Ayer, día 8 de abril de 1916, quedó demostrado que los nuevos partidos no han traído a España uns nueva política, sino únicamente a nuevos políticos que practican lo viejo y lo sucio con idéntica maestría a como lo han hecho desde hace décadas el PSOE, el PP, IU y ese nacionalismo que odia a España y quiere romperla. Podemos y también Ciudadanos, aunque este partido con menos intensidad, han demostrado que son asquerosamente parecidos a la vieja derecha y a la vieja izquierda que han gobernado España con injusticia, desigualdad, mentiras, falsedades, desprecio al ciudadano, endeudamiento, despilfarro, errores mayúsculos, compra de votos, ausencia de valores y antidemocracia, entre otros muchos vicios y carencias.
Todos los políticos en la escena española han tratado con idéntico desprecio al pueblo, al que se le ha mentido y engañado cientos de veces durante los últimos meses, haciendo pasar la arrogancia por prudencia, exigiendo cargos y puestos en el futuro gobierno, negándose a negociar desde una dignidad falsa que ocultaba la incompetencia, simulando negociar sin negociar, reuniéndose sin ánimo de alcanzar acuerdos, escondiendo las verdaderas reivindicaciones, movidos por una ambición innoble, abriéndose a pactos imposibles en democracia, sin transparencia, sin un sólo gramo de democracia y verdad.
Hubo ayer un episodio que refleja con claridad meridiana la mezquindad y bajeza de la política española y, más concretamente, la que Pablo Iglesias y su equipo han inyectado en aquel Podemos que apareció en 2014 cargado de frescura y esperanza de cambio. En la rueda de prensa que concedió en Barcelona, tras ser preguntado sobre los insultos vertidos por el presidente venezolano Nicolás Maduro contra Mariano Rajoy, tan agresivos y sucios que han asombrado a la comunidad internacional, Iglesias, demostrando ser una marioneta del chavismo, empleo la mas injusta equidistancia al afirmar que ambos mandatarios deben "bajar el tono", equiparando al ofensor con el ofendido, al venezolano que transgrede con agresiones las normas de la cordura y la educación con el que en todo momento ha guardado silencio.
Iglesias, con esa postura injusta de equidistancia, equiparando al agresor con el agredido, no sólo demuestra cobardía, sino que confirma que él y su equipo son un ariete del chavismo en España y Europa, un intento de desembarco en tierras europeas de la estrategia totalitaria ideada en Cuba y desplegada en Venezuela para que el viejo comunismo derrotado y caduco renazca y se apodere del poder político en pleno siglo XXI.
Podemos, aquel movimiento cargado de esperanzas, que parecía heredar la protesta fundada y el espíritu libre del movimiento 15M, ha sido transformado por Pablo Iglesias y su equipo en una sucursal de ese chavismo, también fracasado, que ha convertido a Venezuela en un país donde las élites que controlan el poder viven como príncipes rodeados de ejércitos de mendigos que son capaces de prostituirse por unos rollos de papel higiénico o unas latas de conserva.
Ni siquiera el ambicioso Pedro Sánchez, dispuesto a casi todo para llegar a la Moncloa, ha sido capaz de sellar un pacto con los inquietantes dirigentes de Podemos, un partido que ya no encarna la protesta, ni el sano deseo de cambiar la sucia política española, sino la mentira y la suciedad que emanan siempre del totalitarismo viejo, por mucho que se disfrace.
Lo que fue una esperanza sana y noble al principio, sólo es ya una punta de lanza totalitaria cuya línea genética, por vía directa, conduce desde Lenin, Stalin y los hermanos Castro hasta Hugo Chaves y Pablito Iglesias.
Todos los políticos en la escena española han tratado con idéntico desprecio al pueblo, al que se le ha mentido y engañado cientos de veces durante los últimos meses, haciendo pasar la arrogancia por prudencia, exigiendo cargos y puestos en el futuro gobierno, negándose a negociar desde una dignidad falsa que ocultaba la incompetencia, simulando negociar sin negociar, reuniéndose sin ánimo de alcanzar acuerdos, escondiendo las verdaderas reivindicaciones, movidos por una ambición innoble, abriéndose a pactos imposibles en democracia, sin transparencia, sin un sólo gramo de democracia y verdad.
Hubo ayer un episodio que refleja con claridad meridiana la mezquindad y bajeza de la política española y, más concretamente, la que Pablo Iglesias y su equipo han inyectado en aquel Podemos que apareció en 2014 cargado de frescura y esperanza de cambio. En la rueda de prensa que concedió en Barcelona, tras ser preguntado sobre los insultos vertidos por el presidente venezolano Nicolás Maduro contra Mariano Rajoy, tan agresivos y sucios que han asombrado a la comunidad internacional, Iglesias, demostrando ser una marioneta del chavismo, empleo la mas injusta equidistancia al afirmar que ambos mandatarios deben "bajar el tono", equiparando al ofensor con el ofendido, al venezolano que transgrede con agresiones las normas de la cordura y la educación con el que en todo momento ha guardado silencio.
Iglesias, con esa postura injusta de equidistancia, equiparando al agresor con el agredido, no sólo demuestra cobardía, sino que confirma que él y su equipo son un ariete del chavismo en España y Europa, un intento de desembarco en tierras europeas de la estrategia totalitaria ideada en Cuba y desplegada en Venezuela para que el viejo comunismo derrotado y caduco renazca y se apodere del poder político en pleno siglo XXI.
Podemos, aquel movimiento cargado de esperanzas, que parecía heredar la protesta fundada y el espíritu libre del movimiento 15M, ha sido transformado por Pablo Iglesias y su equipo en una sucursal de ese chavismo, también fracasado, que ha convertido a Venezuela en un país donde las élites que controlan el poder viven como príncipes rodeados de ejércitos de mendigos que son capaces de prostituirse por unos rollos de papel higiénico o unas latas de conserva.
Ni siquiera el ambicioso Pedro Sánchez, dispuesto a casi todo para llegar a la Moncloa, ha sido capaz de sellar un pacto con los inquietantes dirigentes de Podemos, un partido que ya no encarna la protesta, ni el sano deseo de cambiar la sucia política española, sino la mentira y la suciedad que emanan siempre del totalitarismo viejo, por mucho que se disfrace.
Lo que fue una esperanza sana y noble al principio, sólo es ya una punta de lanza totalitaria cuya línea genética, por vía directa, conduce desde Lenin, Stalin y los hermanos Castro hasta Hugo Chaves y Pablito Iglesias.
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