Hace dos años que Juan Pablo II, el Papa de las multitudes, fue llamado a su último ministerio cerca del Señor. Su camino hacia los altares sigue su curso en un voluminoso expediente sobre su vida, el fervor popular y las curaciones milagrosas, instruido por el Vaticano, como se coreó en su funeral, «Santo ¡súbito!» el 8 de abril del 2005. Benedicto XVI, impulsó el inicio del proceso, sin esperar el período de los cinco años preceptivos, el 28 de junio del 2005.
Al entregarse ahora el expediente a la Congregación, para las Causas de los Santos, que será estudiado por teólogos, historiadores y médicos, voces muy autorizadas piden que se simplifiquen los trámites. El secretario personal de Karol Wojtyla durante 40 años y hoy cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, propone saltar la fase de beatificación y pasar directamente a la canonización, un acto de Magisterio Infalible del Papa, que autoriza su culto en el mundo entero; así también, Pawel Ptasznik, testigo muy cercano de la santidad de Juan Pablo II, que fue el redactor de sus escritos, dice «al terminar el estudio del expediente, el Papa podría aprobar directamente la canonización en lugar de la beatificación».
Para la beatificación, la Iglesia exige un milagro y un segundo, posterior, para la canonización; pero la instrucción misma de esta causa en sorprendente brevedad, puede contar ya como el primero. A la vez que se recogía el material histórico y la convocatoria de los testigos, la oficina del postulador ha contado cada semana con millares de comunicaciones sobre curaciones extraordinarias y favores espirituales otorgados por intercesión de Juan Pablo II. Se han contabilizado gran cantidad de curaciones repentinas ante los atónitos médicos y especialistas. De tal cúmulo, monseñor Oder ha presentado una, realizada en Francia, por tratarse de un parkinson como el que padecía el Papa, por tener lugar a los dos meses de su fallecimiento y por tratarse de una religiosa que trabajaba en una clínica de maternidad. Sor Marie Simon Pierre fue curada repentinamente de su parkinson a través de su oración. Han llegado también muchísimos casos de matrimonios estériles que han conseguido tener hijos. De modo que el postulador ha apuntado jocoso, que «Juan Pablo II, un amante y defensor de la vida, puede terminar siendo el santo patrón de las parejas estériles».
A pesar de que el proceso sólo acepta milagros posteriores a la muerte, Juan Pablo II los realizaba ya en vida y hay muchas curaciones documentadas a efectos históricos; desde la de un muchacho mexicano gravemente enfermo, alzado por su madre al paso del Papa en Zacatecas, hasta un millonario judío americano, enfermo incurable de un tumor cerebral, que viajaba a Jerusalén, para morir, que haciendo escala en Roma, asistió a una misa del Papa y se sintió curado en el acto.
Juan Pablo II procuró siempre el encuentro de judíos, musulmanes, y personas de otras religiones. Al respecto el postulador posee informes de curaciones extraordinarias de musulmanes y judíos que han invocado a Juan Pablo II, como intercesor ante el Dios Único y Misericordioso; le han llegado incluso favores recibidos por agnósticos y no creyentes. Karol Wojtyla era el Papa de todo el mundo, de todos los que, con buena voluntad, lo querían y se dirigen a Dios, Padre.
Camilo Valverde Mudarra
Al entregarse ahora el expediente a la Congregación, para las Causas de los Santos, que será estudiado por teólogos, historiadores y médicos, voces muy autorizadas piden que se simplifiquen los trámites. El secretario personal de Karol Wojtyla durante 40 años y hoy cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, propone saltar la fase de beatificación y pasar directamente a la canonización, un acto de Magisterio Infalible del Papa, que autoriza su culto en el mundo entero; así también, Pawel Ptasznik, testigo muy cercano de la santidad de Juan Pablo II, que fue el redactor de sus escritos, dice «al terminar el estudio del expediente, el Papa podría aprobar directamente la canonización en lugar de la beatificación».
Para la beatificación, la Iglesia exige un milagro y un segundo, posterior, para la canonización; pero la instrucción misma de esta causa en sorprendente brevedad, puede contar ya como el primero. A la vez que se recogía el material histórico y la convocatoria de los testigos, la oficina del postulador ha contado cada semana con millares de comunicaciones sobre curaciones extraordinarias y favores espirituales otorgados por intercesión de Juan Pablo II. Se han contabilizado gran cantidad de curaciones repentinas ante los atónitos médicos y especialistas. De tal cúmulo, monseñor Oder ha presentado una, realizada en Francia, por tratarse de un parkinson como el que padecía el Papa, por tener lugar a los dos meses de su fallecimiento y por tratarse de una religiosa que trabajaba en una clínica de maternidad. Sor Marie Simon Pierre fue curada repentinamente de su parkinson a través de su oración. Han llegado también muchísimos casos de matrimonios estériles que han conseguido tener hijos. De modo que el postulador ha apuntado jocoso, que «Juan Pablo II, un amante y defensor de la vida, puede terminar siendo el santo patrón de las parejas estériles».
A pesar de que el proceso sólo acepta milagros posteriores a la muerte, Juan Pablo II los realizaba ya en vida y hay muchas curaciones documentadas a efectos históricos; desde la de un muchacho mexicano gravemente enfermo, alzado por su madre al paso del Papa en Zacatecas, hasta un millonario judío americano, enfermo incurable de un tumor cerebral, que viajaba a Jerusalén, para morir, que haciendo escala en Roma, asistió a una misa del Papa y se sintió curado en el acto.
Juan Pablo II procuró siempre el encuentro de judíos, musulmanes, y personas de otras religiones. Al respecto el postulador posee informes de curaciones extraordinarias de musulmanes y judíos que han invocado a Juan Pablo II, como intercesor ante el Dios Único y Misericordioso; le han llegado incluso favores recibidos por agnósticos y no creyentes. Karol Wojtyla era el Papa de todo el mundo, de todos los que, con buena voluntad, lo querían y se dirigen a Dios, Padre.
Camilo Valverde Mudarra