Habrá resistencia en las calles y en los despachos y las tensiones alcanzarán niveles de pánico. Si todo fallara, si el 155 resultara inútil y si las masas catalanas fanatizadas, lanzadas en las calles, lograran, al final, imponer la independencia, entonces entraría en escena "el Plan B”, diseñado por Europa con maquiavelismo cruel para disuadir y aterrorizar a todos los países que quieran recorrer el camino de la independencia en el futuro.
El "plan B" no es un plan sádico y vengativo porque sólo consiste en aplicar al país independizado la legislación vigente, pero esas leyes son más que suficientes para provocar tantos males y daños al nuevo Estado que se arrepentiría pronto de los pasos dados.
Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea y privada de todas las ventajas y privilegios que conlleva la pertenencia a la Europa Comunitaria. Eso, sin más, sería suficiente, según los expertos, para ponerla de rodillas y forzar que suplique que las cosas vuelvan a ser como antes.
El infierno le caería encima a Cataluña en forma de aduanas, fronteras, royalties, aranceles, inseguridad jurídica, financiación nula, alejamiento del Banco Central Europeo, fuga masiva de empresas, falta de competitividad, devaluaciones monetarias, corralitos bancarios y un empobrecimiento tan acelerado e intenso que enfurecería a los flamantes ciudadanos catalanes y los haría rebelarse contra sus políticos por haberlos conducido hacia el peor de los desastres.
Sin el euro, sin financiación, sin empresas, sin seguridad jurídica y asfixiada por las fronteras, las aduanas, los royalties y los aranceles, Cataluña, sin apenas turismo, no tardaría mucho en ser un país pobre y arruinado, sin futuro y desesperado, un “modelo” perfecto que demuestre a las demás regiones independentistas de Europa lo que se consigue cuando se rompe la unidad y se opta por la ruptura.
De lo que se trata es de utilizar a Cataluña como Estados Unidos ha estado utilizando a Cuba durante medio siglo: como un escaparate de desolación, pobreza y fracaso que demostraba al resto de los países latinoamericanos lo que les ocurre a los que apuestan por el comunismo.
Los expertos del plan B saben que, asfixiados, los políticos catalanes podrían caer en la tentación de solicitar socorro a China, Rusia e Irán, pero en ese caso la situación solo empeoraría porque el drama catalán comenzaría a ser también un problema prioritario de la OTAN, lo que equivale a riesgo real de conflicto bélico.
Francisco Rubiales
El "plan B" no es un plan sádico y vengativo porque sólo consiste en aplicar al país independizado la legislación vigente, pero esas leyes son más que suficientes para provocar tantos males y daños al nuevo Estado que se arrepentiría pronto de los pasos dados.
Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea y privada de todas las ventajas y privilegios que conlleva la pertenencia a la Europa Comunitaria. Eso, sin más, sería suficiente, según los expertos, para ponerla de rodillas y forzar que suplique que las cosas vuelvan a ser como antes.
El infierno le caería encima a Cataluña en forma de aduanas, fronteras, royalties, aranceles, inseguridad jurídica, financiación nula, alejamiento del Banco Central Europeo, fuga masiva de empresas, falta de competitividad, devaluaciones monetarias, corralitos bancarios y un empobrecimiento tan acelerado e intenso que enfurecería a los flamantes ciudadanos catalanes y los haría rebelarse contra sus políticos por haberlos conducido hacia el peor de los desastres.
Sin el euro, sin financiación, sin empresas, sin seguridad jurídica y asfixiada por las fronteras, las aduanas, los royalties y los aranceles, Cataluña, sin apenas turismo, no tardaría mucho en ser un país pobre y arruinado, sin futuro y desesperado, un “modelo” perfecto que demuestre a las demás regiones independentistas de Europa lo que se consigue cuando se rompe la unidad y se opta por la ruptura.
De lo que se trata es de utilizar a Cataluña como Estados Unidos ha estado utilizando a Cuba durante medio siglo: como un escaparate de desolación, pobreza y fracaso que demostraba al resto de los países latinoamericanos lo que les ocurre a los que apuestan por el comunismo.
Los expertos del plan B saben que, asfixiados, los políticos catalanes podrían caer en la tentación de solicitar socorro a China, Rusia e Irán, pero en ese caso la situación solo empeoraría porque el drama catalán comenzaría a ser también un problema prioritario de la OTAN, lo que equivale a riesgo real de conflicto bélico.
Francisco Rubiales
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