Colaboraciones

LA TRANSICIÓN «DESCALIFICADA»





Estamos viviendo una democracia maltrecha y vejada, que, entre cobardía y cesiones al chantaje, prohibiciones y asuntos irrelevantes, deja, en la aterida intemperie, la liber­tad y los derechos sagrados. Atónitos caminamos bajo el manto nubiloso del reino de las sombras. Nos sobrecoge de incertidumbre y duda este imperante intervencionismo a través de una gestión relativa y, cada vez, más distante de los intereses de los ciudadanos. No saben y no quieren establecer, con firmeza y racionalidad, los fun­damentos de la convivencia.

Es preciso vitalizar la Democracia. Había que hacer un esfuerzo, todavía, y recuperar lo perdido. El espíritu conciliador de aquella modélica vía que vino a triunfar en la Transi­ción debe revitalizarse y fortalecerse en el altar del bien común. Los españoles, abrumados de temores en aquel momento crítico, vieron, con alivio, que la instauración de la Monarquía Parlamenta­ria había domeñado defini­tivamente dos si­glos de zozobra política; que había cerrado para siempre el telar de Penélope, que había llegado por fin, a una tierra consistente sobre la que cimentar el progreso, asidos ya a Occidente por la adhesión al Tratado de Washington e insertos en la Unión Europea; asentados en una Constitución libre de revi­siones radicales y de interrogantes angustiosos sobre el ser nacional; superadas las referen­cias hostiles al fatal periodo, 1931-39; arrumbados ya, para siempre, los diablos congénitos en el mu­ladar de la historia.“Una Monarquía cuyo mensaje cardinal era trazar una tercera vía entre la República justamente vencida y la dictadura, injustamente vencedora, como habría de decir años más tarde certeramente Julián Marías.

Al ciudadano, le preocupa el rumbo inclinante y la evolución última de nuestro acontecer político, “pues, en Marzo del 2004 la política española se aventuró por una senda radicalmente nueva; el Gobierno Entrante se propuso una ruptura con lo que se venía haciendo trabajo­sa y eficazmente desde 1976, descalificó la Transición en­tendida como tierra firme so­bre la que fundamentar las refor­mas necesarias, negó la terce­ra vía -ni 1931 ni 1939- y, en un arriesgado ejercicio de fu­nambulismo histórico, saltó so­bre nuestra historia reciente, para buscar en los nefastos años treinta del siglo pasado una legitimación que no encon­traba en el presente.

Se han roto ya algunos va­liosos vidrios en este equivoca­do proceso, pero es tiempo toda­vía para recuperar la sensatez, para recordar a los que hoy mandan aquella sabia reco­mendación cervantina de Maese Pedro al muchacho titi­ritero: "Llaneza, muchacho, y no te encumbres", para reem­prender el buen camino del con­senso y de la Transición con la unidad de los dos grandes partidos, hoy temerariamente en­frentados. A colaborar en este empeño van encaminadas es­tas palabras, y a él enderezaré las que pueda decir en el Conse­jo, siempre dentro de los lími­tes y del respeto”. que imponen sus estatutos y su historia y amparado en la inteligente in­dependencia que ha acreditado su Presidente”. (Discurso de Calvo Sotelo en su ingreso en el Consejo de Estado).

Los dos partidos, PSOE y PP, deben tomar el camino del diálogo y la unidad. El tacto recordado del presidente A. Suárez, con su UCD, es un ejemplo.



Camilo Valverde Mudarra


   
Jueves, 22 de Marzo 2007
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