¿Qué estaba haciendo esta fiscal? ¿A dónde estaba mirando? ¿Qué la tenía entretenida en altas misiones, para no sopesar el caso y estudiar las pruebas e informes policiales? Un auténtico profesional no puede en ningún momento hacer dejación de funciones; no pude dedicarse a sus propias alegrías, cuando tiene ocupaciones y deberes que cumplir; ha de andar minuciosa en su responsabilidad, nunca dormirse en la indolencia, jamás la indiferencia. O ¿es que hubo ocultación de videos y pruebas? Cuestión que nos llevaría a la insoportable corrupción. Y la última, ¿el Juez dictamina la puesta en libertad sin comunicarse con la Fiscalía y conocer los motivos por los que no solicita ninguna medida cautelar?
Entre tanto, esta actuación ha provocado las críticas de los sindicatos policiales que defienden la labor de los agentes y acusan a los fiscales de desconfianza sobre su trabajo. Saliendo al paso de este dislate, se dice que la Policía había llevado a cabo una investigación impecable y seguimiento exhaustivo sobre la trayectoria y andanzas de los atracadores “presuntos”; y, ya enterada de sus planes, se parapeta a pie de boquete y va cogiendo in fraganti uno por uno, puestos de rodillas, que iban a robar, no a rezar. Hecho policial que ha presenciado todo el público a través de vídeo pasado por televisión.
Estas son las consecuencias insignes de la Reforma Legal impulsada en 1994, que nos dejó la luminosa politización de la Justicia, reforzó el poder de la Fiscalía e impuso las rebajas y la merma del sistema judicial. El regalito es propio de una lumbrera. El Juez no puede tomar la decisión, si el Fiscal no pide la encarcelación. Tras interrogar a los detenidos ante el juez de guardia, la fiscal que se hizo cargo del caso no solicitó que los presuntos cumplieran prisión preventiva, por lo que el magistrado no tuvo otra opción que dejarlos en libertad. Pero, claro, los legisladores, enzarzados en “procesos y diálogos” innombrables, no han tenido ni tienen tiempo de corregir unas leyes que facultan y favorecen la puesta en la calle de los que, de modo cierto, se saben delincuentes.
¿Es que aquí la única política de servicio al ciudadano, de búsqueda del bien común se halla sólo en entablar reformas innecesarias de estatutos, en proclamar naciones y realidades nacionales intencionadamente hostiles o bien, simplemente, vacías y absurdas, en esconder la bandera española y sacar la republicana en la nariz del Príncipe, en hablar y sentarse a la mesa con los batasunos o en orquestar el desprestigio, la persecución y el acoso contra el Partido de la Oposición?
Agostar la oposición es signo claro de totalitarismo; y esos son los visos que se están oteando. En democracia, las prohibiciones marchan por los derroteros dictatoriales; ayer, con furia obsesiva, se prohibió el tabaco y se persiguió al fumador; hoy nos viene la ministra con la posible prohibición del alcohol; mañana será hablar español, ir a Misa o a los toros. ¿Qué nos traerá el mañana?
Camilo Valverde Mudarra
Entre tanto, esta actuación ha provocado las críticas de los sindicatos policiales que defienden la labor de los agentes y acusan a los fiscales de desconfianza sobre su trabajo. Saliendo al paso de este dislate, se dice que la Policía había llevado a cabo una investigación impecable y seguimiento exhaustivo sobre la trayectoria y andanzas de los atracadores “presuntos”; y, ya enterada de sus planes, se parapeta a pie de boquete y va cogiendo in fraganti uno por uno, puestos de rodillas, que iban a robar, no a rezar. Hecho policial que ha presenciado todo el público a través de vídeo pasado por televisión.
Estas son las consecuencias insignes de la Reforma Legal impulsada en 1994, que nos dejó la luminosa politización de la Justicia, reforzó el poder de la Fiscalía e impuso las rebajas y la merma del sistema judicial. El regalito es propio de una lumbrera. El Juez no puede tomar la decisión, si el Fiscal no pide la encarcelación. Tras interrogar a los detenidos ante el juez de guardia, la fiscal que se hizo cargo del caso no solicitó que los presuntos cumplieran prisión preventiva, por lo que el magistrado no tuvo otra opción que dejarlos en libertad. Pero, claro, los legisladores, enzarzados en “procesos y diálogos” innombrables, no han tenido ni tienen tiempo de corregir unas leyes que facultan y favorecen la puesta en la calle de los que, de modo cierto, se saben delincuentes.
¿Es que aquí la única política de servicio al ciudadano, de búsqueda del bien común se halla sólo en entablar reformas innecesarias de estatutos, en proclamar naciones y realidades nacionales intencionadamente hostiles o bien, simplemente, vacías y absurdas, en esconder la bandera española y sacar la republicana en la nariz del Príncipe, en hablar y sentarse a la mesa con los batasunos o en orquestar el desprestigio, la persecución y el acoso contra el Partido de la Oposición?
Agostar la oposición es signo claro de totalitarismo; y esos son los visos que se están oteando. En democracia, las prohibiciones marchan por los derroteros dictatoriales; ayer, con furia obsesiva, se prohibió el tabaco y se persiguió al fumador; hoy nos viene la ministra con la posible prohibición del alcohol; mañana será hablar español, ir a Misa o a los toros. ¿Qué nos traerá el mañana?
Camilo Valverde Mudarra