Este machaqueo con la intención de dividir España es una intimidación similar a la que cualquier totalitarismo recurre siempre, para imponerse por la fuerza. Ya estamos cansados los españoles de la cantinela nacionalista de estos falsos arturos que se cambian el nombre, cacarean a diario unos agravios imaginarios recibidos de España, a la que dicen odiar, pero la someten al ataque y a su sacaliña económica; con ese odio y los millones que nos pordiosean camuflan su despilfarro y sostienen el fracaso y el derrumbe de su inútil gestión en la Generalidad; estamos cansados de que tergiversen la historia, ellos nunca han sido independientes, han sido parte de la corona de Aragón y la señera es bandera aragonesa, Casanova no liberó a Cataluña de nada, luchó por España, ellos no han sido nada nunca sin España, ni lo podrán ser. Estamos cansados de tantas pamplinas, de tantas exigencias inconsistentes, que en el fondo ocultan la realidad y de que se les permita incumplir las leyes. Cataluña ha recibido del Fondo de Liquidez Autonómica, según el Banco de España, una cantidad de millones superior a las demás regiones autonómicas, la suma equivale al 51% del total repartido entre todas y su endeudamiento alcanza un nivel récord de 51.779 millones, al que nunca ha llegado ninguna otra comunidad autónoma. Estamos cansados de tanta permisividad de los gobiernos del Estado.
No ha sido nunca una colonia y, por lo tanto, no puede reivindicar ningún derecho a decidir. No se puede olvidar ni despreciar a la mayoría que no quiere el separatismo, ni a los partidos antisecesión, como Ciutadans. Tienen a España sometida a continuo chantaje. No hablan, en su fatuidad, de cuestiones objetivas, entretienen el tiempo sólo con la subjetividad de unos sentimientos meramente inventados por los grupúsculos nacionalistas, que son un virus nocivo; la gran mayoría se pronuncia por la españolidad y mantenimiento de la unidad de España. Piden la independencia por encima de las razones y no hacen referencia a los temas previos a toda decisión; así, en su sentimentalismo, no se plantean los aspectos económicos: Cataluña separada de España no podrá afrontar su economía y los problemas derivados, como tampoco podrá sostener las exportaciones de la industria catalana, ni superar las barreras sin el concurso de la Nación Española. Tampoco se puede valer sola en los asuntos políticos, así una vez independiente no hallará acogida en las instituciones de la UE y tampoco tendrá apoyos aliados en esa nueva situación. Entre lo deseado y lo posible, están siempre, en la convivencia social, las razones fundamentales; sin resolver primero las varias y relevantes cuestiones previas, ese su desiderátum se les presenta carente de cimientos.
No se puede tomar la palabra desde el Gobierno más que para negar la secesión; ha de hacer todo eso que le permite la ley y la Constitución y actuar sin titubeos con la mayoría absoluta que está dilapidando. Se equivoca el Ministro G. Margallo, al valorar la cadena independentista “de todo un éxito”. Es inadmisible, como tampoco se admite la provocación. La superfiesta del 11 del 9, fue una falaz pretensión, para denunciar una inexistente falta de libertad, la de exigirnos a todos los españoles y al Gobierno que “se consienta su loca traición y se colabore a la “destrucción” de la Nación. CIU está ya en desuso, cuando esporádicamente gobierna, lo hace sólo para una minoría, la suya, la más visible y vociferante, sin la menor imparcialidad exigible; este cansino proceder es quizás tributario de la insufrible pasividad del Gobierno Estatal. Las voces insidiosas del nacionalismo hablan de que su demanda es “mayoritaria”, cosa totalmente falsa, cinco millones y medio de catalanes no están con ellos, como lo que dicen de que la opinión pública muestra un gran anticatalanismo; eso son puras y necias falsedades de personajillos inquisidores sin consistencia.
En fin, recuérdese que “la libertad” que pedía Martin L. King era la integración y la igualdad de los negros con los blancos; pero A. Mas la quiere, para que los catalanes sean distintos, que se segreguen de España. No se puede tergiversar todo y siempre, eso sólo muestra necedad e incultura.
C. Mudarra
No ha sido nunca una colonia y, por lo tanto, no puede reivindicar ningún derecho a decidir. No se puede olvidar ni despreciar a la mayoría que no quiere el separatismo, ni a los partidos antisecesión, como Ciutadans. Tienen a España sometida a continuo chantaje. No hablan, en su fatuidad, de cuestiones objetivas, entretienen el tiempo sólo con la subjetividad de unos sentimientos meramente inventados por los grupúsculos nacionalistas, que son un virus nocivo; la gran mayoría se pronuncia por la españolidad y mantenimiento de la unidad de España. Piden la independencia por encima de las razones y no hacen referencia a los temas previos a toda decisión; así, en su sentimentalismo, no se plantean los aspectos económicos: Cataluña separada de España no podrá afrontar su economía y los problemas derivados, como tampoco podrá sostener las exportaciones de la industria catalana, ni superar las barreras sin el concurso de la Nación Española. Tampoco se puede valer sola en los asuntos políticos, así una vez independiente no hallará acogida en las instituciones de la UE y tampoco tendrá apoyos aliados en esa nueva situación. Entre lo deseado y lo posible, están siempre, en la convivencia social, las razones fundamentales; sin resolver primero las varias y relevantes cuestiones previas, ese su desiderátum se les presenta carente de cimientos.
No se puede tomar la palabra desde el Gobierno más que para negar la secesión; ha de hacer todo eso que le permite la ley y la Constitución y actuar sin titubeos con la mayoría absoluta que está dilapidando. Se equivoca el Ministro G. Margallo, al valorar la cadena independentista “de todo un éxito”. Es inadmisible, como tampoco se admite la provocación. La superfiesta del 11 del 9, fue una falaz pretensión, para denunciar una inexistente falta de libertad, la de exigirnos a todos los españoles y al Gobierno que “se consienta su loca traición y se colabore a la “destrucción” de la Nación. CIU está ya en desuso, cuando esporádicamente gobierna, lo hace sólo para una minoría, la suya, la más visible y vociferante, sin la menor imparcialidad exigible; este cansino proceder es quizás tributario de la insufrible pasividad del Gobierno Estatal. Las voces insidiosas del nacionalismo hablan de que su demanda es “mayoritaria”, cosa totalmente falsa, cinco millones y medio de catalanes no están con ellos, como lo que dicen de que la opinión pública muestra un gran anticatalanismo; eso son puras y necias falsedades de personajillos inquisidores sin consistencia.
En fin, recuérdese que “la libertad” que pedía Martin L. King era la integración y la igualdad de los negros con los blancos; pero A. Mas la quiere, para que los catalanes sean distintos, que se segreguen de España. No se puede tergiversar todo y siempre, eso sólo muestra necedad e incultura.
C. Mudarra