En un ambiente generalizado de laicismo y relativismo absoluto y extenso todo lo que procede de la Iglesia se desprecia y critica. Su voz se suele tildar «falsamente de prejuicio religioso» contrario «a los avances de la ciencia», pero, aunque se centra en la Ética y en cuestiones de tipo moral, lo cierto es su magisterio se funda en consideraciones científicas razonadas y reflexivas.
No es solamente la Conferencia Episcopal la que ha denunciado los problemas éticos que suscita la ley de Técnicas de Reproducción Asistida, aprobada por el Congreso, sino que el ámbito de la medicina también expone sus objeciones a las prácticas de esta técnica.
El Jefe de Biopatología Clínica del Hospital “La Fe” de Valencia y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, Justo Aznar cree que la nueva ley no contiene mención alguna que autorice, en concreto, la clonación terapéutica; entre la ambigüedad de su redacción, sólo viene a prohibir “la clonación de seres humanos con fines reproductivos”. Hoy por hoy, no se ha demostrado que elementos biológicos conseguidos por “clonación terapéutica”, hayan llegado a ser en realidad embriones humanos. La ley de 2003 marcaba el objetivo de impedir la generación de más embriones de los que se necesitaban para los implantes. La actual favorece la creación de embriones humanos destinados a experimentos y deja abierta la posibilidad de que el médico genere la cantidad que estime pertinente; no soluciona el acuciante problema de los bancos de embriones congelados, sino que da cobertura legal a su creación.
En cuanto al diagnóstico genético preimplantacional, opina que si alguno de los esposos padece una alteración genética hereditaria, se puede originar una gran cantidad de embriones y, al averiguar que alguno está libre de la enfermedad, sólo a ese se le dejará vivir. Es claramente una técnica eugenésica, que no se dirige a curar a nadie, van a nacer y vivirán solamente los niños sanos, se agosta y termina la vida de los enfermos.
Es, como se ve, un terreno deslizante y peligroso. Puede llegar a importantes consecuencias, entraña posibilidades de derroteros imprevisibles.
Camilo Valverde Mudarra
No es solamente la Conferencia Episcopal la que ha denunciado los problemas éticos que suscita la ley de Técnicas de Reproducción Asistida, aprobada por el Congreso, sino que el ámbito de la medicina también expone sus objeciones a las prácticas de esta técnica.
El Jefe de Biopatología Clínica del Hospital “La Fe” de Valencia y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, Justo Aznar cree que la nueva ley no contiene mención alguna que autorice, en concreto, la clonación terapéutica; entre la ambigüedad de su redacción, sólo viene a prohibir “la clonación de seres humanos con fines reproductivos”. Hoy por hoy, no se ha demostrado que elementos biológicos conseguidos por “clonación terapéutica”, hayan llegado a ser en realidad embriones humanos. La ley de 2003 marcaba el objetivo de impedir la generación de más embriones de los que se necesitaban para los implantes. La actual favorece la creación de embriones humanos destinados a experimentos y deja abierta la posibilidad de que el médico genere la cantidad que estime pertinente; no soluciona el acuciante problema de los bancos de embriones congelados, sino que da cobertura legal a su creación.
En cuanto al diagnóstico genético preimplantacional, opina que si alguno de los esposos padece una alteración genética hereditaria, se puede originar una gran cantidad de embriones y, al averiguar que alguno está libre de la enfermedad, sólo a ese se le dejará vivir. Es claramente una técnica eugenésica, que no se dirige a curar a nadie, van a nacer y vivirán solamente los niños sanos, se agosta y termina la vida de los enfermos.
Es, como se ve, un terreno deslizante y peligroso. Puede llegar a importantes consecuencias, entraña posibilidades de derroteros imprevisibles.
Camilo Valverde Mudarra