Las generosas ubres del Estado
Las cámaras de comercio y las asociaciones empresariales están advirtiendo con preocupación que la crisis económica está disparando entre los jóvenes estudiantes el deseo de ser funcionarios o políticos, mientras que la opción de ser empresario se debilita y retrocede.
El resurgimiento entre los jóvenes españoles del sueño de formar parte del sector improductivo y gastador, integrado casi exclusivamente por funcionarios y políticos, es consecuencia directa de lo que está ocurriendo en la España actual, víctima de la crisis: las empresas cierran y los empresarios y trabajadores pierden sus empleos, mientras que funcionarios y políticos no sólo mantienen sus puestos de trabajo sino que incrementan sus ingresos y privilegios.
Potenciar la parte parásita de la sociedad española a costa de la productiva es una estúpida y suicida política que emana de los partidos políticos y de las administraciones públicas, cuyos privilegios y ventajas cada vez escandalizan más a la ciudadanía. La conclusión para el ciudadano es tan evidente como desoladora: conviene más vivir del presupuesto que producir y crear riqueza.
Es la consagración del principio de que "el que parte y reparte se lleva la mejor parte", una filosofía que está en los cimientos de la corrupción, del abuso del poder y de la ruina de los pueblos.
Durante las últimas décadas, desde las asociaciones empresariales, colegios profesionales y cámaras de comercio se ha luchado contra uno de los peores cánceres de la cultura española: la escasez de vocaciones empresariales porque los jóvenes estudiantes ansian convertirse en políticos o funcionarios, donde perciben liderazgo, privilegios, poco trabajo, buenos sueldos y hasta la posibilidad de enriquecerse a toda prisa, con un poco de suerte.
Durante la bonanza económica de los últimos años, con gran esfuerzo se consiguió prestigiar a los emprendedores y se incrementaron las vocaciones empresariales, pero todo ese logro se está viniendo abajo con la crisis, cuando los ciudadanos comprueban que en España los únicos que permanecen blindados y al margen del drama que empobrece al país y crea cada día miles de nuevos desempleados y pobres, son los servidores del Estado, cada día más atiborrados de privilegios y de ventajas.
Esas ventajas y privilegios de los improductivos que se cobijan en el Estado, frente a la inseguridad y riesgos de los que crean riqueza y prosperidad en la sociedad y el mercado, además de constituitr una diferencia injusta y lacerante, violan la Constitución Española, que garantiza una igualdad entre los españoles que el primero que no respeta es el poder político.
Desde el poder socialista, dentro de esa tendencia imparable que les conduce hacia el mal gobierno, se envía así a la sociedad el mensaje peligroso y demencial de que lo importante no es crear riqueza, sino repartirla y que vivir al margen del presupuesto público constituye un error.
¡Maldita sea!
El resurgimiento entre los jóvenes españoles del sueño de formar parte del sector improductivo y gastador, integrado casi exclusivamente por funcionarios y políticos, es consecuencia directa de lo que está ocurriendo en la España actual, víctima de la crisis: las empresas cierran y los empresarios y trabajadores pierden sus empleos, mientras que funcionarios y políticos no sólo mantienen sus puestos de trabajo sino que incrementan sus ingresos y privilegios.
Potenciar la parte parásita de la sociedad española a costa de la productiva es una estúpida y suicida política que emana de los partidos políticos y de las administraciones públicas, cuyos privilegios y ventajas cada vez escandalizan más a la ciudadanía. La conclusión para el ciudadano es tan evidente como desoladora: conviene más vivir del presupuesto que producir y crear riqueza.
Es la consagración del principio de que "el que parte y reparte se lleva la mejor parte", una filosofía que está en los cimientos de la corrupción, del abuso del poder y de la ruina de los pueblos.
Durante las últimas décadas, desde las asociaciones empresariales, colegios profesionales y cámaras de comercio se ha luchado contra uno de los peores cánceres de la cultura española: la escasez de vocaciones empresariales porque los jóvenes estudiantes ansian convertirse en políticos o funcionarios, donde perciben liderazgo, privilegios, poco trabajo, buenos sueldos y hasta la posibilidad de enriquecerse a toda prisa, con un poco de suerte.
Durante la bonanza económica de los últimos años, con gran esfuerzo se consiguió prestigiar a los emprendedores y se incrementaron las vocaciones empresariales, pero todo ese logro se está viniendo abajo con la crisis, cuando los ciudadanos comprueban que en España los únicos que permanecen blindados y al margen del drama que empobrece al país y crea cada día miles de nuevos desempleados y pobres, son los servidores del Estado, cada día más atiborrados de privilegios y de ventajas.
Esas ventajas y privilegios de los improductivos que se cobijan en el Estado, frente a la inseguridad y riesgos de los que crean riqueza y prosperidad en la sociedad y el mercado, además de constituitr una diferencia injusta y lacerante, violan la Constitución Española, que garantiza una igualdad entre los españoles que el primero que no respeta es el poder político.
Desde el poder socialista, dentro de esa tendencia imparable que les conduce hacia el mal gobierno, se envía así a la sociedad el mensaje peligroso y demencial de que lo importante no es crear riqueza, sino repartirla y que vivir al margen del presupuesto público constituye un error.
¡Maldita sea!
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