El nombre de Leonor, elegido para la Neonata Infanta, que hunde sus raíces en las honduras de la Historia, no se debe a un simple prurito; está muy pesado y minuciosamente escogido, en la consciencia de que se vive una etapa crucial de una España que está en pleno viraje. “El Príncipe de Asturias tenía razón, dice Ruiz-Doménec, cuando afirmaba, que se inserta en la tradición dinástica, Leonor señala una figura mítica de las mujeres reinantes”. Es un nombre habitual en las casas reales de Castilla, Aragón y Navarra y así mismo en Portugal, Francia e Inglaterra. El primer documento conservado, se remonta al s. VI, es Leonorius, un obispo de Bretaña. Según las opiniones, etimológicamente procede del griego con el significado de “luz que ilumina todo”; del árabe con el de: “Dios el mi luz; o de la fusión de Luna y Elena.
En la historia se encuentra Leonor de Aquitania, casada con Enrique II Plantagenet, reina con resonancias medievales, madre de Ricardo Corazón de León, prima de Petronila de Aragón y bisabuela del rey Alfonso el Casto. Su hija, Leonor de Plantagenet fue esposa de Alfonso VIII, rey de Castilla y una mujer culta, que fundó el Monasterio de las Huelgas, introdujo el románico lombardo, y el gusto por la poesía trovadorezca y la música. Su hija Leonor, infanta de Castilla, se casó en 1221, con Jaime I el Conquistador, rey de Aragón. A mediados del s. XIV, tenemos a Leonor de Trastámara, hija de Enrique II de Castilla que se casa con Carlos III de Navarra; Leonor de Aragón, hija de Pedro IV y de Leonor de Sicilia; Leonor de Alburquerque, reina de Aragón; y en 1420-1479, Leonor de Aragón que fue reina de Navarra. Más tarde, la hija de Juana la Loca, Leonor de Habsburgo, fue reina de Portugal. Al enviudar, su hermano Carlos V, la casó con Francisco I de Francia. Siempre estuvo al servicio de España y sacrificó su vida, siguiendo la idea europeísta del Emperador en función de su política internacional.
En estos momentos de crisis, en que mentes atolondradas y maliciosas ponen en entredicho la unidad de España y suscitan un grito de inquietud unánime por el desmenbramiento nacional, es preciso destacar la implicación que tiene el nombre de Leonor en la Historia Española. Ha estado presente en los trances decisivos de los siglos XII y XIV; en aquel entonces, existía un propósito de reunificar los distintos reinos cristianos en una cabeza congregadora y representativa con el fin de ahuyentar los dinamismos dispersores. La idea unitaria de Hispania, evocación del pasado visigodo, congregó a quienes alentaban el mismo designio: terminar la reconquista y lograr la unificación de los diversos polos políticos independientes del Medioevo. Ya el escritor catalán R. Muntaner señalaba la contigüidad legítima y efectiva entre los diferentes reyes hispanos, con esta significativa frase: “son una carn e una sang”. Ese dicroísmo unidad-diversidad, peculiar de la España Medieval, en cierto aspecto, se ha reproducido en el Estado Autonómico de nuestro tiempo. La Mayoría de la Autonomías representan los antiguos núcleos políticos de la Península.
Leonor, Eleonora y Leonora, en sus distintas variantes es también nombre de santas y se extiende por los ámbitos artísticos. La santa más conocida es Eleonora de Provenza. Leonor Izquierdo, casada con Antonio Machado en 1909, fue su gran amor y su alegría más honda, truncada prematuramente, al arrebatársela con saña la tuberculosis en 1812. Borges estuvo perdidamente enamorado de Leonor Norah (Lange), pintora argentina, nacida en B. Aires en 1901. En el teatro del Siglo de Oro, es nombre habitual en obras de Calderón y de Lope de la Vega. Es fácil encontrarlo en el espacio musical. “Fidelio o el amor conyugal” de Beethoven se basa en la narración sobre la dama de Turena –Leonor- que logra liberar a su marido preso por los jacobinos. Verdi, en 1839, estrena “Oberto”, su primera ópera, en que Corrado seduce a Leonora y, en “La forza del destino” de 1862, también una Leonora es su protagonista. Y Donizetti lo introduce en “La favorita”, basada en Leonor de Guzmán.
Camilo Valverde Mudarra
En la historia se encuentra Leonor de Aquitania, casada con Enrique II Plantagenet, reina con resonancias medievales, madre de Ricardo Corazón de León, prima de Petronila de Aragón y bisabuela del rey Alfonso el Casto. Su hija, Leonor de Plantagenet fue esposa de Alfonso VIII, rey de Castilla y una mujer culta, que fundó el Monasterio de las Huelgas, introdujo el románico lombardo, y el gusto por la poesía trovadorezca y la música. Su hija Leonor, infanta de Castilla, se casó en 1221, con Jaime I el Conquistador, rey de Aragón. A mediados del s. XIV, tenemos a Leonor de Trastámara, hija de Enrique II de Castilla que se casa con Carlos III de Navarra; Leonor de Aragón, hija de Pedro IV y de Leonor de Sicilia; Leonor de Alburquerque, reina de Aragón; y en 1420-1479, Leonor de Aragón que fue reina de Navarra. Más tarde, la hija de Juana la Loca, Leonor de Habsburgo, fue reina de Portugal. Al enviudar, su hermano Carlos V, la casó con Francisco I de Francia. Siempre estuvo al servicio de España y sacrificó su vida, siguiendo la idea europeísta del Emperador en función de su política internacional.
En estos momentos de crisis, en que mentes atolondradas y maliciosas ponen en entredicho la unidad de España y suscitan un grito de inquietud unánime por el desmenbramiento nacional, es preciso destacar la implicación que tiene el nombre de Leonor en la Historia Española. Ha estado presente en los trances decisivos de los siglos XII y XIV; en aquel entonces, existía un propósito de reunificar los distintos reinos cristianos en una cabeza congregadora y representativa con el fin de ahuyentar los dinamismos dispersores. La idea unitaria de Hispania, evocación del pasado visigodo, congregó a quienes alentaban el mismo designio: terminar la reconquista y lograr la unificación de los diversos polos políticos independientes del Medioevo. Ya el escritor catalán R. Muntaner señalaba la contigüidad legítima y efectiva entre los diferentes reyes hispanos, con esta significativa frase: “son una carn e una sang”. Ese dicroísmo unidad-diversidad, peculiar de la España Medieval, en cierto aspecto, se ha reproducido en el Estado Autonómico de nuestro tiempo. La Mayoría de la Autonomías representan los antiguos núcleos políticos de la Península.
Leonor, Eleonora y Leonora, en sus distintas variantes es también nombre de santas y se extiende por los ámbitos artísticos. La santa más conocida es Eleonora de Provenza. Leonor Izquierdo, casada con Antonio Machado en 1909, fue su gran amor y su alegría más honda, truncada prematuramente, al arrebatársela con saña la tuberculosis en 1812. Borges estuvo perdidamente enamorado de Leonor Norah (Lange), pintora argentina, nacida en B. Aires en 1901. En el teatro del Siglo de Oro, es nombre habitual en obras de Calderón y de Lope de la Vega. Es fácil encontrarlo en el espacio musical. “Fidelio o el amor conyugal” de Beethoven se basa en la narración sobre la dama de Turena –Leonor- que logra liberar a su marido preso por los jacobinos. Verdi, en 1839, estrena “Oberto”, su primera ópera, en que Corrado seduce a Leonora y, en “La forza del destino” de 1862, también una Leonora es su protagonista. Y Donizetti lo introduce en “La favorita”, basada en Leonor de Guzmán.
Camilo Valverde Mudarra