cadáveres y a rememorar la sangre derramada por un bando y otro en una lejana guerra civil que sólo merece ser olvidada.

Para lograr ese peligroso paso atrás, no basta con ser imbécil sino que es necesario también ser irresponsable y mala persona. Malditos sean.

Hoy nos encontramos a 47 millones de españoles que en lugar de empujar con todas sus fuerzas su país hacia un futuro de prosperidad y felicidad, se enfrentan entre ellos y se dejan manipular por un puñado de politicastros sin escrúpulos y sin grandeza, empeñados en desatar el retroceso, el odio y el conflicto civil, olvidando temerariamente que España tiene dramas mucho más graves sobre la mesa, algunos de ellos tan amenazantes y peligrosos como la ruptura de la nación, el resurgir del terrorismo y la quiebra de la economía.

Lo grave no es que los estúpidos hayan tomado el poder en España, sino que lo han hecho también los descerebrados, irresponsables y gente sin escrúpulos que puede ser señalada como lo peor de la sociedad, empeñada en enfrentarnos, dividirnos y romper nuestra convivencia y paz, sin otro motivo que incrementar su miserable cosecha de votos y conquistar el poder para atiborrarse de privilegios, corromperse y enriquecerse en la política.

Algunos creemos que la exhumación de Franco se les volverá en contra porque el dictador, que estaba enterrado en el olvido, será elevado ahora a la categoría de gran héroe y las filas de los antidemócratas crecerán, pero ellos se sienten victoriosos porque han logrado lo que querían: que los españoles hablemos de Franco en lugar de pensar en la porquería de país que los políticos nos están construyendo, injusto, desigual, dividido, enfrentado, con las calles y plazas llenas de delincuentes importados, sin ilusiones ni objetivos comunes, en proceso de ruptura y minado por la mediocridad, la corrupción y el peor de los virus antidemocráticos: la desconfianza de los ciudadanos en sus lamentables y corruptos dirigentes.

Francisco Rubiales


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Miércoles, 25 de Septiembre 2019
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