La reciente visita de Pedro Sánchez a Israel ha quedado marcada por el odio entre los pueblos judío y palestino y ha provocado una crisis diplomática de enorme gravedad, que tendrá consecuencias en el futuro, si la poderosa comunidad judía mundial se posiciona contra España.
Exceptuando los odios mortales desatados en la II República y la Guerra Civil, donde ambos bandos asesinaban al adversario y al inocente por igual y se practicaban todo tipo de venganzas rastreras, no ha existido en España una etapa que acumule tanto odio como la actual.
La promoción de los odios, rencores y divisiones en España no ha sido monopolio del socialismo. En ese desastre han participado también el PP y los nacionalismos extremos, convertidos en golpismos, independentismos y terrorismos. Las presidencias de Zapatero, Rajoy y Sánchez han sido especialmente dominadas por el odio.
La época de Sánchez, en la que el odio se ha desatado, pasará a la Historia como una etapa digna de ser olvidada por los daños que causó a la convivencia, a los valores y a la misma política.
Sus estragos ya han causado el fin de muchos valores y sentimientos nobles y provocará muchos más en el futuro, quizás hasta la destrucción de España y, con seguridad, la profunda división de la patria y daños difícilmente reparables en la democracia, la Justicia, las libertades y los derechos.
El amor y los grandes valores humanos, como el respeto al derecho ajeno, la libertad y el carácter sagrado e intocable de la convivencia son rasgos de la cultura universal, nacidos en Grecia y Roma y enriquecidos por el humanismo, que en la etapa actual de España están siendo masacrados, hasta el punto de que numerosos observadores y analistas políticos creen que España avanza por la misma ruta que avanzaron en el pasado Stalin, Hitler, Ceaucescu, los hermanos Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez y muchos otros tiranos desalmados.
Francisco Rubiales
Exceptuando los odios mortales desatados en la II República y la Guerra Civil, donde ambos bandos asesinaban al adversario y al inocente por igual y se practicaban todo tipo de venganzas rastreras, no ha existido en España una etapa que acumule tanto odio como la actual.
La promoción de los odios, rencores y divisiones en España no ha sido monopolio del socialismo. En ese desastre han participado también el PP y los nacionalismos extremos, convertidos en golpismos, independentismos y terrorismos. Las presidencias de Zapatero, Rajoy y Sánchez han sido especialmente dominadas por el odio.
La época de Sánchez, en la que el odio se ha desatado, pasará a la Historia como una etapa digna de ser olvidada por los daños que causó a la convivencia, a los valores y a la misma política.
Sus estragos ya han causado el fin de muchos valores y sentimientos nobles y provocará muchos más en el futuro, quizás hasta la destrucción de España y, con seguridad, la profunda división de la patria y daños difícilmente reparables en la democracia, la Justicia, las libertades y los derechos.
El amor y los grandes valores humanos, como el respeto al derecho ajeno, la libertad y el carácter sagrado e intocable de la convivencia son rasgos de la cultura universal, nacidos en Grecia y Roma y enriquecidos por el humanismo, que en la etapa actual de España están siendo masacrados, hasta el punto de que numerosos observadores y analistas políticos creen que España avanza por la misma ruta que avanzaron en el pasado Stalin, Hitler, Ceaucescu, los hermanos Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez y muchos otros tiranos desalmados.
Francisco Rubiales