Colaboraciones

LAS MUJERES ASCIENDEN Y GOBIERNAN





Históricamente, en todas las épocas y culturas, la mujer ha ocupado un estrato de segundo orden en el entramado civil, público y privado. Ha sido sometida y considerada casi una esclava, un ser sin entidad social ni jurídica. Tal vez, contribuyó, desde el principio, la conciencia colectiva por la que el hombre, sabiéndola superior, amparado en los largos periodos de gestación y en su fuerza física decidió relegarla. Pero, sacudiéndose la vejación, va recuperando su dignidad.

Michelle Bachelet, de 54 años, ha sido elegida presidenta de Chile; es la primera mujer que gobierna Chile tras ganar las elecciones. La ex ministra socialista, médico pediatra, que fue torturada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90), será el cuarto presidente consecutivo, miembro de centro-izquierda. Iniciando el proceso de transición y su programa, ha dicho: "Lo que es importante es que nosotros garantizamos trabajo decente y digno para todos los chilenos. Lo que es importante es que todos tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades"; y aseguraba que reducirá la brecha, aún persistente entre ricos y pobres, pese a que Chile es ya una de las naciones de Iberoamérica con una economía más próspera. Su triunfo se ha recibido con calma en los mercados financieros chilenos, entre la depreciación del peso.

Y en Monrovia, Ellen Johnson Sirleaf se ha convertido en la primera mujer que gobierna un país africano. Ganadas las elecciones con el 59,4% de los sufragios, esta economista de 67 años, mujer de fuerte determinación, ha prestado juramento como presidenta de Liberia por un mandato de seis años; se pone fin así a un gobierno de transición, que asumió el poder tras la guerra civil, muy criticado por su corrupción. Ha conseguido el apoyo masivo del electorado femenino, que representa la mitad de los votantes, así como de la minúscula comunidad de intelectuales que la creen capaz de atraer las inversiones extranjeras, mantener la estabilidad del país y controlar la corrupción.

Dos mujeres, han logrado romper las trabas y acceder a la jefatura del Estado por primera vez en la historia de sus países. Bachelet y Johnson-Sirleaf entran en el círculo de presidentas electas, formado actualmente por Mary Mcaleese, en Irlanda; Vaira Vike-Freiberga, en Letonia; Gloria Macapagal, en Filipinas; y Tarja K. Halonen, ganadora virtual en Finlandia, pendiente de los resultados de la segunda vuelta electoral. Hay, además, otras cuatro que pasaron por las urnas y son primeras ministras de Bangladesh, Khaela Zia; de Mozambique, Luisa Diogo; Santo Tomé y Príncipe, María Do Carmo Silveira; y la canciller Angela Merkel en Alemania. A ellas, otras que también rompieron viejas impedimentas y las precedieron en el poder, se unen Golda Meir, que, en 1969, llegó a la Jefatura del Gobierno de Israel; Indira Ghandi era elegida, en 1966, primera ministra de la India; en 1986, Corazón Aquino en Filipinas. En 1979 Margaret Thatcher ganó las elecciones en Reino Unido; en 1988, Benazir Bhutto, en Pakistán, se convertía en primera ministra y primera mujer que dirigía un país musulmán. En el continente americano ha habido siete mujeres que llegaron a presidentas: la argentina María Estela Martínez de Perón, la boliviana Lidia Gueiler, la nicaragüense Violeta Chamorro, la guyanesa Janet Rosemberg, la ecuatoriana Rosalía Arteaga, la panameña Mireya Moscoso y la haitiana Ertha Pascal-Trouillot. De ellas, sólo tres, en Guayana, Nicaragua y Panamá, habían pasado por las urnas.

Aparte de las reinas en las monarquías europeas, en otros niveles políticos recordamos a la canadiense, Mary Ellen Smith, designada en 1921 legisladora del Imperio Británico; a Catherine Lalumiere, elegida en 1989 secretaria General del Consejo de Europa; en 1988, Rita Süssuth presidenta del Bundestag de la República Federal de Alemania; Shurley Chishlom, la primera mujer negra, elegida en el Congreso de Estados Unidos o la brasileña Luiza Erundina, alcaldesa de Sao Paulo, en 1988. Sin contar que, en el 2005, las mujeres parlamentarias en el mundo representaban el 16,1% del total. En España, el porcentaje de mujeres parlamentarias asciende al 30,8%.

El avance femenino es imparable; piénsese la cantidad que hay en la enseñanza, en sanidad, en empresas y demás cargos y puestos de trabajo, hace poco impensables. Pero no lo consiguen en la jerarquía eclesial. Ya llegará. El futuro es de la mujer.



Camilo Valverde Mudarra


Franky  
Jueves, 19 de Enero 2006
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