Cobardía frente al secesionismo catalán
La sucia complicidad de los gobiernos españoles de González, Aznar y Zapatero con el nacionalismo catalán y la actual parálisis cobarde del gobierno de Rajoy han causado graves daños a la dignidad de España y decenas de miles de víctimas en Cataluña, donde la gente que se sentía española y que rechazaba el nacionalismo ha tenido que someterse a la horda del odio, abandonados y sin que la falsa democracia española les socorriera o les tendiera una mano amiga.
Algunos héroes han plantado cara a la horda del odio y esa valentía les ha costado la ruina económica, el fracaso profesional o el exilio forzado, pero la mayoría ha tenido que tragarse su dignidad y rendirse y adaptarse, llenos de vergüenza, sin comprender por qué la España que ellos defendían no les echaba una mano. Esa España, gobernada por políticos corruptos que preferían pactar con el nacionalismo para que sus votos les mantuvieran en el poder, fue tan sucia y vil como el nacionalismo que, con las manos libres, se dedicó a adoctrinar y a esparcir división y odio en las escuelas y en toda la sociedad. Mientras el PP y el PSOE disfrutaban de los votos catalanes para gobernar, los que rotulaban sus negocios en español eran multados, los que hablaban la lengua común eran señalados y los que defendían una idea de España eran marginados y perseguidos.
La miseria y la indignidad acumuladas por el PSOE y el PP en los territorios catalanes son imperdonables y la vileza acumulada en sus actuaciones políticas son dignas de oprobio y de castigo implacable en las urnas.
Maestros, periodistas, abogados, funcionarios y profesionales de todo tipo o han sido mártires o han tenido que rendirse al nacionalismo para conservar sus puestos de trabajo. Solos frente al abuso fanático del nacionalismo, la mayoría tuvo que claudicar y muchos de ellos, indignados porque España les abandonó, hay ya militan en las filas del odio.
Apostatar de España ante el poder despótico nacionalista era la única salida para los que no tenían madera de héroes. España, que en el pasado fue un país de valientes, nunca debió dejarlos en la estacada. González, Aznar, Zapatero y el mismo Rajoy tendrán que responder ante la Historia y ojalá también ante sus ciudadanos, de tanta vileza política.
El mayor "mérito" del nacionalismo catalán es haber sabido construir, de manera discreta, el limbo del desprecio y la marginación a todo lo español. Mezclando el desprecio a España con adoctrinamiento, mucho victimismo y algunas dosis de odio, el nacionalismo se transformó en independentismo, mientras los grandes partidos políticos españoles miraban cobardemente hacia otra parte, dejando abandonados a cientos de miles de catalanes que se sentían españoles.
La sociedad catalana es la tercera culpable del drama, después del nacionalismo y de los políticos españoles. Su silenciosa cobardía les llevó a colocarse en una deshonrosa equidistancia entre las víctimas y sus verdugos. Grandes empresas que tenían su mercado en España, grandes instituciones financieras que se hicieron grandes en España, todas impregnadas de una cobardía silenciosa que beneficiaba el asalto nacionalista al poder.
Todavía hay en Cataluña cientos de miles de víctimas anónimas y silenciosas que se sienten avergonzadas por su fracaso social e indignadas porque España les abandonó en el momento difícil. Muchos se han dejado deglutir por la horda del odio, pero muchos de ellos todavía pueden ser recuperados, pero para eso tendrían que ver rigor, decencia, dignidad y respeto a las leyes en unos políticos españoles que hasta ahora, en Cataluña, sólo han desplegado ineptitud y cobardía.
Cataluña, por culpa del nacionalismo y de la cobardía española, es el territorio español con mas miedo por metro cúbico. Muchas víctimas viven escondidas para ocultar su fracaso social y su marginación, carentes del reconocimiento y la justicia que merecían por haber intentado defender a su nación.
En ese doloroso paquete de las víctimas están los que se han quejado del adoctrinamiento de sus hijos en los colegios, de la enseñanza obligatoria del catalán y de la marginación del español, un idioma que hablan mas de 500 millones de seres humanos en el planeta, los que han tenido que someterse al engaño y a la mentira, lanzados desde los medios de comunicación subvencionados, los profesionales que han tenido que doblar la cerviz ante el yugo autoritario nacionalista, los maestros, periodistas y demás profesionales que han tenido que claudicar ante la bota ultracatalanista.
Aunque tarde, todavía este país puede demostrar un poco de dignidad y de justicia ante el abuso nacionalista catalán y rescatar de la humillación a los que todavía resistan o sufran por haber defendido su nación. Es hora de demostrar que ya no tiene vigencia ese principio terrible que ha emponzoñado la vida catalana en las últimas décadas: "Trabajar para la causa nacionalista tiene premio y trabajar por la causa de la Unidad de España tiene castigo".
Algunos héroes han plantado cara a la horda del odio y esa valentía les ha costado la ruina económica, el fracaso profesional o el exilio forzado, pero la mayoría ha tenido que tragarse su dignidad y rendirse y adaptarse, llenos de vergüenza, sin comprender por qué la España que ellos defendían no les echaba una mano. Esa España, gobernada por políticos corruptos que preferían pactar con el nacionalismo para que sus votos les mantuvieran en el poder, fue tan sucia y vil como el nacionalismo que, con las manos libres, se dedicó a adoctrinar y a esparcir división y odio en las escuelas y en toda la sociedad. Mientras el PP y el PSOE disfrutaban de los votos catalanes para gobernar, los que rotulaban sus negocios en español eran multados, los que hablaban la lengua común eran señalados y los que defendían una idea de España eran marginados y perseguidos.
La miseria y la indignidad acumuladas por el PSOE y el PP en los territorios catalanes son imperdonables y la vileza acumulada en sus actuaciones políticas son dignas de oprobio y de castigo implacable en las urnas.
Maestros, periodistas, abogados, funcionarios y profesionales de todo tipo o han sido mártires o han tenido que rendirse al nacionalismo para conservar sus puestos de trabajo. Solos frente al abuso fanático del nacionalismo, la mayoría tuvo que claudicar y muchos de ellos, indignados porque España les abandonó, hay ya militan en las filas del odio.
Apostatar de España ante el poder despótico nacionalista era la única salida para los que no tenían madera de héroes. España, que en el pasado fue un país de valientes, nunca debió dejarlos en la estacada. González, Aznar, Zapatero y el mismo Rajoy tendrán que responder ante la Historia y ojalá también ante sus ciudadanos, de tanta vileza política.
El mayor "mérito" del nacionalismo catalán es haber sabido construir, de manera discreta, el limbo del desprecio y la marginación a todo lo español. Mezclando el desprecio a España con adoctrinamiento, mucho victimismo y algunas dosis de odio, el nacionalismo se transformó en independentismo, mientras los grandes partidos políticos españoles miraban cobardemente hacia otra parte, dejando abandonados a cientos de miles de catalanes que se sentían españoles.
La sociedad catalana es la tercera culpable del drama, después del nacionalismo y de los políticos españoles. Su silenciosa cobardía les llevó a colocarse en una deshonrosa equidistancia entre las víctimas y sus verdugos. Grandes empresas que tenían su mercado en España, grandes instituciones financieras que se hicieron grandes en España, todas impregnadas de una cobardía silenciosa que beneficiaba el asalto nacionalista al poder.
Todavía hay en Cataluña cientos de miles de víctimas anónimas y silenciosas que se sienten avergonzadas por su fracaso social e indignadas porque España les abandonó en el momento difícil. Muchos se han dejado deglutir por la horda del odio, pero muchos de ellos todavía pueden ser recuperados, pero para eso tendrían que ver rigor, decencia, dignidad y respeto a las leyes en unos políticos españoles que hasta ahora, en Cataluña, sólo han desplegado ineptitud y cobardía.
Cataluña, por culpa del nacionalismo y de la cobardía española, es el territorio español con mas miedo por metro cúbico. Muchas víctimas viven escondidas para ocultar su fracaso social y su marginación, carentes del reconocimiento y la justicia que merecían por haber intentado defender a su nación.
En ese doloroso paquete de las víctimas están los que se han quejado del adoctrinamiento de sus hijos en los colegios, de la enseñanza obligatoria del catalán y de la marginación del español, un idioma que hablan mas de 500 millones de seres humanos en el planeta, los que han tenido que someterse al engaño y a la mentira, lanzados desde los medios de comunicación subvencionados, los profesionales que han tenido que doblar la cerviz ante el yugo autoritario nacionalista, los maestros, periodistas y demás profesionales que han tenido que claudicar ante la bota ultracatalanista.
Aunque tarde, todavía este país puede demostrar un poco de dignidad y de justicia ante el abuso nacionalista catalán y rescatar de la humillación a los que todavía resistan o sufran por haber defendido su nación. Es hora de demostrar que ya no tiene vigencia ese principio terrible que ha emponzoñado la vida catalana en las últimas décadas: "Trabajar para la causa nacionalista tiene premio y trabajar por la causa de la Unidad de España tiene castigo".