Colaboraciones

LA BALANZA DEL BALANCE SIEMPRE BALANCEA





“No hables mal de alguien cuya carga jamás hayas llevado antes a cuestas”.

Marion Eleanor Zimmer Bradley


El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, que suele moverse como pez en el agua, ante (o sea, fuera) y dentro de las peceras, los Consejos de Ministros, los plenos del Congreso y/o del Senado (cuando toca), las comparecencias de aquí y de allá, las entrevistas en programas de radio y televisión o en periódicos, etc., gusta suministrar a los ciudadanos, espectadores, oyentes o lectores, boyantes datos reales referidos a la economía y recordar el trabajo legislativo llevado a cabo (leyes en contra de la violencia doméstica, machista, de Igualdad y de Dependencia), durante los tres años de Gobierno, quiero decir que, en un arranque de presunción atenuada, acostumbra a descollar que, desde que él es el inquilino del Palacio de La Moncloa, las cosas (¿y las casas? ¿Y los casos? ¿Y los cosos reales y figurados?) en esta piel de res (toro o vaca) puesta a secar, que algunos hemos acordado (con la razón y el corazón) seguir llamando por su nombre, España, van viento en popa (aunque no falta(rá)n quienes ve(a)n que las rachas de aire van a dar o parar en el papo), mejor, mucho mejor, que cuando José María Aznar era el que manejaba el cotarro.

Servidor sostiene que el presidente está verdaderamente sembrado cuando recomienda a sus conmilitones y correligionarios que aprendan a encajar “con deportividad y con talante” las críticas cítricas (mejor o peor intencionadas o planteadas) que les hacen en el presente o hagan en el futuro (aunque aquéllos entiendan que éstas exudan o rezuman más que unas cuantas lágrimas de iniquidad) no sólo los adversarios políticos, que sigan pulsando y escuchando la opinión de la calle y que no tengan ningún reparo en admitir los errores de sus acciones, manifestaciones u omisiones y, como coherente corolario lógico o correlato consecuente, en rectificar (poco más o menos, lo que recomendaba Joseph Joubert: “Quienes nunca se retractan de sus opiniones se aman más a sí mismos que a la verdad”); e insufrible, pesado, cuando se vanagloria de haber acertado en esto o aquello, verbigracia (aunque es inconcuso e irrefutable que atinó plenamente, dando de lleno en el blanco o centro de la diana), al nombrar como vicepresidenta primera de su Gobierno paritario (con alguna evidente parida) a doña María Teresa Fernández de la Vega, no obstante sus yerros, una trabajadora infatigable, inconmensurable, competente (hasta abrumar), un ejemplo a seguir, un modelo a remedar.

Que los demás se jacten de las cimas que hollaron y de las obras que coronaron, el abajo firmante y rubricante sólo se enorgullece de lo mucho que le queda por aprender, hacer y mejorar.

E. S. O., un andoba de Cornago

   
Lunes, 16 de Abril 2007
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