Susana, la presidenta de Andalucía
SAN TELMO, S.A.
MANUEL CONTRERAS
ABC (Sevilla)
12 octubre 2016
LA principal empresa de Andalucía. Así definió el lunes la presidenta, Susana Díaz, a la Junta que gobierna. Y tanto. Por volumen de trabajadores y presupuesto, la Junta de Andalucía no solo es la mayor empresa de Andalucía, sino de España. Y puede competir con las principales corporaciones del planeta. Google tiene unos 55.000 empleados; Microsoft, 119.000; Inditex unos 100.000, entre directos e indirectos, y Amazon 230.800. San Telmo S.A maneja una plantilla de 262.000 personas y un presupuesto anual de 31.285 millones de euros. A buen cubero, cinco billones largos de pesetas, que uno se morirá echando cuentas a la antigua. Susana Díaz busca el símil empresarial para resaltar el poder que maneja y la majestuosidad del aparato público andaluz, pero omite una cuestión trascendental: si fuera San Telmo S.A. y fuese juzgada con criterios de la propiedad privada, hace tiempo que los accionistas de la corporación le hubieran puesto de patitas en la calle por falta de resultados. Pero los accionistas de esta particular empresa son los electores, y éstos deciden ante la urna por otros factores antes que por la estricta cuenta de resultados.
El problema quizás sea que nadie tiene muy claro qué produce esta empresa. Amazon vende productos online, Inditex oferta moda, Microsoft fabrica software y hardware, y Google... bueno, Google lo controla todo. Pero es difícil definir para qué sirve la Junta. Gestiona la sanidad y la educación, pero estos servicios ya se ofrecían antes de que existiera. Se supone que su objetivo es producir desarrollo en sentido amplio: empleo, carreteras, riqueza. Pero los balances recogen que no es así, ya que Andalucía sigue atrancada en los últimos lugares en todas las estadísticas socioeconómicas. También se supone que debe producir leyes, pero el Gobierno andaluz —el consejo de administración de San Telmo S.A— se reúne semana tras semana sin poner encima de la mesa más que acuerdos menores sin trascendencia ni atractivo alguno para sus clientes, que somos los andaluces.
¿Qué produce, entonces, la Junta de Andalucía? San Telmo S.A. produce complacencia. Una satisfacción ficticia basada en conceptos virtuales. La Junta vende vaguedades que no mejoran la vida de los andaluces, pero que conforman un entorno de falso confort. El último ejemplo es el acuerdo con sindicatos y empresarios para estipular cláusulas sociales y medioambientales en los pliegos de contratación pública de la administración andaluza. Una iniciativa vendida el pasado lunes como pionera en España y presentada como un nuevo amanecer de prosperidad. San Telmo S.A. sólo contratará con empresas que tengan plan de igualdad, con uso de lenguaje no sexista en los documentos, que limpien con productos no tóxicos y de alta biodegrabilidad. Medidas complacientes a las que nadie se opondrá, pero que no servirán para sacar a Andalucía de su ostracismo. Seguiremos igual, pero a la mayor empresa de España no parece importarle este fracaso. Quizás porque en ese fracaso radica su éxito.
MANUEL CONTRERAS
ABC (Sevilla)
12 octubre 2016
LA principal empresa de Andalucía. Así definió el lunes la presidenta, Susana Díaz, a la Junta que gobierna. Y tanto. Por volumen de trabajadores y presupuesto, la Junta de Andalucía no solo es la mayor empresa de Andalucía, sino de España. Y puede competir con las principales corporaciones del planeta. Google tiene unos 55.000 empleados; Microsoft, 119.000; Inditex unos 100.000, entre directos e indirectos, y Amazon 230.800. San Telmo S.A maneja una plantilla de 262.000 personas y un presupuesto anual de 31.285 millones de euros. A buen cubero, cinco billones largos de pesetas, que uno se morirá echando cuentas a la antigua. Susana Díaz busca el símil empresarial para resaltar el poder que maneja y la majestuosidad del aparato público andaluz, pero omite una cuestión trascendental: si fuera San Telmo S.A. y fuese juzgada con criterios de la propiedad privada, hace tiempo que los accionistas de la corporación le hubieran puesto de patitas en la calle por falta de resultados. Pero los accionistas de esta particular empresa son los electores, y éstos deciden ante la urna por otros factores antes que por la estricta cuenta de resultados.
El problema quizás sea que nadie tiene muy claro qué produce esta empresa. Amazon vende productos online, Inditex oferta moda, Microsoft fabrica software y hardware, y Google... bueno, Google lo controla todo. Pero es difícil definir para qué sirve la Junta. Gestiona la sanidad y la educación, pero estos servicios ya se ofrecían antes de que existiera. Se supone que su objetivo es producir desarrollo en sentido amplio: empleo, carreteras, riqueza. Pero los balances recogen que no es así, ya que Andalucía sigue atrancada en los últimos lugares en todas las estadísticas socioeconómicas. También se supone que debe producir leyes, pero el Gobierno andaluz —el consejo de administración de San Telmo S.A— se reúne semana tras semana sin poner encima de la mesa más que acuerdos menores sin trascendencia ni atractivo alguno para sus clientes, que somos los andaluces.
¿Qué produce, entonces, la Junta de Andalucía? San Telmo S.A. produce complacencia. Una satisfacción ficticia basada en conceptos virtuales. La Junta vende vaguedades que no mejoran la vida de los andaluces, pero que conforman un entorno de falso confort. El último ejemplo es el acuerdo con sindicatos y empresarios para estipular cláusulas sociales y medioambientales en los pliegos de contratación pública de la administración andaluza. Una iniciativa vendida el pasado lunes como pionera en España y presentada como un nuevo amanecer de prosperidad. San Telmo S.A. sólo contratará con empresas que tengan plan de igualdad, con uso de lenguaje no sexista en los documentos, que limpien con productos no tóxicos y de alta biodegrabilidad. Medidas complacientes a las que nadie se opondrá, pero que no servirán para sacar a Andalucía de su ostracismo. Seguiremos igual, pero a la mayor empresa de España no parece importarle este fracaso. Quizás porque en ese fracaso radica su éxito.