Para que exista dictadura tienen que darse un gobierno con las condiciones siguientes:
- Recorta las libertades civiles estipuladas en la constitución
- Se impone por la fuerza y no por la razón
- Controla a la gente con miedo
- Uniforma el pensamiento y modo de vida de los ciudadanos
- Mantiene leyes injustas y contrarias a la voluntad popular
- Utiliza el dinero público para comprar voluntades, lealtades y votos
- Usa temas y discursos repetitivos para convencer
- Manipula la información y la encausa hacia sus fines
- Censura y castiga a quienes muestran la verdad o piensan diferente
- Impone decretos que favorecen la dictadura y desfavorecen al resto
- Cambia y acomoda las leyes a conveniencia
- Lava el cerebro de la gente y promociona ideas fanáticas y ciegas
- Usa vigilancia extrema sobre la población
- No acepta cuestionamientos "No acepta la objeción de consciencia
- El gobierno y las fuerzas de seguridad se atribuyen superpoderes
- El estado se vuelve paternalista y dice proteger de peligros. muchas veces inexistentes o hipetrofiados desde el poder
- El estado se emplea a fondo para controlar las organizaciones civiles y castra la sociedad civil
- El Estado se entromete en la vida privada de las personas
- Controla y censura los medios de comunicación masivos
- Se violan los derechos fundamentales y humanos
- Oculta su verdadero rostro tras instituciones fraudulentas
Aunque cualquier persona podría pensar que esas condiciones son las vigentes en Cuba o Venezuela, se dan también en España, prácticamente todas, lo que permite concluir, sin temor a equivocarnos, que la España de Pedro Sánchez es una dictadura enclavada en el corazón de una Europa donde, en teoría, sólo tienen cabida las democracias.
Con un gobierno obsesionado con el poder y reacio a admitir controles y límites que impone la democracia, en España padecemos una dictadura de las más feroces y, al igual que en Cuba, Venezuela o China ,se persigue al adversario y al disidente, sólo que, por ahora, de forma sutil y sin sangre.
Además de esas condiciones básicas, España de Sánchez reúne otros rasgos que son también genuinos de las tiranías, como son la corrupción, el Estado hipertrofiado, la mentira institucionalizada, el poder excesivo de los partidos, el sometimiento al Ejecutivo de los poderes Legislativo y Judicial, la compra de periodistas y medios, la impunidad de los políticos y la prevalecía de los intereses del poder sobre el bien común.
Los socialistas, comunistas, progres y aliados del gobierno de Sánchez dicen que el gobierno es democrático y legítimo porque ha sido libremente votado por los ciudadanos, pero una votación, suponiendo que sea limpia, no aporta legitimidad ni sello de democracia. Hítler también fue votado y elegido y eso no lo hizo un demócrata ni un gobernante legítimo. La democracia es una cultura de limpieza y decencia que debe someterse a valores y normas como la justicia, el respeto a las mayorías y minorías, la verdad, la transparencia y la voluntad popular, entre otras. Sin esas condiciones solo queda abuso y tiranía, más o menos encubierta y travestida.
Pero no puede considerarse democrático un gobierno que legisla y gobierna en contra de la voluntad popular, que miente, engaña, despilfarra y realiza acciones contrarias a la Constitución. Hay cientos de ejemplos, pero mencionemos unos pocos para demostrar la bajeza tiránica vigente: mantienen leyes que protegen a los okupas, cuando mas del 90 por ciento de la población las rechaza; permiten que territorios enteros, como Cataluña, estén al margen del Estado de Derecho, sólo porque Sánchez quiere los votos del independentismo catalán; han roto la igualdad entre los pueblos de España, exigida por la Constitución, beneficiando a regiones como Cataluña y el País Vasco; marginan y castigan a regiones como Andalucía y Madrid sólo porque están gobernadas por la derecha, despilfarran, endeudan el país de manera demencial, mienten cada día y protagonizan un larguísimo rosario de abusos, arbitrariedades y actuaciones tiránicas.
En cualquier país moderno y libre del mundo, una dictadura cutre y nada sofisticada como la de Pedro Sánchez y su “colega” Pablo Iglesias caería y se iría a pique, pero en España los nuevos tiranos tienen la suerte de tener enfrente a un pueblo acobardado y con poca dignidad y a unas instituciones defensivas del Estado que no funcionan.
Francisco Rubiales
- Recorta las libertades civiles estipuladas en la constitución
- Se impone por la fuerza y no por la razón
- Controla a la gente con miedo
- Uniforma el pensamiento y modo de vida de los ciudadanos
- Mantiene leyes injustas y contrarias a la voluntad popular
- Utiliza el dinero público para comprar voluntades, lealtades y votos
- Usa temas y discursos repetitivos para convencer
- Manipula la información y la encausa hacia sus fines
- Censura y castiga a quienes muestran la verdad o piensan diferente
- Impone decretos que favorecen la dictadura y desfavorecen al resto
- Cambia y acomoda las leyes a conveniencia
- Lava el cerebro de la gente y promociona ideas fanáticas y ciegas
- Usa vigilancia extrema sobre la población
- No acepta cuestionamientos "No acepta la objeción de consciencia
- El gobierno y las fuerzas de seguridad se atribuyen superpoderes
- El estado se vuelve paternalista y dice proteger de peligros. muchas veces inexistentes o hipetrofiados desde el poder
- El estado se emplea a fondo para controlar las organizaciones civiles y castra la sociedad civil
- El Estado se entromete en la vida privada de las personas
- Controla y censura los medios de comunicación masivos
- Se violan los derechos fundamentales y humanos
- Oculta su verdadero rostro tras instituciones fraudulentas
Aunque cualquier persona podría pensar que esas condiciones son las vigentes en Cuba o Venezuela, se dan también en España, prácticamente todas, lo que permite concluir, sin temor a equivocarnos, que la España de Pedro Sánchez es una dictadura enclavada en el corazón de una Europa donde, en teoría, sólo tienen cabida las democracias.
Con un gobierno obsesionado con el poder y reacio a admitir controles y límites que impone la democracia, en España padecemos una dictadura de las más feroces y, al igual que en Cuba, Venezuela o China ,se persigue al adversario y al disidente, sólo que, por ahora, de forma sutil y sin sangre.
Además de esas condiciones básicas, España de Sánchez reúne otros rasgos que son también genuinos de las tiranías, como son la corrupción, el Estado hipertrofiado, la mentira institucionalizada, el poder excesivo de los partidos, el sometimiento al Ejecutivo de los poderes Legislativo y Judicial, la compra de periodistas y medios, la impunidad de los políticos y la prevalecía de los intereses del poder sobre el bien común.
Los socialistas, comunistas, progres y aliados del gobierno de Sánchez dicen que el gobierno es democrático y legítimo porque ha sido libremente votado por los ciudadanos, pero una votación, suponiendo que sea limpia, no aporta legitimidad ni sello de democracia. Hítler también fue votado y elegido y eso no lo hizo un demócrata ni un gobernante legítimo. La democracia es una cultura de limpieza y decencia que debe someterse a valores y normas como la justicia, el respeto a las mayorías y minorías, la verdad, la transparencia y la voluntad popular, entre otras. Sin esas condiciones solo queda abuso y tiranía, más o menos encubierta y travestida.
Pero no puede considerarse democrático un gobierno que legisla y gobierna en contra de la voluntad popular, que miente, engaña, despilfarra y realiza acciones contrarias a la Constitución. Hay cientos de ejemplos, pero mencionemos unos pocos para demostrar la bajeza tiránica vigente: mantienen leyes que protegen a los okupas, cuando mas del 90 por ciento de la población las rechaza; permiten que territorios enteros, como Cataluña, estén al margen del Estado de Derecho, sólo porque Sánchez quiere los votos del independentismo catalán; han roto la igualdad entre los pueblos de España, exigida por la Constitución, beneficiando a regiones como Cataluña y el País Vasco; marginan y castigan a regiones como Andalucía y Madrid sólo porque están gobernadas por la derecha, despilfarran, endeudan el país de manera demencial, mienten cada día y protagonizan un larguísimo rosario de abusos, arbitrariedades y actuaciones tiránicas.
En cualquier país moderno y libre del mundo, una dictadura cutre y nada sofisticada como la de Pedro Sánchez y su “colega” Pablo Iglesias caería y se iría a pique, pero en España los nuevos tiranos tienen la suerte de tener enfrente a un pueblo acobardado y con poca dignidad y a unas instituciones defensivas del Estado que no funcionan.
Francisco Rubiales