Caixaforum Madrid, un foco valioso de cultura
Miles de empleados de La Caixa llegan a las consultas y clínicas de psicólogos y psiquiatras de toda España con trastornos de todo tipo, productos de las presiones que reciben y del tipo de trabajo que la entidad bancaria les exige. Se quejan de que ya no les sirve de nada ser expertos bancarios porque lo que La Caixa quiere es que se transformen en vendedores de televisores, alarmas, teléfonos móviles, seguros y otros productos que nada tienen que ver con la comercialización de productos financieros.
Los jefes presionan a los empleados sin piedad y les exigen metas que suelen ser inalcanzables, lo que les crean angustia, ansiedad y una profunda insatisfacción. La Caixa parece no creer en el principio sabio de que los empleados, cuando son felices y están contentos, rinden más y trabajan mejor.
Pero el asunto va muchos mas lejos y trasciende los límites de la relación entre la entidad y su personal porque penetra de lleno en los derechos fundamentales de los clientes, que están siendo vulnerados en no pocos casos.
Si pides un crédito o una hipoteca, es probable que el empleado de La Caixa te exija que, a cambio, además de los intereses correspondientes, tienes que contratarle un seguro, instalar una alarma o comprarle un televisor o teléfono móvil de última generación.
Hace días leí un anuncio de un pobre hombre que vendía por internet un televisor Sansung, último modelo, sin abrir ni siquiera la caja, porque decía que La Caixa le había obligado a comprarlo a cambio de concederle un préstamo y que él no había tenido otro remedio que decir "Si", a pesar de que ya tenía televisor en su casa, lo que representa una seria violación de los derechos del cliente.
También he conocido a un psiquiatra con amplio conocimiento del estado general de su profesión que me explicaba que "lo de la Caixa es todo un escándalo" porque nos llegan muchos empleados destrozados por la ansiedad, la angustia y trastornos de personalidad y autoestima.
He indagado y he descubierto que otras entidades bancarias realizan también presiones a sus empleados para que alcancen objetivos concretos, pero en ninguna las presiones, el estilo y los objetivos son tan exigentes e inhumanos como en la Caixa, donde de nada sirve protestar al jefe diciéndole que la conciencia me impide obligar a un cliente a que se lleve un televisor como condición para recibir un préstamo.
Hay un artículo publicado por Hispanidad que toca este terrible asunto, titulado "Caixabank. La plantilla, al límite, afronta el mayor ERE de la banca, bajo una presión insoportable", que puede usted leer si pulsa AQUÍ
En ese artículo se dice, por ejemplo, que "Sin TV no hay préstamo: la red, obligada a vender ‘productos’ bancarios aunque los clientes no los quieran". Y también que "la plantilla está bajo una presión insoportable, que ha ido aumentando a lo largo de los meses y que ahora, tras la fusión con Bankia, ha llegado a su punto más álgido".
Hispanidad reproduce un diálogo entre un empleado y su jefe de zona, cuyo argumento central es que hay que vender como sea, y no precisamente productos bancarios. Con los tipos de interés en el cero por ciento, los préstamos no son negocio si no van acompañados de una televisión, un smart watch o un móvil.
- "Es que el cliente no quiere un televisor".
- "Da lo mismo, se tiene que llevar uno y si no, no le concedas el préstamo".
Alguien debería intervenir para corregir los excesos que se están produciendo en La Caixa y para defender los derechos básicos de empleados y clientes. Es un asunto que corresponde al mismo gobierno, que tiene el deber constitucional de proteger a sus ciudadanos de abusos e iniquidades.
Fernando San Juan
Los jefes presionan a los empleados sin piedad y les exigen metas que suelen ser inalcanzables, lo que les crean angustia, ansiedad y una profunda insatisfacción. La Caixa parece no creer en el principio sabio de que los empleados, cuando son felices y están contentos, rinden más y trabajan mejor.
Pero el asunto va muchos mas lejos y trasciende los límites de la relación entre la entidad y su personal porque penetra de lleno en los derechos fundamentales de los clientes, que están siendo vulnerados en no pocos casos.
Si pides un crédito o una hipoteca, es probable que el empleado de La Caixa te exija que, a cambio, además de los intereses correspondientes, tienes que contratarle un seguro, instalar una alarma o comprarle un televisor o teléfono móvil de última generación.
Hace días leí un anuncio de un pobre hombre que vendía por internet un televisor Sansung, último modelo, sin abrir ni siquiera la caja, porque decía que La Caixa le había obligado a comprarlo a cambio de concederle un préstamo y que él no había tenido otro remedio que decir "Si", a pesar de que ya tenía televisor en su casa, lo que representa una seria violación de los derechos del cliente.
También he conocido a un psiquiatra con amplio conocimiento del estado general de su profesión que me explicaba que "lo de la Caixa es todo un escándalo" porque nos llegan muchos empleados destrozados por la ansiedad, la angustia y trastornos de personalidad y autoestima.
He indagado y he descubierto que otras entidades bancarias realizan también presiones a sus empleados para que alcancen objetivos concretos, pero en ninguna las presiones, el estilo y los objetivos son tan exigentes e inhumanos como en la Caixa, donde de nada sirve protestar al jefe diciéndole que la conciencia me impide obligar a un cliente a que se lleve un televisor como condición para recibir un préstamo.
Hay un artículo publicado por Hispanidad que toca este terrible asunto, titulado "Caixabank. La plantilla, al límite, afronta el mayor ERE de la banca, bajo una presión insoportable", que puede usted leer si pulsa AQUÍ
En ese artículo se dice, por ejemplo, que "Sin TV no hay préstamo: la red, obligada a vender ‘productos’ bancarios aunque los clientes no los quieran". Y también que "la plantilla está bajo una presión insoportable, que ha ido aumentando a lo largo de los meses y que ahora, tras la fusión con Bankia, ha llegado a su punto más álgido".
Hispanidad reproduce un diálogo entre un empleado y su jefe de zona, cuyo argumento central es que hay que vender como sea, y no precisamente productos bancarios. Con los tipos de interés en el cero por ciento, los préstamos no son negocio si no van acompañados de una televisión, un smart watch o un móvil.
- "Es que el cliente no quiere un televisor".
- "Da lo mismo, se tiene que llevar uno y si no, no le concedas el préstamo".
Alguien debería intervenir para corregir los excesos que se están produciendo en La Caixa y para defender los derechos básicos de empleados y clientes. Es un asunto que corresponde al mismo gobierno, que tiene el deber constitucional de proteger a sus ciudadanos de abusos e iniquidades.
Fernando San Juan