Después de la importante derrota sufrida en las elecciones municipales, el ex presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha llevado a cabo una remodelación de su Unión por un Movimiento Popular (UMP), que cambió el nombre del partido por "Los Republicanos" y reforzó su liderazgo.
Aunque hay dudas profundas sobre si la reforma de Sarkozy es realmente una refundación o mas bien un intenso retoque cosmético, lo cierto es que Los Republicanos, convencidos de que el pasado del partido les resta fuerza y atractivo, quieren presentarse ante los franceses como un nuevo partido del siglo XXI, muy cercano a los intereses ciudadanos y fiel a las reglas y principios básicos de la democracia.
Al menos los franceses reconocen la necesidad de cambiar profundamente un partido político que ha tenido el valor y la entereza de admitir que es claramente rechazado por muchos de sus votantes, una actitud que contrasta con la actitud de la derecha española, que se niega a cambiar, a pesar de que el partido de Mariano Rajoy ha perdido casi 2.5 millones de votos y sufrido en las urnas una derrota severa y humillante en las últimas elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo.
Sin embargo, pocos partidos políticos en el mundo necesitan con mas urgencia e intensidad una reforma profunda como el español PP y su casi "gemelo" en la izquierda, el PSOE, partidos marcados por la corrupción a los que los ciudadanos españoles rechazan masivamente y parecen dispuestos a castigar y derrotar en las urnas, arrebatándoles importantes cuotas de poder e influencia.
La derecha española, además de repudiar la corrupción, el abuso de poder y la antidemocracia que anidan en sus filas, debería abandonar también el intervencionismo feroz y recuperar la armadura ética y principios e ideas liberales, básicas en democracia, hoy abandonadas.
Hay millones de españoles que han decidido luchar por una sociedad mejor y por la regeneración política y lo están haciendo en las urnas, desplazando del poder a partidos como el PP y el PSOE que son los grandes culpables de haber construido, desde el poder, una nación desquiciada, dividida, empobrecida, injusta e infectada por vicios políticos como la corrupción, el abuso de poder y la antidemocracia.
La única forma que tendrían el denostado PP o el desprestigiado PSOE de evitar el castigo ciudadano que se les viene encima, que podría expulsarlos del poder, seria emprendiendo un poderoso y profundo movimiento de regeneración, que acercara a esos partidos a la democracia y a los valores y los alejara de la corrupción y otros muchos vicios y carencias éticas.
Pero sus dirigentes, cegados por tantos años de poder casi impune y de ejercicio de una democracia sin ciudadanos y sin respeto a las reglas fundamentales del sistema, se niegan a la regeneración y esperan que con el retorno de la bonanza económica todo vuelva a ser como antes, sin entender que el pueblo ha dicho "basta" porque les culpa del despilfarro, el endeudamiento, el desempleo, la construcción de un Estado monstruoso e incosteable, con mas políticos cobrando del erario que los que hay en Francia, Inglaterra y Alemania juntos, y de haber impuesto en España una falsa democracia, sin ciudadanos, sin valores y sin acierto en el gobierno.
Aunque hay dudas profundas sobre si la reforma de Sarkozy es realmente una refundación o mas bien un intenso retoque cosmético, lo cierto es que Los Republicanos, convencidos de que el pasado del partido les resta fuerza y atractivo, quieren presentarse ante los franceses como un nuevo partido del siglo XXI, muy cercano a los intereses ciudadanos y fiel a las reglas y principios básicos de la democracia.
Al menos los franceses reconocen la necesidad de cambiar profundamente un partido político que ha tenido el valor y la entereza de admitir que es claramente rechazado por muchos de sus votantes, una actitud que contrasta con la actitud de la derecha española, que se niega a cambiar, a pesar de que el partido de Mariano Rajoy ha perdido casi 2.5 millones de votos y sufrido en las urnas una derrota severa y humillante en las últimas elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo.
Sin embargo, pocos partidos políticos en el mundo necesitan con mas urgencia e intensidad una reforma profunda como el español PP y su casi "gemelo" en la izquierda, el PSOE, partidos marcados por la corrupción a los que los ciudadanos españoles rechazan masivamente y parecen dispuestos a castigar y derrotar en las urnas, arrebatándoles importantes cuotas de poder e influencia.
La derecha española, además de repudiar la corrupción, el abuso de poder y la antidemocracia que anidan en sus filas, debería abandonar también el intervencionismo feroz y recuperar la armadura ética y principios e ideas liberales, básicas en democracia, hoy abandonadas.
Hay millones de españoles que han decidido luchar por una sociedad mejor y por la regeneración política y lo están haciendo en las urnas, desplazando del poder a partidos como el PP y el PSOE que son los grandes culpables de haber construido, desde el poder, una nación desquiciada, dividida, empobrecida, injusta e infectada por vicios políticos como la corrupción, el abuso de poder y la antidemocracia.
La única forma que tendrían el denostado PP o el desprestigiado PSOE de evitar el castigo ciudadano que se les viene encima, que podría expulsarlos del poder, seria emprendiendo un poderoso y profundo movimiento de regeneración, que acercara a esos partidos a la democracia y a los valores y los alejara de la corrupción y otros muchos vicios y carencias éticas.
Pero sus dirigentes, cegados por tantos años de poder casi impune y de ejercicio de una democracia sin ciudadanos y sin respeto a las reglas fundamentales del sistema, se niegan a la regeneración y esperan que con el retorno de la bonanza económica todo vuelva a ser como antes, sin entender que el pueblo ha dicho "basta" porque les culpa del despilfarro, el endeudamiento, el desempleo, la construcción de un Estado monstruoso e incosteable, con mas políticos cobrando del erario que los que hay en Francia, Inglaterra y Alemania juntos, y de haber impuesto en España una falsa democracia, sin ciudadanos, sin valores y sin acierto en el gobierno.