De todos los impuestos que el gobierno español aplica sin piedad ni mesura destacan dos que, por su dureza e injusticia, se han vuelto impopulares y profundamente odiados por la ciudadanía. Son los impuestos de Sucesiones y el del Patrimonio. España es el único país de Europa que cobra un impuesto al patrimonio acumulado por el ciudadano y el que más cruelmente saquea las herencias, un tributo que se suprime o se reduce en todo el mundo, mientras que los saqueadores socialistas de Pedro Sánchez se empeñan en subírselo a los españoles.
El Congreso ha rechazado varias veces suprimir en España el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, el que permite a los políticos robar las herencias a los ciudadanos, el que la derecha quiere suprimir o reducir drásticamente y la izquierda se empeña en elevar, a pesar de que más del 70 por ciento de la población, según las encuestas, quiere eliminarlo.
Los españoles, desde que nacemos hasta que morimos, somos una hucha de la que los gobiernos sacan todo el dinero que necesitan. El abuso de poder y la tiranía muestran su peor rostro en la política fiscal española, cruel, injusta, indecente y anticonstitucional. Muchos gobiernos han caído por convertirse en ladrones legales y el de Pedro Sánchez, uno de los más voraces y despiadados saqueadores de la Historia moderna española, también morirá por desplumar al pueblo y emplear el dinero el reforzar su poder y privilegios.
España es un ejemplo de manual de como se desmonta una nación con la aquiescencia y beneplácito de sus ciudadanos. Los políticos son los protagonistas principales del desguace de España.
De todos los argumentos esgrimidos por los políticos para mantener el saqueo, el más repugnante es el de los socialistas, que lo defienden con mentiras como que reducir o eliminar impuestos supone "reducir el Estado de bienestar", cuando el único "estado de bienestar" que sobrevive en España es el que los políticos se han creado para su uso y disfrute exclusivo, que incluye privilegios inmerecidos, coches oficiales, servidores, dietas, pensiones de lujo, exenciones fiscales y muchos más privilegios y ventajas.
Tampoco el cierto que los impuestos distribuyan la riqueza porque lo pagan más los trabajadores y las clases medias que los ricos y las grandes empresas, favorecidos siempre por una Hacienda Pública cuya historia debería avergonzarnos.
La clave de la voracidad fiscal, además de basarse en la inmoralidad y falta de escrúpulos de los políticos, se origina en la necesidad de mantener los gastos cuantiosos de un Estado gigantesco e irracional, lleno de políticos y funcionarios innecesarios, que cobran del Estado. España tiene más políticos a sueldo que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, todo un abuso incompatible con la democracia y el bien común.
El Impuesto de Sucesiones, llamado por el pueblo "Impuesto a los muertos", es el más odiado por la ciudadanía española y representa el símbolo más sangrante de una fiscalidad abusiva y probablemente delictiva por ser esquilmadora y confiscatoria. La obsesión de Pedro Sánchez por elevarlo e imponerlo por la fuerza en toda España envilece y deslegitima su gobierno.
La situación que crea ese impuesto es de grave daño para la economía, las personas y los derechos humanos básicos. La forma como se aplica el impuesto denota crueldad y brutalidad, pues las administraciones practican tasaciones abusivas y aplican intereses desproporcionados, sin proporcionar a las víctimas facilidades de ningún tipo. El drama de heredar en España se acentúa cuando los bienes heredades son subastados a precios muy reducidos, inferiores a los tasados, provocando que los afectados piensen, probablemente con razón, que han sido estafados y que son las víctimas de un saqueo por parte de los administradores del Estado, que ni siquiera los otorgan el derecho de tanteo en los bienes subastados.
Sólo la arrogancia y la corrupción del poder político explica la situación de injusticia y abuso que rodea a las herencias en España.
Francisco Rubiales
El Congreso ha rechazado varias veces suprimir en España el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, el que permite a los políticos robar las herencias a los ciudadanos, el que la derecha quiere suprimir o reducir drásticamente y la izquierda se empeña en elevar, a pesar de que más del 70 por ciento de la población, según las encuestas, quiere eliminarlo.
Los españoles, desde que nacemos hasta que morimos, somos una hucha de la que los gobiernos sacan todo el dinero que necesitan. El abuso de poder y la tiranía muestran su peor rostro en la política fiscal española, cruel, injusta, indecente y anticonstitucional. Muchos gobiernos han caído por convertirse en ladrones legales y el de Pedro Sánchez, uno de los más voraces y despiadados saqueadores de la Historia moderna española, también morirá por desplumar al pueblo y emplear el dinero el reforzar su poder y privilegios.
España es un ejemplo de manual de como se desmonta una nación con la aquiescencia y beneplácito de sus ciudadanos. Los políticos son los protagonistas principales del desguace de España.
De todos los argumentos esgrimidos por los políticos para mantener el saqueo, el más repugnante es el de los socialistas, que lo defienden con mentiras como que reducir o eliminar impuestos supone "reducir el Estado de bienestar", cuando el único "estado de bienestar" que sobrevive en España es el que los políticos se han creado para su uso y disfrute exclusivo, que incluye privilegios inmerecidos, coches oficiales, servidores, dietas, pensiones de lujo, exenciones fiscales y muchos más privilegios y ventajas.
Tampoco el cierto que los impuestos distribuyan la riqueza porque lo pagan más los trabajadores y las clases medias que los ricos y las grandes empresas, favorecidos siempre por una Hacienda Pública cuya historia debería avergonzarnos.
La clave de la voracidad fiscal, además de basarse en la inmoralidad y falta de escrúpulos de los políticos, se origina en la necesidad de mantener los gastos cuantiosos de un Estado gigantesco e irracional, lleno de políticos y funcionarios innecesarios, que cobran del Estado. España tiene más políticos a sueldo que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, todo un abuso incompatible con la democracia y el bien común.
El Impuesto de Sucesiones, llamado por el pueblo "Impuesto a los muertos", es el más odiado por la ciudadanía española y representa el símbolo más sangrante de una fiscalidad abusiva y probablemente delictiva por ser esquilmadora y confiscatoria. La obsesión de Pedro Sánchez por elevarlo e imponerlo por la fuerza en toda España envilece y deslegitima su gobierno.
La situación que crea ese impuesto es de grave daño para la economía, las personas y los derechos humanos básicos. La forma como se aplica el impuesto denota crueldad y brutalidad, pues las administraciones practican tasaciones abusivas y aplican intereses desproporcionados, sin proporcionar a las víctimas facilidades de ningún tipo. El drama de heredar en España se acentúa cuando los bienes heredades son subastados a precios muy reducidos, inferiores a los tasados, provocando que los afectados piensen, probablemente con razón, que han sido estafados y que son las víctimas de un saqueo por parte de los administradores del Estado, que ni siquiera los otorgan el derecho de tanteo en los bienes subastados.
Sólo la arrogancia y la corrupción del poder político explica la situación de injusticia y abuso que rodea a las herencias en España.
Francisco Rubiales