Cataluña compite con España y la supera con creces en antidemocracia e indecencia. La sociedad catalana tiene todavía mas vicios, lastres y déficits que la española: cobarde, injusta, con políticos impunes y corruptos, con clases altas que roban y disfrutan del sistema y con marginados y desposeídos abandonados a su suerte. Si a todo esto se agregan los estragos causados por el "proceso" independentista: huida de empresas, empobrecimiento, deterioro del prioritario mercado español, aislamiento, mentiras, despilfarro, endeudamiento, ruina económica y otras muchas desgracias, cabe asumir que el hedor antidemocrático catalán supera al español.
El proceso golpista catalán se está produciendo sin que la mayoría de los catalanes, contrarios a esa ruptura, se oponga de manera decidida. La tibieza y el miedo lo dominan todo. Hasta muchas empresas que pierden mercado y caen en picado guardan un silencio acobardado. La Generalitat, a la que los gobiernos españoles han permitido todos los excesos y arbitrariedades durante las últimas décadas, ha sabido crear un ambiente de temor similar al que crean los fascismos, que genera una sociedad atemorizada, pasiva e incapaz de defenderse.
Pero es en temeridad y demencia donde los catalanes ganan por goleada. Cataluña avanza por un campo minado, guida por un liderazgo loco, inconsciente de que practica el suicidio. La clase política catalana está impulsando la independencia a pesar de que perdieron el plebiscito que plantearon al obtener una mayoría de votos en contra. El desafío a la ley, el incumplimiento de las sentencias de los altos tribunales y el gusto por una provocación permanente que puede traer consigo violencia y dramas difíciles de imaginar en sociedades europeas avanzadas, completan el cuadro de irresponsabilidades y estragos a Cataluña por parte de su pésima y corrupta clase dirigente, habituada a tergiversar la Historia y a mentir continuamente sobre las graves consecuencias que tendrá para Cataluña la separación de España, entre las que destacan una pérdida masiva de empleos y de empresas, la salida del euro, aranceles y aduanas y el hundimiento de su capacidad financiera, mas el impago de pensiones y una declaración internacional de quiebra.
Elegir a un independentista radical como presidente de la Generalitat es una decisión vengativa y malévola de Artur Mas, que, tras haber sufrido humillaciones insoportables para alguien con dignidad, quiere morir matando y embarcando a su pueblo en una lucha ruinosa, que puede terminar en tragedia, a pesar de que ni siquiera cuenta con el apoyo de la mayoría de los catalanes.
Millones de españoles apoyaríamos un proceso independentista catalán basado en la democracia, la decencia, la lucha contra los corruptos, la justicia y el deseo de escapar de una España injusta, antidemocrática y gobernada por políticos sin altura ni grandeza, pero no es el caso porque el independentismo catalán descansa sobre columnas todavía mas sucias e injustas que las que sostienen la falsa democracia española.
Lo peor está todavía por llegar en el conflicto de Cataluña porque los independentistas creen que la única forma de obtener apoyos de la sociedad es mediante el victimismo y la afrenta. Su mayor sueño es provocar que el Estado aplique el artículo 155 de la Constitución y, sobre todo, que envíe los tanques. Si lo consiguen, los muy irresponsables, "fliparían" de placer maligno porque esperan que el pueblo catalán, ante esa reacción, se pase en masa a las filas independentistas.
El proceso golpista catalán se está produciendo sin que la mayoría de los catalanes, contrarios a esa ruptura, se oponga de manera decidida. La tibieza y el miedo lo dominan todo. Hasta muchas empresas que pierden mercado y caen en picado guardan un silencio acobardado. La Generalitat, a la que los gobiernos españoles han permitido todos los excesos y arbitrariedades durante las últimas décadas, ha sabido crear un ambiente de temor similar al que crean los fascismos, que genera una sociedad atemorizada, pasiva e incapaz de defenderse.
Pero es en temeridad y demencia donde los catalanes ganan por goleada. Cataluña avanza por un campo minado, guida por un liderazgo loco, inconsciente de que practica el suicidio. La clase política catalana está impulsando la independencia a pesar de que perdieron el plebiscito que plantearon al obtener una mayoría de votos en contra. El desafío a la ley, el incumplimiento de las sentencias de los altos tribunales y el gusto por una provocación permanente que puede traer consigo violencia y dramas difíciles de imaginar en sociedades europeas avanzadas, completan el cuadro de irresponsabilidades y estragos a Cataluña por parte de su pésima y corrupta clase dirigente, habituada a tergiversar la Historia y a mentir continuamente sobre las graves consecuencias que tendrá para Cataluña la separación de España, entre las que destacan una pérdida masiva de empleos y de empresas, la salida del euro, aranceles y aduanas y el hundimiento de su capacidad financiera, mas el impago de pensiones y una declaración internacional de quiebra.
Elegir a un independentista radical como presidente de la Generalitat es una decisión vengativa y malévola de Artur Mas, que, tras haber sufrido humillaciones insoportables para alguien con dignidad, quiere morir matando y embarcando a su pueblo en una lucha ruinosa, que puede terminar en tragedia, a pesar de que ni siquiera cuenta con el apoyo de la mayoría de los catalanes.
Millones de españoles apoyaríamos un proceso independentista catalán basado en la democracia, la decencia, la lucha contra los corruptos, la justicia y el deseo de escapar de una España injusta, antidemocrática y gobernada por políticos sin altura ni grandeza, pero no es el caso porque el independentismo catalán descansa sobre columnas todavía mas sucias e injustas que las que sostienen la falsa democracia española.
Lo peor está todavía por llegar en el conflicto de Cataluña porque los independentistas creen que la única forma de obtener apoyos de la sociedad es mediante el victimismo y la afrenta. Su mayor sueño es provocar que el Estado aplique el artículo 155 de la Constitución y, sobre todo, que envíe los tanques. Si lo consiguen, los muy irresponsables, "fliparían" de placer maligno porque esperan que el pueblo catalán, ante esa reacción, se pase en masa a las filas independentistas.