Hace unos días tuve la oportunidad de compartir una interesante sobremesa con una de las personas que más conocen del funcionamiento de la educación pública en Costa Rica. Se trata de don Fernando Durán, que fue rector de la Universidad de Costa Rica (UCR) y ha continuado vinculado a la formación desde que dejó de fungir como rector. Durán señaló como uno de los grandes problemas que ha generado el declive actual que sufre la educación básica en el país la imposibilidad de muchas familias para adquirir los libros de texto a sus hijos en edad escolar. Pero esta grave deficiencia no es un mal endémico del sistema educativo costarricense.
Hace algunos años, cuenta el ex rector, con el apoyo de una institución de ayuda internacional a la educación, se formó un equipo de profesionales para la creación de libros de texto públicos bajo el amparo de la UCR. Así se publicaron los textos para todos los cursos de educación primaria, los cuales eran prácticamente gratuitos. Esta iniciativa supuso un duro varapalo para la editorial privada que hasta el momento, en régimen de cuasi monopolio, dominaba el mercado y tenía asegurados unos ingresos casi fijos.
La editorial no se quedó de brazos cruzados y emprendió su particular cruzada para recuperar el mercado perdido. Primero con los propios maestros en los colegios a los que empezó a pagar comisiones por imponer sus textos y frente a los oficiales a sus alumnos. Pero no dio demasiado resultado, así que continuó con el pago a funcionarios del Ministerio de Educación Pública (MEP), además de a los maestros, para que se quejasen de la mala calidad de los textos gratuitos. La estrategia fue dando sus frutos y las autoridades, ya corrompidas por el dinero de la editorial, terminaron por retirar los textos públicos del mercado y dejar que los maestros recomendasen otros previamente supervisados por el MEP.
Así se llegó a la situación actual en la cual se estima que en torno a un 40 por ciento de los alumnos de educación primaria no tiene libros de texto. Costa Rica es el país de América Latina con mayor índice de alfabetización, alrededor del 97 por ciento, pero saber leer y escribir no basta en un país que pretende asomarse al desarrollo económico. Con esta perspectiva el nuevo gobierno costarricense decidió rescatar los viejos textos, revisarlos y colgarlos en Internet para que pequeños impresores pudiesen descargarlos, imprimirlos y venderlos a un precio limitado. De esta forma la Red permitiría que más niños accediesen a los libros de texto. Esa iniciativa se puso en marcha hace cerca de un año, pero ya se pueden imaginar que no han cesado de salir trabas en los despachos del MEP responsables. Por supuesto, la editorial ha hecho su trabajo antes de que el fuego se extendiese.
No sé si algunos lectores habrán adivinado que la editorial a la que se refería don Federico era a la cabecera educativa del todopoderoso Grupo Prisa, Santillana, la cual se expandió por toda Latinoamérica gracias a los fondos de ayuda al desarrollo del Estado español en tiempos de Felipe González. Ahí es donde agarró pulmón financiero el grupo del señor Jesús (de) Polanco, el gran valedor de la izquierda española, ese que no tiene empacho en erigirse como abanderado de la democracia y la independencia. Ese mecenas de la intelectualidad izquierdista patria cuyo ejemplo de bajeza seguramente no es más que unode los desmanes ejecuta en los diferentes mercados en los que opera su “empresa educativa”.
Tiene gracia que los que se ponen la camiseta de la igualdad, de la solidaridad, de la pluralidad, no sean más que vasallos de un imperio forjado a base de sustraer, por medio de la corrupción más vergonzosa, los recursos de los más débiles. Resulta paradójico que se nos presenten con el más mínimo grado de autoridad moral aquellos que se sirven de la pobreza en Latinoamérica para enriquecerse, aquellos que han amasado una fortuna por medio de los más viles instrumentos y soslayando cualquier principio moral básico. Me parece patético que los que se nutren de la propaganda disfrazada de información que sale de los medios de comunicación de este grupo asentado en la vileza quieran venir a darnos lecciones de ética.
El artículo fue publicado originalmente en el blog Tercera Vía
Hace algunos años, cuenta el ex rector, con el apoyo de una institución de ayuda internacional a la educación, se formó un equipo de profesionales para la creación de libros de texto públicos bajo el amparo de la UCR. Así se publicaron los textos para todos los cursos de educación primaria, los cuales eran prácticamente gratuitos. Esta iniciativa supuso un duro varapalo para la editorial privada que hasta el momento, en régimen de cuasi monopolio, dominaba el mercado y tenía asegurados unos ingresos casi fijos.
La editorial no se quedó de brazos cruzados y emprendió su particular cruzada para recuperar el mercado perdido. Primero con los propios maestros en los colegios a los que empezó a pagar comisiones por imponer sus textos y frente a los oficiales a sus alumnos. Pero no dio demasiado resultado, así que continuó con el pago a funcionarios del Ministerio de Educación Pública (MEP), además de a los maestros, para que se quejasen de la mala calidad de los textos gratuitos. La estrategia fue dando sus frutos y las autoridades, ya corrompidas por el dinero de la editorial, terminaron por retirar los textos públicos del mercado y dejar que los maestros recomendasen otros previamente supervisados por el MEP.
Así se llegó a la situación actual en la cual se estima que en torno a un 40 por ciento de los alumnos de educación primaria no tiene libros de texto. Costa Rica es el país de América Latina con mayor índice de alfabetización, alrededor del 97 por ciento, pero saber leer y escribir no basta en un país que pretende asomarse al desarrollo económico. Con esta perspectiva el nuevo gobierno costarricense decidió rescatar los viejos textos, revisarlos y colgarlos en Internet para que pequeños impresores pudiesen descargarlos, imprimirlos y venderlos a un precio limitado. De esta forma la Red permitiría que más niños accediesen a los libros de texto. Esa iniciativa se puso en marcha hace cerca de un año, pero ya se pueden imaginar que no han cesado de salir trabas en los despachos del MEP responsables. Por supuesto, la editorial ha hecho su trabajo antes de que el fuego se extendiese.
No sé si algunos lectores habrán adivinado que la editorial a la que se refería don Federico era a la cabecera educativa del todopoderoso Grupo Prisa, Santillana, la cual se expandió por toda Latinoamérica gracias a los fondos de ayuda al desarrollo del Estado español en tiempos de Felipe González. Ahí es donde agarró pulmón financiero el grupo del señor Jesús (de) Polanco, el gran valedor de la izquierda española, ese que no tiene empacho en erigirse como abanderado de la democracia y la independencia. Ese mecenas de la intelectualidad izquierdista patria cuyo ejemplo de bajeza seguramente no es más que unode los desmanes ejecuta en los diferentes mercados en los que opera su “empresa educativa”.
Tiene gracia que los que se ponen la camiseta de la igualdad, de la solidaridad, de la pluralidad, no sean más que vasallos de un imperio forjado a base de sustraer, por medio de la corrupción más vergonzosa, los recursos de los más débiles. Resulta paradójico que se nos presenten con el más mínimo grado de autoridad moral aquellos que se sirven de la pobreza en Latinoamérica para enriquecerse, aquellos que han amasado una fortuna por medio de los más viles instrumentos y soslayando cualquier principio moral básico. Me parece patético que los que se nutren de la propaganda disfrazada de información que sale de los medios de comunicación de este grupo asentado en la vileza quieran venir a darnos lecciones de ética.
El artículo fue publicado originalmente en el blog Tercera Vía