El gobierno chino que preside Hu Jintao acaba de encarcelar al obispo católico Julio Jia Zhiguo en un lugar desconocido, protagonizando así una actuación política totalitaria y vergonzosa, ante la que los cobardes países democráticos de Occidente ni siquiera se han atrevido a reaccionar.
El totalitarismo chino, cuyo gobierno sigue en manos del mastodóntico y jurásico Partido Comunista Chino, mantiene encarcelados en la actualidad a 18 obispos católicos y a más de 20 sacerdotes que no se han sometido a los dictados del gobierno, que exige ejercer el control de la religión.
El obispo Julio Jia Zhiguo, de 70 años, ha pasado más de 20 años de su vida en las cárceles chinas por mantenerse fiel a la Iglesia Católica, prohibida en China desde hace medio siglo.
Muchos pensadores, escritores y organizaciones de Occidente reclaman a sus gobiernos democráticos "mano dura" frente a una China que no respeta los derechos humanos ni las reglas básicas de la convivencia internacional.
Pero Occidente está reaccionando ante la potencia emergente de China con la misma cobardía vergonzosa con la que trató a Hitler en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, demostrando así que antepone los intereses y los negocios a los principios y valores.
El totalitarismo chino, cuyo gobierno sigue en manos del mastodóntico y jurásico Partido Comunista Chino, mantiene encarcelados en la actualidad a 18 obispos católicos y a más de 20 sacerdotes que no se han sometido a los dictados del gobierno, que exige ejercer el control de la religión.
El obispo Julio Jia Zhiguo, de 70 años, ha pasado más de 20 años de su vida en las cárceles chinas por mantenerse fiel a la Iglesia Católica, prohibida en China desde hace medio siglo.
Muchos pensadores, escritores y organizaciones de Occidente reclaman a sus gobiernos democráticos "mano dura" frente a una China que no respeta los derechos humanos ni las reglas básicas de la convivencia internacional.
Pero Occidente está reaccionando ante la potencia emergente de China con la misma cobardía vergonzosa con la que trató a Hitler en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, demostrando así que antepone los intereses y los negocios a los principios y valores.