Los nuevos "señoritos rojos", tan ineptos y corruptos como implacables, hipócritas y perversos.
Parece ser que el ser humano no concibe vivir en una sociedad de iguales. Necesita una sociedad donde haya unos que manden y otros que obedezcan. Supongo que los psicólogos tendrán explicación a esta conducta.
Que unos manden y otros obedezcan viene de los tiempos en que los más fuertes defendían a los demás de otras tribus que quisieran quitarles lo suyo o ser ellos los que quitaran lo suyo a otros. Con el paso de los siglos eso se ha perfeccionado y ahora no son los más fuertes ni los más inteligentes, como ocurre en las sociedades sanas, ahora son los que tienen menos escrúpulos, tal vez impulsados por su propia incapacidad de buscarse la vida en un trabajo honrado. Pero el deseo de recibir órdenes y servir, por parte de una mayoría d ella sociedad, se ha mantenido.
En el fondo no es malo eso de recibir órdenes, pues permite dedicar los esfuerzos a otros asuntos, generalmente productivos para la persona. Lo malo es cuando la persona no distingue entre los inútiles y los válidos y deja que manden los primeros. Y eso es lo que ocurre a las sociedades degradadas.
La sociedad del XIX fue una sociedad muy degradada y apareció el fenómeno del señorito, una mala copia del señor feudal. Como la sociedad, salvo algún periodo, ha seguido manteniendo la degradación, sigue estando la figura del señorito, sólo que ahora no es el tenedor de tierras, sino el tenedor de votos, reales o ficticios, que no vamos a entrar en eso.
El señorito no es inteligente, es un listo o más o menos listo, lo suficiente como para destacar sobre el resto de sus súbditos y eso se sigue manteniendo. Los listos son los que mandan y los tontos los que obedecen y cuando algún súbdito tiene la suficiente inteligencia, se va a otro sitio donde no haya un caciquismo tan descarado.
No es la dictadura del proletariado, es la dictadura de los señoritos y tenemos un ejemplo muy esclarecedor en un sitio tan cercano, sentimentalmente, como Cuba y ahora, Venezuela y Nicaragua y dentro de unos años, toda América. Y luego todo el mundo, que la deriva es hacia eso.
Pero como los señoritos rojos dominan como nadie la propaganda, el lanar, que por no pensar es lanar, seguirá votando y estos señoritos aumentando su poder hasta que ya no hagan falta los votos.
En el fondo uno envidia al lanar, que no se da cuenta de la que le espera y vive feliz.
Pulse AQUÍ si quiere conocer un claro y repugnante ejemplo de corrupción "made in Spain".
Valencia, Baleares, Vascongadas… ¿Cuál será la próxima taifa? Y nadie hace nada.
Vanlop
Que unos manden y otros obedezcan viene de los tiempos en que los más fuertes defendían a los demás de otras tribus que quisieran quitarles lo suyo o ser ellos los que quitaran lo suyo a otros. Con el paso de los siglos eso se ha perfeccionado y ahora no son los más fuertes ni los más inteligentes, como ocurre en las sociedades sanas, ahora son los que tienen menos escrúpulos, tal vez impulsados por su propia incapacidad de buscarse la vida en un trabajo honrado. Pero el deseo de recibir órdenes y servir, por parte de una mayoría d ella sociedad, se ha mantenido.
En el fondo no es malo eso de recibir órdenes, pues permite dedicar los esfuerzos a otros asuntos, generalmente productivos para la persona. Lo malo es cuando la persona no distingue entre los inútiles y los válidos y deja que manden los primeros. Y eso es lo que ocurre a las sociedades degradadas.
La sociedad del XIX fue una sociedad muy degradada y apareció el fenómeno del señorito, una mala copia del señor feudal. Como la sociedad, salvo algún periodo, ha seguido manteniendo la degradación, sigue estando la figura del señorito, sólo que ahora no es el tenedor de tierras, sino el tenedor de votos, reales o ficticios, que no vamos a entrar en eso.
El señorito no es inteligente, es un listo o más o menos listo, lo suficiente como para destacar sobre el resto de sus súbditos y eso se sigue manteniendo. Los listos son los que mandan y los tontos los que obedecen y cuando algún súbdito tiene la suficiente inteligencia, se va a otro sitio donde no haya un caciquismo tan descarado.
No es la dictadura del proletariado, es la dictadura de los señoritos y tenemos un ejemplo muy esclarecedor en un sitio tan cercano, sentimentalmente, como Cuba y ahora, Venezuela y Nicaragua y dentro de unos años, toda América. Y luego todo el mundo, que la deriva es hacia eso.
Pero como los señoritos rojos dominan como nadie la propaganda, el lanar, que por no pensar es lanar, seguirá votando y estos señoritos aumentando su poder hasta que ya no hagan falta los votos.
En el fondo uno envidia al lanar, que no se da cuenta de la que le espera y vive feliz.
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Valencia, Baleares, Vascongadas… ¿Cuál será la próxima taifa? Y nadie hace nada.
Vanlop