Es difícil caer más bajo en democracia y no es fácil encontrar en Occidente un ejemplo que plasme mejor el hundimiento de una democracia en el pozo de la vergüenza que el ofrecido por los tres poderes básicos del Estado Español el pasado día 12 de octubre, Fiesta Nacional de España: La presidenta del Tribunal Constitucional Español, María Emilia Casas, tuvo que aguantar sin rechistar la bronca de María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del poder Ejecutivo, ante el silencio y el impasible rostro de Manuel Marín, presidente del Congreso (Legislativo).
El espectáculo, aunque nuestros políticos degradados lo ignoren, no pudo ser mas bochornoso para un demócrata. El poder Judicial, nada menos que en su instancia Constitucional, que debe ser independiente para que exista la democracia, resulta humillado en público por el poder Ejecutivo, en presencia del máximo representante del poder Legislativo, otro poder teóricamente independiente, pero también vergonzosamente sometido al gobierno y al partido.
Antes, en otros gobiernos del pasado, el sometimiento de los poderes básicos al partido gobernante y al gobierno existía, pero al menos se disimulaba la sumisión. Con el actual gobierno socialista, el disimulo ha caído en el olvido y la invasión y el sojuzgamiento de los poderes básicos del Estado ni siquiera se disimula en aras del decoro y de la apariencia democrática.
En la tribuna de autoridades, María Teresa Fernández de la Vega abroncó acaloradamente a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, cuya abstención en la decisión sobre su propia continuidad puede propiciar un cambio de mayoría. Este cambio podría poner en peligro el ya vigente Estatuto de Cataluña, lo que podría acarrear serios disgustos para el Gobierno de Zapatero.
Es difícil caer más bajo en democracia.
El espectáculo, aunque nuestros políticos degradados lo ignoren, no pudo ser mas bochornoso para un demócrata. El poder Judicial, nada menos que en su instancia Constitucional, que debe ser independiente para que exista la democracia, resulta humillado en público por el poder Ejecutivo, en presencia del máximo representante del poder Legislativo, otro poder teóricamente independiente, pero también vergonzosamente sometido al gobierno y al partido.
Antes, en otros gobiernos del pasado, el sometimiento de los poderes básicos al partido gobernante y al gobierno existía, pero al menos se disimulaba la sumisión. Con el actual gobierno socialista, el disimulo ha caído en el olvido y la invasión y el sojuzgamiento de los poderes básicos del Estado ni siquiera se disimula en aras del decoro y de la apariencia democrática.
En la tribuna de autoridades, María Teresa Fernández de la Vega abroncó acaloradamente a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, cuya abstención en la decisión sobre su propia continuidad puede propiciar un cambio de mayoría. Este cambio podría poner en peligro el ya vigente Estatuto de Cataluña, lo que podría acarrear serios disgustos para el Gobierno de Zapatero.
Es difícil caer más bajo en democracia.