Información y Opinión

La corrupción extrema en Andalucía justifica la rebeldía ciudadana





La corrupción extrema y nauseabunda detectada recientemente en Andalucía, donde se ha utilizado el dinero público para conceder, desde la Junta, pensiones anticipadas truculentas e injustas a socialistas y miembros de UGT, justifica que los ciudadanos salgan a las calles y plazas, como en Túnez y Egipto, para exigir el fin de la corrupción y del abuso, la dimisión del gobierno, la limpieza de un sistema infectado y la convocatoria urgente de elecciones anticipadas.

Sin embargo, la protesta masiva no va a producirse en Andalucía por dos razones principales: la primera es que las estrategias y tácticas del poder para confundir y atolondrar a los ciudadanos mediante la propaganda, la mentira y la televisión de baja estofa han funcionado, y la segunda es que el envilecimiento de la ciudadanía ha alcanzado niveles tan altos que ha convertido a los andaluces en una masa acobardada e impotente de borregos insensibles ante el abuso y la iniquidad del poder político.

El alma de la corrupción detectada es tan burda, injusta e inicua que causa estupor y vergüenza: socialistas y ugetistas fueron introducidos en EREs de empresas teóricamente en crisis, financiados con dinero público por la Junta de Andalucía, recibiendo pensiones anticipadas sin que jamás hubieran trabajado en esas empresas. Para colmo de inmoralidad, algunos de los afectados afirman ahora que jamás recibieron dinero alguno, lo que todavía hace más grave e indignante esa iniquidad. La pregunta que flota en el ambiente es: ¿Fue ese dinero a parar a las arcas del PSOE o al bolsillo de algunos dirigentes corruptos?

La Justicia, que también parece horrorizada ante el alcance del drama y que ya ha practicado más de una decena de detenciones, tiene las respuestas que espera con impaciencia un país aterrorizado ante el enorme alcance de la corrupción que ha incubado en su sector público.

Si como todo parece indicar, lo que se ha detectado hasta ahora apenas es la punta del gran iceberg de la corrupción y que por debajo de la línea de flotación se ocultan nuevos EREs fraudulentos, listas negras de empresas y empresarios a los que se les vetan las subvenciones y los contratos y concesiones públicas, amiguismo, nepotismo, enchufismo, clientelismo, financiaciones sospechosas, enriquecimientos inexplicables, concursos trucados, oposiciones falseadas, urbanismo delictivo, chantajes, uso del dinero público para doblegar voluntades, intimidaciones, amenazas y una larga lista de comportamientos y delitos contra la ley, la decencia y la democracia que, el conocimiento en plenitud de esa sucia marea negra de corrupción y abuso de poder marcará la presente época como una de las peores de la historia andaluza y provocará en una sociedad que se sentirá asqueada, desbordada y asustada ante el alcance del drama, el vómito, la indignación y la vergüenza colectiva en la sociedad.

Ojalá el drama de los EREs fraudulentos sea, como afirma la Junta, un abuso de cuatro golfos, pero mucho nos tememos que sea, en realidad, la manifestación de la inmensa corrupción acumulada después de más de tres largas décadas de poder casi absoluto de un gobierno andaluz socialista que, además de corromperse, ha acumulado un poder tan denso, profundo e incompatible con la democracia, que ha infectado a toda la sociedad y ha invadido, hasta el agobio, a la sociedad civil, a la economía y hasta la vida cotidiana de los ciudadanos.

Si como cabe esperar, el escándalo de los EREs, que ya es, junto con el de los GAL, quizás el peor de los que han asolado España desde la muerte de Franco, es sólo el primero de una larga serie de abusos hoy cuidadosamente ocultos bajo las alfombras del poder andaluz, esta región andaluza, la más poblada de España, va a necesitar un rescate ético profundo y un tratamiento de choque intenso para evitar que la desmoralización y la rabia afecte a varias generaciones.

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Lunes, 14 de Febrero 2011
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