Información y Opinión

LA MISA EN LATÍN





El Papa, Benedicto XVI, mediante documento, ha autorizado a los sacerdotes a restablecer la Misa en latín, denominada 'Misa Tridentina', según publicó hoy el diario La República, haciéndose eco de una información del New York Times.

Así, el Papa da paso a celebrar la Misa en la vieja lengua de Cicerón, como se venía haciendo en el tiempo precedente al Concilio Vaticano II de 1962-65, cuando la Iglesia quiso hacer llegar la Misa a más fieles a través de 'lenguas vulgares'. La 'Misa Tridentina', codificada por San Pío V poco después del Concilio de Trento (1545-1563), a fin de corregir los defectos, unificó toda la Liturgia existente. En ella, el sacerdote se encuentra de espaldas a los fieles, las oraciones y cantos son en latín, pero, se fue imponiendo pronunciar la Homilía en la lengua vernácula.

En su día, se trató de una decisión innovadora, al unificar la liturgia y el uso de una lengua entendible y practicada en todo el ámbito de la Romanía, y venir a corregir pruritos y desvíos introducidos en su celebración. Luego se estableció la obligación de celebrar la Misa de cara a los fieles y, dejando el latín, emplear en todo el desarrollo la lengua oficial de la nación. Ello fue traumático para la Iglesia, porque a la larga se convirtió en uno de los motivos que llevaron al cisma del arzobispo Lefebvre, en 1988. Actualmente no está prohibida dicha celebración, pero para poder celebrarla es necesaria una autorización especial por parte de las autoridades eclesiásticas. Con este documento papal de alcance universal, todos los sacerdotes tendrán la libertad de reintroducir esta tradición, salvo prohibición específica de su obispo. Precisamente, el Papa, Benedicto XVI, dio un primer paso, en este sentido, el pasado mes de agosto, al permitir a sacerdotes integristas franceses celebrar la misa tradicional en latín. Los seguidores del obispo cismático, Marcel Lefebvre, excomulgados por Juan Pablo II, afirman que tienen unos 150.000 fieles en cincuenta naciones y reclaman, además del retorno de la misa en latín, que la Iglesia Católica abandone el diálogo que inició con las otras religiones a partir del Concilio Vaticano II.

Cierto que, para rezar a Dios, no se necesita lengua alguna, basta con la intención. Pero la liturgia, sí, precisa de un medio de expresión con respecto a los fieles, por lo que será mejor aquel que se les acomode. No obstante, el latín, en los territorios romances, si no se le hubiera vapuleado con ignorancia, no tendría problema. La solemnidad y el incentivo que conlleva una Misa cantada en gregoriano con incienso, altas vidrieras y sonoros órganos, no la tiene aquella otra de rasgueo gatuno de guitarras y cantos monocordes y cansinos.

En fin, rece cada uno como quiera. La fe y la lengua no se imponen, se explican y enseñan, luego, la libertad personal elige y decide.


Camilo Valverde Mudarra


Franky  
Domingo, 29 de Octubre 2006
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