POLÍTICOS, LOS NUEVOS AMOS, de Francisco Rubiales
“El gran fraude ha quedado perpetrado al sustituir al ciudadano por el militante, la voluntad general por la representación y el interés general por el interés de los partidos políticos” p. 216
Demoledor. Irrebatible. Fundamentado. Este libro que, como ya señala el autor en la introducción es “políticamente (muy) incorrecto”, y que, despojado de falsas carencias e interesadas complacencias, viene a advertirnos del peligro que supone para la auténtica democracia el omnímodo poder con el que se han dotado los partidos políticos a lo largo de su breve historia, hasta conseguir hoy excluir a los ciudadanos del ejercicio de la política, convirtiéndolos en sumisos receptores de servicios y dóciles votantes de urnas listas electorales cerradas, herméticas, elaboradas por sus ejecutivas para premiar a los mediocres y disciplinados “políticos profesionales”, personas incapaces en general de sobrevivir en el ámbito privado y de la libre competencia.
El impúdico alarde que de ese poder hacen los políticos (altas remuneraciones, generosas prerrogativas, ausencia de controles y correctivos, corrupción, prebendas, privilegios…) indica precisamente la impunidad con que saben que cuentan en la actualidad, y explica la obstinación por prolongarse en su ejercicio durante el mayor tiempo posible (leo en el periódico de hoy que Alfonso Guerra lleva ¡más de treinta años! como diputado; no quedan lejos de esto las permanencias en las presidencias autonómicas respectivas de Manuel Chaves y Jordi Pujol ¡horror!).
Fco. Rubiales, un comprometido periodista con una dilatada experiencia como corresponsal, profesor y especialista en debates y foros cívicos, ofrece en este libro un sistemático, riguroso, prolijo y deliberadamente despojado de academicismos al uso, el estudio del Poder político a lo largo de la historia. A través de los cinco capítulos en que desarrolla este ensayo disecciona y analiza críticamente los mecanismos del poder y enumera los elementos que sucesivamente los han detentado, concluyendo que en las democracias que hoy conocemos -y de las que, ufanos, presumimos como nobles regímenes participativos, solidarios y pluralistas- se ha producido una degeneración perversa y devastadora que ha permitido a los partidos políticos fagocitar al resto de sujetos de la sociedad (asociaciones ciudadanas, órganos judiciales, empresas de comunicación, colegios profesionales, intelectuales…) y gozar de un extraordinario poder -”Políticos, los nuevos amos”- que pese al constatable rechazo social (baja participación en los comicios, desinterés generalizado, ínfima calificación de los políticos) se erige como una auténtica maquinaria de dominio absoluto sobre todos los aspectos de la vida social; trabajo, ocio, sanidad, comunicación, cultura.
Concluye el autor que ese poder, integral y por esencia venal y corrupto, atenaza la propia naturaleza de la democracia actual (triste remedo de la armónica democracia de los griegos) y conduce a los ciudadanos a ser meros servidores de una clase política interesada únicamente en perpetuar sus beneficios ( me viene a la cabeza las infumables alianzas, pactos, componendas que hemos visto tratar a unos partidos y otros por seguir gozando de sus respectivas cuotas de poder y dinero) y a actuar, con total impunidad, acumulando recursos y voluntades prestadas, despreciando, con total desfachatez, las necesidades, ansias y valores de los ciudadanos administrados por una democracia (falsa) representativa, degenerada y totalitaria.
Aunque el panorama que se muestra es ciertamente desolador, el autor dedica los últimos capítulos a la esperanza; haciendo hincapié en el indomable valor de las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación (internet, prensa independiente, …) apunta un cauce poderoso para el cambio político que precisa -y merece- la democracia, así insta a los ciudadanos a asociarse, a denostar del aislamiento, el miedo y la soledad, y a agruparse para desafiar a los partidos políticos. A crear, en fin, un movimiento ciudadano que recupere los valores cívicos y que auspicie el debate cívico y la discusión - “we agree to desagree”- a recuperar la influencia ciudadana a través de la reconquista de los medios de comunicación, incorporando a los intelectuales a la causa de la libertad y la regeneración democrática para reconstruir la dañada escala de valores y, debilitando la política actual por los medios que se nos ocurran, dignificar suficientemente la política como para generar transformaciones políticas capaces de alumbrar ciudadanos que a través de “Asambleas ciudadanas” pongan fin al imperio de los partidos y permitan que un Poder Popular democrático configure una verdadera Democracia Ciudadana capaz de ordenar la convivencia y velar por la Justicia en un Estado de Ciudadanos.
Imprescindible la lectura de “Políticos, los nuevos amos” para recuperarnos los ciudadanos de la modorra y acatar con el impúdico secuestro que de nuestra voluntad han conseguido los partidos políticos.
Por Tolo Nicolau
“El gran fraude ha quedado perpetrado al sustituir al ciudadano por el militante, la voluntad general por la representación y el interés general por el interés de los partidos políticos” p. 216
Demoledor. Irrebatible. Fundamentado. Este libro que, como ya señala el autor en la introducción es “políticamente (muy) incorrecto”, y que, despojado de falsas carencias e interesadas complacencias, viene a advertirnos del peligro que supone para la auténtica democracia el omnímodo poder con el que se han dotado los partidos políticos a lo largo de su breve historia, hasta conseguir hoy excluir a los ciudadanos del ejercicio de la política, convirtiéndolos en sumisos receptores de servicios y dóciles votantes de urnas listas electorales cerradas, herméticas, elaboradas por sus ejecutivas para premiar a los mediocres y disciplinados “políticos profesionales”, personas incapaces en general de sobrevivir en el ámbito privado y de la libre competencia.
El impúdico alarde que de ese poder hacen los políticos (altas remuneraciones, generosas prerrogativas, ausencia de controles y correctivos, corrupción, prebendas, privilegios…) indica precisamente la impunidad con que saben que cuentan en la actualidad, y explica la obstinación por prolongarse en su ejercicio durante el mayor tiempo posible (leo en el periódico de hoy que Alfonso Guerra lleva ¡más de treinta años! como diputado; no quedan lejos de esto las permanencias en las presidencias autonómicas respectivas de Manuel Chaves y Jordi Pujol ¡horror!).
Fco. Rubiales, un comprometido periodista con una dilatada experiencia como corresponsal, profesor y especialista en debates y foros cívicos, ofrece en este libro un sistemático, riguroso, prolijo y deliberadamente despojado de academicismos al uso, el estudio del Poder político a lo largo de la historia. A través de los cinco capítulos en que desarrolla este ensayo disecciona y analiza críticamente los mecanismos del poder y enumera los elementos que sucesivamente los han detentado, concluyendo que en las democracias que hoy conocemos -y de las que, ufanos, presumimos como nobles regímenes participativos, solidarios y pluralistas- se ha producido una degeneración perversa y devastadora que ha permitido a los partidos políticos fagocitar al resto de sujetos de la sociedad (asociaciones ciudadanas, órganos judiciales, empresas de comunicación, colegios profesionales, intelectuales…) y gozar de un extraordinario poder -”Políticos, los nuevos amos”- que pese al constatable rechazo social (baja participación en los comicios, desinterés generalizado, ínfima calificación de los políticos) se erige como una auténtica maquinaria de dominio absoluto sobre todos los aspectos de la vida social; trabajo, ocio, sanidad, comunicación, cultura.
Concluye el autor que ese poder, integral y por esencia venal y corrupto, atenaza la propia naturaleza de la democracia actual (triste remedo de la armónica democracia de los griegos) y conduce a los ciudadanos a ser meros servidores de una clase política interesada únicamente en perpetuar sus beneficios ( me viene a la cabeza las infumables alianzas, pactos, componendas que hemos visto tratar a unos partidos y otros por seguir gozando de sus respectivas cuotas de poder y dinero) y a actuar, con total impunidad, acumulando recursos y voluntades prestadas, despreciando, con total desfachatez, las necesidades, ansias y valores de los ciudadanos administrados por una democracia (falsa) representativa, degenerada y totalitaria.
Aunque el panorama que se muestra es ciertamente desolador, el autor dedica los últimos capítulos a la esperanza; haciendo hincapié en el indomable valor de las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación (internet, prensa independiente, …) apunta un cauce poderoso para el cambio político que precisa -y merece- la democracia, así insta a los ciudadanos a asociarse, a denostar del aislamiento, el miedo y la soledad, y a agruparse para desafiar a los partidos políticos. A crear, en fin, un movimiento ciudadano que recupere los valores cívicos y que auspicie el debate cívico y la discusión - “we agree to desagree”- a recuperar la influencia ciudadana a través de la reconquista de los medios de comunicación, incorporando a los intelectuales a la causa de la libertad y la regeneración democrática para reconstruir la dañada escala de valores y, debilitando la política actual por los medios que se nos ocurran, dignificar suficientemente la política como para generar transformaciones políticas capaces de alumbrar ciudadanos que a través de “Asambleas ciudadanas” pongan fin al imperio de los partidos y permitan que un Poder Popular democrático configure una verdadera Democracia Ciudadana capaz de ordenar la convivencia y velar por la Justicia en un Estado de Ciudadanos.
Imprescindible la lectura de “Políticos, los nuevos amos” para recuperarnos los ciudadanos de la modorra y acatar con el impúdico secuestro que de nuestra voluntad han conseguido los partidos políticos.
Por Tolo Nicolau