Colaboraciones

LA REA REALIDAD Y LOS DESEOS DE SEOS





“¿Qué alta inteligencia, si de verdad lo es, será incapaz de esbozar, de buena gana, una ingenua sonrisa y hasta de soltar, de buen grado, una sonora carcajada al contemplar su propia caricatura?”

“Otramotro”


Diré, pero aquí y ahora me conformaré o limitaré a urdir (y rogaría que no se enfadaran conmigo quienes no tardarán en reclamar y reivindicar, con toda razón y justicia, que forman parte de las válidas y lógicas excepciones, que hay y/o tiene toda regla) la generalidad, que estoy a punto o en trance de airear, de que los políticos, que no suelen leer poesía y menos aún releer las odas que verseó Luis Cernuda Bidón, el vate que, en 1936, reunió todos los poemas que había escrito hasta entonces bajo el título de “La realidad y el deseo”, y hacedor, asimismo, en mi modesta opinión, del mejor requiebro trenzado en castellano/español durante todo el siglo pasado, los tres versos de amor más impresionantes, pertenecientes a su libro “Los amores prohibidos”, que puede soltarle una/o a su amada/o (“Tú justificas mi existencia. / Si no te conozco, no he vivido; / si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido”), itero, la vaguedad de que los políticos acostumbran a confundir la realidad con sus deseos.

Así, al menda lerenda no le extraña una pizca, ápice o pelo que, ante el inopinado y sorprendente acuerdo sobre el Estatut al que llegaron el pasado sábado el presidente del Gobierno de la Nación, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de CiU, Artur Mas, haya cundido el desconcierto en unos y otros, en todos. En el caso concreto del presidente del PP, Mariano Rajoy, saliendo por peteneras, con el sueño o señuelo, la metedura o “meteblanda” de gamba del referéndum.

El menda lerenda se signa y persiste en persignarse, pues no sale de su asombro. Y sigue haciéndose cruces, porque todo quisque larga y larga a propósito del Estatut, cuando apenas se conocen tres o cuatro cosas (aunque sean importantes e interesantes) del grueso, lo que pactaron Zapatero y Mas, y al que el resto de los partidos firmantes del proyecto de reforma en el Parlament ha/n venido a sumarse, excepto ERC, a cuyos parlamentarios se les ha quedado la cara de tontos (no quiero decir con ello que lo sean), como de quienes, a pesar de las buenas palabras de propios y/o extraños, tienen la certeza refractaria de que se ha jugado con su buena fe y se les ha tomado impunemente el pelo.

Una vez cubierto el trámite preceptivo, finalizado el proceso legislativo, cuando volvamos a leer en qué ha quedado definitivamente el articulado del Estatut, ya opinaremos. Mientras no llegue tal momento, me parece una soberana incongruencia, una suprema incoherencia, otra muestra de falta de sentido común, resumiendo, más que precipitado, darle a la mui o empuñar la péñola al respecto.



Ángel Sáez García


Franky  
Jueves, 2 de Febrero 2006
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