Imagen cedida por www.lakodorniz.com
La ejecución de Sadam Hussein es un gran error, no sólo porque quitar la vida a un ser humano siempre es deleznable, sino también porque la violencia genera más violencia y porque el lider iraquí, una vez muerto, tiende de convertirse en un martir que reclama venganza.
Si hubiera sido condenado a cadena perpetua, habría sido un rehén permanente y una baza de gran importancia en manos del nuevo régimen, además de un recurso disponible para futuras negociaciones.
La ejecución de Sadam ha sido el segundo gran error de los Estados Unidos en Irak, después del primero, que fue desmovilizar el Ejército del anterior régimen, sin el cual resultó imposible mantener el orden y cuyos oficiales y soldados, bien entrenados y fanatizados, nutren hoy la resistencia.
Si hubiera sido condenado a cadena perpetua, habría sido un rehén permanente y una baza de gran importancia en manos del nuevo régimen, además de un recurso disponible para futuras negociaciones.
La ejecución de Sadam ha sido el segundo gran error de los Estados Unidos en Irak, después del primero, que fue desmovilizar el Ejército del anterior régimen, sin el cual resultó imposible mantener el orden y cuyos oficiales y soldados, bien entrenados y fanatizados, nutren hoy la resistencia.