Colaboraciones

LORCA, EL MAR DEJA DE MOVERSE





"Lorca, el mar deja de moverse" es un excelente documental dirigido por Emilio Ruiz Barrachina sobre la muerte de Federico García Lorca que está pasando desapercibido en España, como todo lo que no obtiene el nihil obstat de Jesús del Gran Poder y su grupo mediático.

Las razones por las cuales la investigación de Miguel Caballero y Pilar Góngora ha sido condenada al silencio no son fáciles de percibir a primera vista. No hay ambigüedad alguna en la condena del golpe militar y el fascismo. ¿Entonces? Entonces sucede que el documental explica razones distintas de las políticas como causas posibles de la muerte del poeta, a saber, homofobia y/o rencillas familiares entre los caciques de la Vega de Granada. Este último aserto se justifica con una argumentación contundente que resulta difícil de ignorar. Un odio viejo enfrentaba al padre de Lorca y a sus hijos con otra familia de la Vega, los Roldán, que además eran parientes. Que Lorca no vivía ajeno a estas rencillas lo prueba “La casa de Bernarda Alba”. El poeta se negó, a pesar de los ruegos de su madre y de los suyos, que no deseaban seguir atizando la hoguera del rencor, a cambiar el nombre de la obra que apenas modifica el de Francisca Alba y su familia, a quien, sin disimulo alguno, se refiere, infligiendo una ofensa que resulta difícil de olvidar y perdonar. Para no perder el hilo, téngase presente que los Roldán, los Alba, y los García Lorca están emparentados. Llevan varias generaciones casándose entre sí y peleándose con saña por tierras y poder al más puro estilo de las sagas agrarias. Los detalles de esta historia con final trágico están minuciosamente expuestos en la película.

Es evidente que esto se aleja bastante de la verdad oficial sobre la muerte de Lorca. Para colmo el centenario Pepín Bello declara sin titubeo que a su amigo Federico nunca le interesó la política, ni poco ni mucho ni nada, pero que era más bien de derechas. Lo dicho ya explica por qué el documental es incómodo. Vayan a verla porque no durará mucho en las pantallas.

Una maldad: observan con atención y el necesario cariño, para no perder la paciencia, la interpretación de Félix Grande. No se había visto nada tan sobreactuado desde el último recital de Nuria Espert.


Casandra

Franky  
Martes, 17 de Octubre 2006
Artículo leído 1615 veces

También en esta sección: