Colaboraciones

LA NADA COMO OFERTA POLITICA





Uno de los grandes fracasos de los partidos políticos como instrumentos que conectan al Estado con la sociedad quedó evidenciado ayer, 11 de marzo, con la división de otro grupo social más, el de las victimas de terrorismo. Se ha tocado un punto de inflexión que demuestra la perversión de los partidos políticos que, en lugar de ser las herramientas idóneas para la búsqueda de soluciones a la inmensa gama de problemas que tiene la sociedad española, han pasado a fomentar la división como arma perfecta para el mantenimiento de la fidelidad de unos sectores, aún a riesgo de confrontación.

Estas organizaciones bisagras entre la sociedad y el Estado deberían realizar funciones de integración de la población en el sistema político transmitiendo valores y actitudes y generando opinión pública ante la gravedad de la situación. Pero han preferido elegir la lucha de poder como medio para perpetuarse en el poder y para ello no han dudado en la división de todos los sectores de la población como medio de acaparar amplios grupos sociales a base de fracturas en la sociedad.

Lo del 11 M toca el limite de la obscenidad, pues su voracidad para la manipulación no respeta ni a los muertos del mayor atentado terrorista contra españoles habido en nuestra historia. Dividir en facciones a las victimas para sacar provecho político es la perversión de mayor gravedad a la que han llegado los partidos políticos. Hasta ahora, más o menos, nos habíamos acostumbrado a ver a los tradicionales sectores jaleando a los suyos, desde colectivos gays, feministas, obreros
etc…con la izquierda, a los sectores mas visibles de la derecha como los pro-vida, sectores eclesiásticos etc…

Lo del 11 M es un fracaso añadido de la oligarquía de partidos como sistema político español que, al no tener soluciones frente a la crisis, echan mano de la ideología como arma de captación de clientela. Su pésima gestión frente a la crisis, lejos de ser reconocida se convierte en un riesgo añadido pues a falta de buena gestión se echa mano del elemento de confrontación y creador de tensión, la ideología. Lo malo es que la ideología es abstracta pues a los sofistas que la proclaman, los ciudadanos le piden resultados y solo pueden ofrecer la nada. Este es el gran problema de los partidos políticos españoles, solo pueden ofrecer la nada.

Carlos RH

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Domingo, 11 de Marzo 2012
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