La corrupción ha despertado el rechazo y el odio en la ciudadanía a los gobernantes, a los que parece no importarles. A pesar del odio que despiertan, crean nuevos impuestos que saquean los bolsillos del ciudadano robándoles legalmente. Los políticos, acostumbrados a gastar sin límites y a disfrutar de los privilegios y de la abundancia plena, no están dispuestos a reducir el tamaño del monstruoso Estado que han construido, ni a ser austeros, y han decidido arrebatar a los ciudadanos todo lo que puedan, a costa, incluso, de sembrar la ruina y el empobrecimiento en la sociedad.
Franco, al morir, dejó a España sin deuda exterior. Era el país menos endeudado de Europa, junto con Luxemburgo, pero desde entonces, los falsos demócratas han pedido dinero a los bancos de manera enloquecida, convirtiendo a España en una de las naciones más endeudadas del mundo. Tan sólo por ese abuso, que condena a las futuras generaciones de españoles, muchos políticos españoles merecen la cárcel.
Los que mandan ahora, quizás los peores administradores en siglos, ya están provocando la fuga de grandes empresas y de ciudadanos ricos con su comportamiento podrido e inmisericorde. Son hijos de la codicia y adictos a la usura y al expolio.
Están acabando con las clases medias, están esquilmando a los ciudadanos con impuestos abusivos, que ya cobran hasta a los muertos, están arruinando muchas empresas y sobre todo a los autónomos con impuestos inhumanos, están convirtiendo a los pensionistas en pobres miserables, a pesar de que el 34 por ciento de los hogares de España viven de la única pensión de un anciano... y ahora aprueban nuevos impuestos a una población a la que conducen a la pobreza.
Los socialistas son insaciables, codiciosos, avarientos y se sienten tan fuertes y seguros, rodeados de policías, jueces amigos y periodistas sometidos que han perdido el miedo a las leyes, al abuso y al pueblo, al que avasallan. Al contemplarlo uno comprende toda la verdad que encierra aquella sentencia de que "cuando el pueblo teme al gobierno, es que hay tiranía, pero cuando el gobierno teme al pueblo es que hay democracia". En países altamente degradados, como España, es el pueblo el que tiene terror al gobierno.
Antes conseguían de la corrupción todo el dinero que necesitaban para enriquecerse y despilfarrar, mediante mordidas, comisiones, subvenciones vendidas, contratos públicos trucados y otras suciedades, pero ahora, como la sociedad se ha sensibilizado ante ese abuso y los jueces consideran la corrupción un crimen, ahora lo están sustituyendo por el robo legalizado a los ciudadanos y a las empresas, a través de tasas e impuestos, una práctica de saqueo nauseabunda, abusiva, antidemocrática, canalla y contraria a la Constitución, aunque ellos la hayan convertido en legal.
Nos quieren convencer de que VOX es un monstruo, cuando los verdaderos monstruos son ellos. VOX prometa bajar impuestos, reducir el tamaño del Estado, algo que desean todos los españoles decentes, pero los esquilmadores demonizan a VOX para que el pueblo los odie.
Millones de españoles, hartos de ser expoliados y guiados por corruptos que arruinan la nación, sueñan ya con la llegada a España de un Milei que reduzca el Estado, que expulse a los cientos de miles de políticos y enchufados que sobran y que saneen la nación y la pongan al servicio de los ciudadanos, no de los políticos, como hace el socialismo.
Los que gobiernan hoy España y sus socios comunistas, golpistas y herederos del terrorismo son adoradores de un Estado inmenso, controlado por ellos y sus partidos, una codicia corrupta que impide la libertad, el aire fresco, el decoro y el auténtico progreso.
La tendencia al cobro excesivo de impuestos y tasas es hija de la avaricia y la corrupción, los mayores peligros de la política española, junto al abuso de poder y el odio a la democracia y a los valores.
La España de Sánchez se hace irrespirable. Ferrovial ya ha huido, el Santander se lleva fuera de España su negocio de banca al por mayor y miles de españoles con ahorros se establecen en el extranjero para escapar del expolio. de la ruina corrupta.
Francisco Rubiales
Franco, al morir, dejó a España sin deuda exterior. Era el país menos endeudado de Europa, junto con Luxemburgo, pero desde entonces, los falsos demócratas han pedido dinero a los bancos de manera enloquecida, convirtiendo a España en una de las naciones más endeudadas del mundo. Tan sólo por ese abuso, que condena a las futuras generaciones de españoles, muchos políticos españoles merecen la cárcel.
Los que mandan ahora, quizás los peores administradores en siglos, ya están provocando la fuga de grandes empresas y de ciudadanos ricos con su comportamiento podrido e inmisericorde. Son hijos de la codicia y adictos a la usura y al expolio.
Están acabando con las clases medias, están esquilmando a los ciudadanos con impuestos abusivos, que ya cobran hasta a los muertos, están arruinando muchas empresas y sobre todo a los autónomos con impuestos inhumanos, están convirtiendo a los pensionistas en pobres miserables, a pesar de que el 34 por ciento de los hogares de España viven de la única pensión de un anciano... y ahora aprueban nuevos impuestos a una población a la que conducen a la pobreza.
Los socialistas son insaciables, codiciosos, avarientos y se sienten tan fuertes y seguros, rodeados de policías, jueces amigos y periodistas sometidos que han perdido el miedo a las leyes, al abuso y al pueblo, al que avasallan. Al contemplarlo uno comprende toda la verdad que encierra aquella sentencia de que "cuando el pueblo teme al gobierno, es que hay tiranía, pero cuando el gobierno teme al pueblo es que hay democracia". En países altamente degradados, como España, es el pueblo el que tiene terror al gobierno.
Antes conseguían de la corrupción todo el dinero que necesitaban para enriquecerse y despilfarrar, mediante mordidas, comisiones, subvenciones vendidas, contratos públicos trucados y otras suciedades, pero ahora, como la sociedad se ha sensibilizado ante ese abuso y los jueces consideran la corrupción un crimen, ahora lo están sustituyendo por el robo legalizado a los ciudadanos y a las empresas, a través de tasas e impuestos, una práctica de saqueo nauseabunda, abusiva, antidemocrática, canalla y contraria a la Constitución, aunque ellos la hayan convertido en legal.
Nos quieren convencer de que VOX es un monstruo, cuando los verdaderos monstruos son ellos. VOX prometa bajar impuestos, reducir el tamaño del Estado, algo que desean todos los españoles decentes, pero los esquilmadores demonizan a VOX para que el pueblo los odie.
Millones de españoles, hartos de ser expoliados y guiados por corruptos que arruinan la nación, sueñan ya con la llegada a España de un Milei que reduzca el Estado, que expulse a los cientos de miles de políticos y enchufados que sobran y que saneen la nación y la pongan al servicio de los ciudadanos, no de los políticos, como hace el socialismo.
Los que gobiernan hoy España y sus socios comunistas, golpistas y herederos del terrorismo son adoradores de un Estado inmenso, controlado por ellos y sus partidos, una codicia corrupta que impide la libertad, el aire fresco, el decoro y el auténtico progreso.
La tendencia al cobro excesivo de impuestos y tasas es hija de la avaricia y la corrupción, los mayores peligros de la política española, junto al abuso de poder y el odio a la democracia y a los valores.
La España de Sánchez se hace irrespirable. Ferrovial ya ha huido, el Santander se lleva fuera de España su negocio de banca al por mayor y miles de españoles con ahorros se establecen en el extranjero para escapar del expolio. de la ruina corrupta.
Francisco Rubiales