Información y Opinión

La enorme responsabilidad de UPyD



Ante el deprimente espectáculo del debate de investidura y ante la valiente, democrática y tajante intervención de Rosa Díez, a los demócratas españoles, angustiados por el bipartidismo mediocre y asqueados ante el deterioro de un sistema sin ciudadanos y secuestrado por partidos políticos que no respetan las reglas basicas de la democracia, no les queda otra opción que contemplar a UPyD como la única gran esperanza.
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Ha sido recibido con hostilidad mezquina por los partidos políticos tradicionales y por la prensa sometida, pero Unión, Progreso y Democracia (UPyD), a pesar de que sólo ha obtenido un diputado en las últimas elecciones generales, ha despertado admiración y esperanza entre los cientos de miles de auténticos demócratas que, esparcidos por las tierras de España, se habían divorciado de la democracia española por el terrible deterioro del sistema y la degradación política.

Cada demócrata español, incapaz de sentir admiración o respeto hacia los grandes partidos, se ha convertido en un admirador expectante de UPyD, lo que proporciona a ese partido una valiosa red capilar en todas y cada una de las autonomías, una base solvente que le permitirá crecer y presentarse con esperanzas de éxito en las próximas citas electorales.

Pero UPyD, con un sólo escaño en el Congreso, el que ocupa Rosa Díez, apenas tiene hoy algo más que "crédito" entre los demócratas españoles, un pequeño capital basado en sus declaraciones y movimientos orientados a la regeneración democrática, a la condena de las prácticas autoritarias y corruptas de los viejos partidos y, sobre todo, a la promesa de hacer todo lo posible por una democracia más limpia y auténtica, lo que significa acabar con las listas cerradas y bloqueadas, con la bastarda usurpación de los poderes básicos del Estado por parte de los partidos políticos, con el casi invencible poder del nacionalismo, con la invasión política de la sociedad civil, con la corrupción y con otras irregularidades y marrullerías hoy vigentes en la política española.

Con poco más de 300.000 votos, UPyD no tiene más capital que la adhesión y la esperanza de los demócratas que le han votado y la de otros muchos que, sin haberse atrevido a votarles, les vigilan con ilusión contenida, algo que representa una riqueza de gran potencial y futuro.

El gran desafío de UPyD es transformar ese "crédito" en un auténtico capital político avalado por la defensa de la auténtica democracia en un país que, desgraciadamente, está dominado por las élites oligárquicas de partidos políticos apalancados en el poder y en el privilegio.

Pero UPyD, además de soportar la esperanza, tiene también una enorme responsabilidad con la democracia y con los demócratas. Frustrar la ilusión que han sabido despertar, contaminarse como un partido más y olvidarse de sus exigencias de limpieza y regeneración sería el más sucio de los crímenes y una verdadera tragedia para la democracia española.

El fracaso de UPyD representaría el fin de la única esperanza actual de una democracia española que ha caído demasiado pronto en la corrupción y que, en secreto y con alevosía, ha sido convertida por los grandes partidos en una sucia y podrida oligocracia sin ciudadanos e infectada de políticos profesionales privilegiados, inútiles e ineptos.


FRM
Miércoles, 9 de Abril 2008
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