Tras haber sido "abandonado" por más de 400.000 votantes del PP en las ultimas elecciones, Javier Arenas, presionado por su cuarto fracaso electoral en Andalucía y seriamente preocupado por su futuro político, ha dado un nuevo paso hacia la desorientación y el divorcio con sus electores al proponer nada menos que una coalición de gobierno entre el Partido Popular y el PSOE, una propuesta que exaspera y que suena a traición a unos votantes del PP en Andalucía que lo que quieren es justo lo contrario: que Javier Arenas lidere una opción política diametralmente opuesta al socialismo corrupto y malversador que ha gobernado Andalucía durante las últimas tres décadas.
La propuesta de Arenas no puede ser sino el fruto del desconcierto, de la desorientación política más profunda o de lo que todavía sería peor, de un afán desmedido por gobernar "como sea" y "con quien sea".
La idea expuesta por Arenas, ajena a los deseos y sueños de sus votantes, parece dar la razón a los que dicen que el PP andaluz, de tanto oponerse al PSOE ha terminado pareciéndose a su enemigo, como tantas veces ha ocurrido en la Historia. A juzgar por lo que Arenas propone, un pacto de gobierno entre el PP y el PSOE, esa cercanía de los populares andaluces con el PSOE debe existir ya, única manera de entender una idea tan absurda y contraria a la ideología y a los principios políticos del Partido Popular.
Muchos analistas políticos andaluces piensan, sin embargo, que no es tan extraña la propuesta, ya que Arenas, en el pasado, demostró que la ideología tiene poco peso en su enfoque personal de la política cuando se alió con Izquierda Unida en la famosa "pinza", un pacto "contra natura" de ideologías irreconciliables que debilitó a ambas partes y que terminó haciendo al PSOE más fuerte y sólido.
El grupo "Democracia y Libertad en el PP", crítico con la linea oficial del partido, ha sacado un comunicado en el que destaca la importancia de las cuatro derrotas de Arenas en Andalucía y dictamina contundentemente que el pueblo andaluz "no te quiere ni a ti ni a tu escuela" y argumenta que la inexplicable pérdida de 400 mil votos con respecto a las anteriores generales y de 200 mil con relación a las anteriores autonómicas así lo acredita.
En términos de política real y de ideas, la propuesta de Arenas es una verdadera locura insensata porque la mayoría de los votantes del PP en Andalucía son aquellos que desean, con todas sus fuerzas, acabar con el reinado de los socialistas, constructores de un "régimen" marcado por el clientelismo, las subvenciones, la corrupción y la más profunda incapacidad para lograr que la región avance y abandone los puestos en la cola de España y de Europa que ocupa desde hace décadas.
Proponer a sus votantes algo tan extraño y antinatural como gobernar conjuntamente con los socialistas sólo demuestra que el personaje no ha sabido digerir su fracaso y que, aunque proclame lo contrario, sus resultados electorales del 25 de marzo le saben a derrota inapelable y dramática.
Lo cierto es que el fracaso del PP en Andalucía ha debido ser traumático porque desde el propio Arenas al último de los dirigentes populares andaluces, a los que, aunque hablen de victoria se les nota en el rostro su amarga frustración, saben que nunca tendrán una oportunidad mejorque la que han desaprovechado para derrotar al socialismo gobernante, cuando se encontraba desanimado, fracasado por su pésima gestión de la crisis y podrido por una corrupción galopante, cuya manifestación más escandalosa son los falsos EREs.
El PP, si quiere ganar un día en Andalucía, tiene que renovarse, buscarse un líder que sea capaz de ilusionar y que no provoque tanto rechazo entre los votantes, instaurar la democracia interna, abrazar la ética con todas sus consecuencias, ser implacable con los casos propios de corrupción y convertirse en una verdadera alternativa al socialismo fracasado, no en una copia light y tímorata del fracasado socialismo andaluz, como los ciudadanos lo perciben hoy.
La propuesta de Arenas no puede ser sino el fruto del desconcierto, de la desorientación política más profunda o de lo que todavía sería peor, de un afán desmedido por gobernar "como sea" y "con quien sea".
La idea expuesta por Arenas, ajena a los deseos y sueños de sus votantes, parece dar la razón a los que dicen que el PP andaluz, de tanto oponerse al PSOE ha terminado pareciéndose a su enemigo, como tantas veces ha ocurrido en la Historia. A juzgar por lo que Arenas propone, un pacto de gobierno entre el PP y el PSOE, esa cercanía de los populares andaluces con el PSOE debe existir ya, única manera de entender una idea tan absurda y contraria a la ideología y a los principios políticos del Partido Popular.
Muchos analistas políticos andaluces piensan, sin embargo, que no es tan extraña la propuesta, ya que Arenas, en el pasado, demostró que la ideología tiene poco peso en su enfoque personal de la política cuando se alió con Izquierda Unida en la famosa "pinza", un pacto "contra natura" de ideologías irreconciliables que debilitó a ambas partes y que terminó haciendo al PSOE más fuerte y sólido.
El grupo "Democracia y Libertad en el PP", crítico con la linea oficial del partido, ha sacado un comunicado en el que destaca la importancia de las cuatro derrotas de Arenas en Andalucía y dictamina contundentemente que el pueblo andaluz "no te quiere ni a ti ni a tu escuela" y argumenta que la inexplicable pérdida de 400 mil votos con respecto a las anteriores generales y de 200 mil con relación a las anteriores autonómicas así lo acredita.
En términos de política real y de ideas, la propuesta de Arenas es una verdadera locura insensata porque la mayoría de los votantes del PP en Andalucía son aquellos que desean, con todas sus fuerzas, acabar con el reinado de los socialistas, constructores de un "régimen" marcado por el clientelismo, las subvenciones, la corrupción y la más profunda incapacidad para lograr que la región avance y abandone los puestos en la cola de España y de Europa que ocupa desde hace décadas.
Proponer a sus votantes algo tan extraño y antinatural como gobernar conjuntamente con los socialistas sólo demuestra que el personaje no ha sabido digerir su fracaso y que, aunque proclame lo contrario, sus resultados electorales del 25 de marzo le saben a derrota inapelable y dramática.
Lo cierto es que el fracaso del PP en Andalucía ha debido ser traumático porque desde el propio Arenas al último de los dirigentes populares andaluces, a los que, aunque hablen de victoria se les nota en el rostro su amarga frustración, saben que nunca tendrán una oportunidad mejorque la que han desaprovechado para derrotar al socialismo gobernante, cuando se encontraba desanimado, fracasado por su pésima gestión de la crisis y podrido por una corrupción galopante, cuya manifestación más escandalosa son los falsos EREs.
El PP, si quiere ganar un día en Andalucía, tiene que renovarse, buscarse un líder que sea capaz de ilusionar y que no provoque tanto rechazo entre los votantes, instaurar la democracia interna, abrazar la ética con todas sus consecuencias, ser implacable con los casos propios de corrupción y convertirse en una verdadera alternativa al socialismo fracasado, no en una copia light y tímorata del fracasado socialismo andaluz, como los ciudadanos lo perciben hoy.