La banca española, más solvente, mejor gestionada, menos expuesta a la devaluada deuda soberana griega y con más blindaje que el resto de la banca europea, acaba de ser tratada injustamente en Europa y obligada a recapitalizarse con 26.000 millones de euros, más que los bancos alemanes y franceses, más insolventes y más expuestos a la ruina griega, por dos únicas razones, ajenas al sistema bancario: la primera es la debilidad de Zapatero como gobernante, que carece de prestigio, que es irrespetado y que actúa en el plano internacional como un payaso incómodo, incapaz de defender los intereses españoles, al que muchos en Europa le tienen ganas por sus meteduras de pata y por su estúpida arrogancia; la segunda es que la banca española tiene su principal debilidad en su exposición masiva (y obligada) a la deuda española, devaluada, poco apreciada en los mercados y bajo sospecha de que el gobierno nunca podrá pagarla.
En realidad, Europa le ha dado una patada a Zapatero, pero en el trasero de los bancos españoles.
Hay muchas mentiras en torno a la banca, mentiras interesadas utilizadas por la agitación y la propaganda de izquierdas para desviar hacia los banqueros un odio ciudadano que debería dirigirse, en justicia, hacia los políticos gobernantes, que son los verdaderos culpables del desastre. La principal de esas falsedades es que los bancos han sido obligados a entregar casi todo su dinero al gobierno español, insaciable pidiendo préstamos y endeudándose hasta la locura, sin que les quede casi nada para las pequeñas y medianas empresas y para las familias. Como consecuencia de esa insaciable voracidad del Estado, ocultada por los medios adictos y por la propaganda, la sociedad española tiene un cuello de botella terrible en el acceso a créditos y financiación.
Ante la injusticia perpetrada por Europa, el presidente del BBVA, el más independiente y alejado del poder político de los banqueros españoles, no ha tardado en reaccionar diciendo que España necesita un gobierno fuerte, lo que equivale a decir que el actual gobierno es débil y que a esa debilidad les debemos, tanto los ciudadanos como los bancos, gran parte de nuestros problemas.
Zapatero ha sido una plaga letal para España. Cuando llegó al poder España era la séptima economía mundial, pero hoy ya es la decimoquinta, en caída libre y con muchas posibilidades de caer hasta el puesto 20 muy pronto. Cuando llegó la crisis, España estaba mejor preparada que ningún otro país de Europa para hacerle frente y es cierto que su sistema bancario era el más sólido, pero los errores reiterados del gobierno de Zapatero han hecho posible que España se haya convertido en el país más dañado por la crisis, después de Grecia.
La expulsión del poder de Zapatero y de ese socialismo que le ha apoyado en todo momento, aliándose con los nacionalismos antiespañoles y empleando dinero público para comprar los votos y los apoyos necesarios para mantenerse en el poder, es urgente y representará, sin la menor duda, la premisa imprescindible para que España pueda resurgir e intentar la ya difícil recuperación de su prosperidad perdida.
Sólo el fanatismo de la izquierda española, capaz de votar a los suyos aunque hayan demostrado hasta la saciedad su torpeza, insolvencia y estupidez política, ha hecho posible que el PSOE, un partido que, después de los estragos causados a España, debería haberse retirado voluntariamente de la contienda electoral, esté hoy compitiendo, en plano de igualdad, con el resto de los partidos políticos españoles, en vísperas de las elecciones del 20 de noviembre, cuando deberían estar pidiendo perdón a los ciudadanos por haberles conducido hasta la pobreza, la corrupción generalizada, la derrota y la desesperación.
En realidad, Europa le ha dado una patada a Zapatero, pero en el trasero de los bancos españoles.
Hay muchas mentiras en torno a la banca, mentiras interesadas utilizadas por la agitación y la propaganda de izquierdas para desviar hacia los banqueros un odio ciudadano que debería dirigirse, en justicia, hacia los políticos gobernantes, que son los verdaderos culpables del desastre. La principal de esas falsedades es que los bancos han sido obligados a entregar casi todo su dinero al gobierno español, insaciable pidiendo préstamos y endeudándose hasta la locura, sin que les quede casi nada para las pequeñas y medianas empresas y para las familias. Como consecuencia de esa insaciable voracidad del Estado, ocultada por los medios adictos y por la propaganda, la sociedad española tiene un cuello de botella terrible en el acceso a créditos y financiación.
Ante la injusticia perpetrada por Europa, el presidente del BBVA, el más independiente y alejado del poder político de los banqueros españoles, no ha tardado en reaccionar diciendo que España necesita un gobierno fuerte, lo que equivale a decir que el actual gobierno es débil y que a esa debilidad les debemos, tanto los ciudadanos como los bancos, gran parte de nuestros problemas.
Zapatero ha sido una plaga letal para España. Cuando llegó al poder España era la séptima economía mundial, pero hoy ya es la decimoquinta, en caída libre y con muchas posibilidades de caer hasta el puesto 20 muy pronto. Cuando llegó la crisis, España estaba mejor preparada que ningún otro país de Europa para hacerle frente y es cierto que su sistema bancario era el más sólido, pero los errores reiterados del gobierno de Zapatero han hecho posible que España se haya convertido en el país más dañado por la crisis, después de Grecia.
La expulsión del poder de Zapatero y de ese socialismo que le ha apoyado en todo momento, aliándose con los nacionalismos antiespañoles y empleando dinero público para comprar los votos y los apoyos necesarios para mantenerse en el poder, es urgente y representará, sin la menor duda, la premisa imprescindible para que España pueda resurgir e intentar la ya difícil recuperación de su prosperidad perdida.
Sólo el fanatismo de la izquierda española, capaz de votar a los suyos aunque hayan demostrado hasta la saciedad su torpeza, insolvencia y estupidez política, ha hecho posible que el PSOE, un partido que, después de los estragos causados a España, debería haberse retirado voluntariamente de la contienda electoral, esté hoy compitiendo, en plano de igualdad, con el resto de los partidos políticos españoles, en vísperas de las elecciones del 20 de noviembre, cuando deberían estar pidiendo perdón a los ciudadanos por haberles conducido hasta la pobreza, la corrupción generalizada, la derrota y la desesperación.