La denuncia lanzada por el diario El Mundo de que el gobierno de Zapatero utilizó los fondos públicos del Instituto de Crédito Oficial (ICO), teóricamente destinados para apoyar a la pequeña y mediana empresa, para ayudar al empresario Luis del Rivero, presidente de Sacyr Vallehermoso y amigo personal de Zapatero y del rey Juan Carlos, ha terminado de escandalizar a los últimos reductos de la verdadera izquierda española, ya abiertamente enfrentados al PSOE, partido al que acusan de "traidor" a la causa y a los valores de la ideología izquierdista.
Los hombres y mujeres auténticos de izquierda en España se sienten huérfanos, tras comprobar hasta la saciedad que el PSOE no representan sus principios y valores y sí los de la derecha más capitalista. La realidad ha demostrado hasta la saciedad que los grandes empresarios y banqueros españoles constituyen el principal apoyo del PSOE que comanda Zapatero, un partido que acentúa cada día más su divorcio con los obreros, los trabajadores autónomos y los pequeños y medianos empresarios, dato que constituye, para la poca gente honrada de izquierdas que queda en el país, la prueba más evidente de que el PSOE traiciona la ideología y las tradiciones.
Izquierda Unida está en proceso de desaparición, tras haber aceptado convertirse en poco menos que un apéndice del PSOE, lo que la inhabilita como refugios de la gente pura y honrada de izquierda, que se siente sin partido y que se inclina hacia opciones electorales como el voto en blanco o la abstención.
Sobre el la orfandad de la verdadera izquierda y sobre el Voto en Blanco, Carlos Dafonte, en el articulo Frente al bipartidismo neoliberal, un voto en blanco para reconstruir la izquierda, publicado en vísperas de las elecciones de marzo de 2008, dice:
"Los electores de izquierdas se encuentran en un dilema, o quedar en casa, engordando la abstención, o votar aceptando la dinámica del bipartidismo que PSOE, PP y todos los medios que los apoyan potencian. Es decir, votar, siguiendo esa dinámica a aquella fuerza que se considere “la menos mala”, votar como se dice vulgarmente “tapándose la nariz”. Lo que representa entrar en el juego del poder y ser prisionero de ese mecanismo perverso que es el bipartidismo.
Considero que aun hay tiempo para iniciar una reflexión entre los sectores anticapitalistas, internacionalistas, de izquierdas, sobre la orientación de nuestro voto. Y digo internacionalistas pues habrá sectores sociales en el estado español que se consideran en la izquierda, que sigan anteponiendo el carácter nacionalista, aunque sea neoliberal, al de izquierdas y se puedan encontrar cómodos votando a alguna fuerza nacionalista.
Algunos habrá también que en estas circunstancias propongan la abstención. Pero no debemos olvidar que el sufragio universal es resultado de la lucha del movimiento obrero, fue un derecho conquistado, arrancado a la burguesía que cuando se vio en el poder instauró una modalidad de voto que solo permitía ejercerlo a los más ricos de la sociedad por medio del sufragio censitario. Es cierto que una vez conseguido el sufragio masculino por la presión obrera y popular, las mujeres del estado español tuvieron que esperar hasta la segunda república, la burguesía desde las instituciones, utilizó las leyes electorales y los mecanismos de control ideológico que su poder económico le permiten crear, para canalizar muchos votos obreros hacia los partidos defensores de los intereses de los explotadores; desvirtuando el hecho de que la mayoría de la población son explotados. También es cierto que cuando las clases dominantes no consiguieron canalizar el voto popular según sus intereses, no tuvieron ningún tipo de reparo en utilizar los aparatos represivos para restaurar su dominio de clase.
Pero esta realidad que aun esta muy presente en la situación política del estado español, no nos debe llevar a renunciar, a los trabajadores asalariados, a participar en los eventos electorales. Aunque ocurra lo del próximo mes de marzo, que no se presente ninguna fuerza política que represente nuestros intereses de clase, se debe ir a votar; pero para emitir un voto que debe cumplir varios objetivos: demostrar el descontento de una parte de la sociedad y reconocernos en el conjunto, romper con el bipartidismo al margen del voto al sector nacionalista neoliberal, que sea un voto que pueda ser evaluado y sirva, ayude y permita, avanzar en la reconstrucción de la izquierda y del movimiento obrero.
Desde mi punto de vista, el voto en blanco cumple con los anteriores requisitos. En primer lugar ejercemos un derecho que es fruto de la lucha de los trabajadores, que nadie nos regaló y excepto circunstancias muy determinadas, no se debe renunciar al mismo. En segundo, es un voto militante, activo, la gente debe ser convencida, debe reflexionar para llegar a esa conclusión, crítico con el sistema, se vota escapando de la lógica bipartidista que nos quieren imponer, es un voto contra el neoliberalismo y el pensamiento único, diferenciado de una forma nítida de la abstención que es un “cajón de sastre” que practican los cómodos, los apolíticos, a los que tanto les da gane quien gane, los conformistas con la situación.
Pero es además un voto evaluable, lo podemos fiscalizar, contar al final de la jornada electoral. La derecha y el centro derecha liberales no van a dejar de votar a sus partidos, PP y PSOE, y los nacionalistas liberales tampoco van a tener muchas dudas; por lo tanto hay que recoger en el voto en blanco el voto de izquierdas, anticapitalista, que apuesta por la reconstrucción de una fuerza alternativa; movilizar el voto de la izquierda que lleva años en la abstención, convencer que la reconstrucción no solo es posible sino necesaria. El voto en BLANCO nos sitúa en un aspecto esencial, organizar la intervención en la campaña electoral. Ponerse de acuerdo sin ningún tipo de sectarismos entre diversos colectivos políticos, sociales, culturales, personas independientes, etc., sería un paso importante en el camino que hay que comenzar a recorrer."
Los hombres y mujeres auténticos de izquierda en España se sienten huérfanos, tras comprobar hasta la saciedad que el PSOE no representan sus principios y valores y sí los de la derecha más capitalista. La realidad ha demostrado hasta la saciedad que los grandes empresarios y banqueros españoles constituyen el principal apoyo del PSOE que comanda Zapatero, un partido que acentúa cada día más su divorcio con los obreros, los trabajadores autónomos y los pequeños y medianos empresarios, dato que constituye, para la poca gente honrada de izquierdas que queda en el país, la prueba más evidente de que el PSOE traiciona la ideología y las tradiciones.
Izquierda Unida está en proceso de desaparición, tras haber aceptado convertirse en poco menos que un apéndice del PSOE, lo que la inhabilita como refugios de la gente pura y honrada de izquierda, que se siente sin partido y que se inclina hacia opciones electorales como el voto en blanco o la abstención.
Sobre el la orfandad de la verdadera izquierda y sobre el Voto en Blanco, Carlos Dafonte, en el articulo Frente al bipartidismo neoliberal, un voto en blanco para reconstruir la izquierda, publicado en vísperas de las elecciones de marzo de 2008, dice:
"Los electores de izquierdas se encuentran en un dilema, o quedar en casa, engordando la abstención, o votar aceptando la dinámica del bipartidismo que PSOE, PP y todos los medios que los apoyan potencian. Es decir, votar, siguiendo esa dinámica a aquella fuerza que se considere “la menos mala”, votar como se dice vulgarmente “tapándose la nariz”. Lo que representa entrar en el juego del poder y ser prisionero de ese mecanismo perverso que es el bipartidismo.
Considero que aun hay tiempo para iniciar una reflexión entre los sectores anticapitalistas, internacionalistas, de izquierdas, sobre la orientación de nuestro voto. Y digo internacionalistas pues habrá sectores sociales en el estado español que se consideran en la izquierda, que sigan anteponiendo el carácter nacionalista, aunque sea neoliberal, al de izquierdas y se puedan encontrar cómodos votando a alguna fuerza nacionalista.
Algunos habrá también que en estas circunstancias propongan la abstención. Pero no debemos olvidar que el sufragio universal es resultado de la lucha del movimiento obrero, fue un derecho conquistado, arrancado a la burguesía que cuando se vio en el poder instauró una modalidad de voto que solo permitía ejercerlo a los más ricos de la sociedad por medio del sufragio censitario. Es cierto que una vez conseguido el sufragio masculino por la presión obrera y popular, las mujeres del estado español tuvieron que esperar hasta la segunda república, la burguesía desde las instituciones, utilizó las leyes electorales y los mecanismos de control ideológico que su poder económico le permiten crear, para canalizar muchos votos obreros hacia los partidos defensores de los intereses de los explotadores; desvirtuando el hecho de que la mayoría de la población son explotados. También es cierto que cuando las clases dominantes no consiguieron canalizar el voto popular según sus intereses, no tuvieron ningún tipo de reparo en utilizar los aparatos represivos para restaurar su dominio de clase.
Pero esta realidad que aun esta muy presente en la situación política del estado español, no nos debe llevar a renunciar, a los trabajadores asalariados, a participar en los eventos electorales. Aunque ocurra lo del próximo mes de marzo, que no se presente ninguna fuerza política que represente nuestros intereses de clase, se debe ir a votar; pero para emitir un voto que debe cumplir varios objetivos: demostrar el descontento de una parte de la sociedad y reconocernos en el conjunto, romper con el bipartidismo al margen del voto al sector nacionalista neoliberal, que sea un voto que pueda ser evaluado y sirva, ayude y permita, avanzar en la reconstrucción de la izquierda y del movimiento obrero.
Desde mi punto de vista, el voto en blanco cumple con los anteriores requisitos. En primer lugar ejercemos un derecho que es fruto de la lucha de los trabajadores, que nadie nos regaló y excepto circunstancias muy determinadas, no se debe renunciar al mismo. En segundo, es un voto militante, activo, la gente debe ser convencida, debe reflexionar para llegar a esa conclusión, crítico con el sistema, se vota escapando de la lógica bipartidista que nos quieren imponer, es un voto contra el neoliberalismo y el pensamiento único, diferenciado de una forma nítida de la abstención que es un “cajón de sastre” que practican los cómodos, los apolíticos, a los que tanto les da gane quien gane, los conformistas con la situación.
Pero es además un voto evaluable, lo podemos fiscalizar, contar al final de la jornada electoral. La derecha y el centro derecha liberales no van a dejar de votar a sus partidos, PP y PSOE, y los nacionalistas liberales tampoco van a tener muchas dudas; por lo tanto hay que recoger en el voto en blanco el voto de izquierdas, anticapitalista, que apuesta por la reconstrucción de una fuerza alternativa; movilizar el voto de la izquierda que lleva años en la abstención, convencer que la reconstrucción no solo es posible sino necesaria. El voto en BLANCO nos sitúa en un aspecto esencial, organizar la intervención en la campaña electoral. Ponerse de acuerdo sin ningún tipo de sectarismos entre diversos colectivos políticos, sociales, culturales, personas independientes, etc., sería un paso importante en el camino que hay que comenzar a recorrer."
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