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La derrota del amor y el avance imparable del odio



Algunos, al contemplar el inexorable avance del odio en el mundo y los estragos que ese odio causa, como la guerra, el terrorismo, la opresión, la proliferación de tiranos y desalmados al frente de los estados y el exterminio de pueblos enteros, dicen que el diablo le está ganando el pulso a Dios. Pero eso no es cierto porque lo que está ocurriendo es que la política mundial se ha convertido en un basurero y los canallas y miserables que controlan el poder están contaminando el mundo y acabando con los grandes valores y principios.

El amor entre los humanos es el corazón de la democracia, la convivencia, la libertad, el progreso, la Justicia y la mayoría de los valores, mientras que el odio es el padre de todos los vicios, el amo de los tiranos, el asesino de las libertades, el causante de divisiones y enfrentamientos y la peor calamidad en la Tierra.

Un simple vistazo al panorama mundial basta para descubrir que el odio avanza y el amor retrocede por todas partes. Crece el odio a los judíos, a los palestinos, a los terroristas, a los inmigrantes, a los de otras razas, a los de otras religiones y etnias, con consecuencia como la guerra y la degradación de la raza humana.

En España, que es uno de los reductos de odio más vigorosos del mundo, está creciendo tanto el odio que marcará a las futuras generaciones. Odio a catalanes y vascos, odio a los nacionalismos, odio a Madrid, odio a la derecha o a la izquierda, odio a los ricos y a los pobres, del hombre contra la mujer, de la mujer contra el hombre, entre viejos y jóvenes, entre derechas e izquierdas, entre políticos y ciudadanos, todos dentro de una vorágine que amenaza con desatar un conflicto civil, como ocurrió en la España de los años treinta, cuando el dolor y la muerte se adueñaron del país.
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La reciente visita de Pedro Sánchez a Israel ha quedado marcada por el odio entre los pueblos judío y palestino y ha provocado una crisis diplomática de enorme gravedad, que tendrá consecuencias en el futuro, si la poderosa comunidad judía mundial se posiciona contra España.

Exceptuando los odios mortales desatados en la II República y la Guerra Civil, donde ambos bandos asesinaban al adversario y al inocente por igual y se practicaban todo tipo de venganzas rastreras, no ha existido en España una etapa que acumule tanto odio como la actual.

La promoción de los odios, rencores y divisiones en España no ha sido monopolio del socialismo. En ese desastre han participado también el PP y los nacionalismos extremos, convertidos en golpismos, independentismos y terrorismos. Las presidencias de Zapatero, Rajoy y Sánchez han sido especialmente dominadas por el odio.

La época de Sánchez, en la que el odio se ha desatado, pasará a la Historia como una etapa digna de ser olvidada por los daños que causó a la convivencia, a los valores y a la misma política.

Sus estragos ya han causado el fin de muchos valores y sentimientos nobles y provocará muchos más en el futuro, quizás hasta la destrucción de España y, con seguridad, la profunda división de la patria y daños difícilmente reparables en la democracia, la Justicia, las libertades y los derechos.

El amor y los grandes valores humanos, como el respeto al derecho ajeno, la libertad y el carácter sagrado e intocable de la convivencia son rasgos de la cultura universal, nacidos en Grecia y Roma y enriquecidos por el humanismo, que en la etapa actual de España están siendo masacrados, hasta el punto de que numerosos observadores y analistas políticos creen que España avanza por la misma ruta que avanzaron en el pasado Stalin, Hitler, Ceaucescu, los hermanos Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez y muchos otros tiranos desalmados.

Francisco Rubiales

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Sábado, 25 de Noviembre 2023
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