Por desgracia la corrupción no es un problema exclusivo de Sánchez, del PSOE, de los nacionalistas catalanes y del Barça. El PP ha tenido dos mayorías absolutas y no fue capaz de imponer la democracia en la podrida España. Tras sus mandatos, Montesquieu sigue decapitado en España.
Basta echar un vistazo a los tribunales de Justicia para concluir que el PP y el PSOE compiten para ser el primero en corrupción. Los dos partidos podrían ser precintados por una Justicia independiente y democrática, dada la cantidad de malhechores y tiranos que han colocado en puestos de poder.
Rajoy traicionó sus promesas, mantuvo intacto el odio desatado con la Ley de Memoria Histórica y reforzó las maldades y suciedades de Zapatero. A partir de entonces, el PP no es fiable para millones de ciudadanos, muchos de los cuales han emigrado a VOX.
La fragmentación del país en taifas es además uno de los mayores incentivos para la corrupción y el PP la mantiene con firmeza. La Agenda 2030, que el PP comparte con el PSOE de manera entusiasta, iguala a los dos partidos y constituye un estímulo a la corrupción.
El sanchismo ha sido y es tan sucio y deleznable que nos estamos olvidando que el PP puede igualarlo y superarlo, como ya ocurrió con Rajoy. Sánchez ya es un cadáver fracasado, pero nos empeñamos en ignorar que el PP, con sus actuaciones en el pasado, es cualquier cosa menos una alternativa real y fiable al sanchismo.
Quizás no se atreva porque el escándalo seria tan grande que la reacción airada de sus votantes le haría desaparecer como partido político, pero, si pudiera, el PP pactaría mejor con el PSOE que con VOX.
Con el PSOE, el PP ha aprendido a convivir y a repartirse el poder, pero a VOX le tiene pánico porque los de Abascal tienen las alforjas limpias de podredumbre y traiciones, no tienen culpa en la decadencia de España y en su ruta de corrupción recorrida en las últimas décadas y parece que no se venden fácilmente, ni traicionan sus promesas y principios, ni silencian las injusticias y abusos.
Francisco Rubiales
Basta echar un vistazo a los tribunales de Justicia para concluir que el PP y el PSOE compiten para ser el primero en corrupción. Los dos partidos podrían ser precintados por una Justicia independiente y democrática, dada la cantidad de malhechores y tiranos que han colocado en puestos de poder.
Rajoy traicionó sus promesas, mantuvo intacto el odio desatado con la Ley de Memoria Histórica y reforzó las maldades y suciedades de Zapatero. A partir de entonces, el PP no es fiable para millones de ciudadanos, muchos de los cuales han emigrado a VOX.
La fragmentación del país en taifas es además uno de los mayores incentivos para la corrupción y el PP la mantiene con firmeza. La Agenda 2030, que el PP comparte con el PSOE de manera entusiasta, iguala a los dos partidos y constituye un estímulo a la corrupción.
El sanchismo ha sido y es tan sucio y deleznable que nos estamos olvidando que el PP puede igualarlo y superarlo, como ya ocurrió con Rajoy. Sánchez ya es un cadáver fracasado, pero nos empeñamos en ignorar que el PP, con sus actuaciones en el pasado, es cualquier cosa menos una alternativa real y fiable al sanchismo.
Quizás no se atreva porque el escándalo seria tan grande que la reacción airada de sus votantes le haría desaparecer como partido político, pero, si pudiera, el PP pactaría mejor con el PSOE que con VOX.
Con el PSOE, el PP ha aprendido a convivir y a repartirse el poder, pero a VOX le tiene pánico porque los de Abascal tienen las alforjas limpias de podredumbre y traiciones, no tienen culpa en la decadencia de España y en su ruta de corrupción recorrida en las últimas décadas y parece que no se venden fácilmente, ni traicionan sus promesas y principios, ni silencian las injusticias y abusos.
Francisco Rubiales