Los tres campeones del Impuesto de Sucesiones
Es tan inicuo ese Impuesto de Sucesiones que va a provocar, seguramente, la derrota electoral de los gobiernos que lo impulsan en las próximas elecciones, víctimas de una reacción popular de rechazo que ya está en marcha y que crece cada día. En Andalucía, la autonomía que aplica con más dureza ese expolio a las familias que heredan, impedirá que Susana Díaz se haga con el control del PSOE, como Secretaria General, y le lastrará de manera irremediable si algún día aspirara a presidir el gobierno de España como candidata socialista.
Ningún español en su sano juicio va a votar a un político que mantiene ese impuesto depredador y expolia y castiga con el a miles de familias, que se ven obligadas a renunciar a sus herencias porque no pueden pagar la enorme cantidad de dinero que les exige el gobierno.
Andalucía, Extremadura, Asturias, Aragón y Murcia son las regiones que aplican ese impuesto con mayor brutalidad. El robo de esas autonomías a los herederos, bendecido por el gobierno central como un medio de recaudación para mantener estas absurdas y gastadoras autonomías, va a ser difícil de eliminar, como medio de mantenimiento de un sistema tan desmesurado y sobredimensionado que cada día más difícil de financiar.
España mantiene más políticos a sueldo del Estado que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, además de poseer la mayor flota de coches oficiales, más políticos aforados que el resto de Europa y más privilegios para sus políticos que ningún otro país democrático del planeta.
¿Alguien piensa que cuando los políticos han llegado a un nivel de endeudamiento tan grande por mantener este sistema van a eliminar este impuesto tan injusto y jugoso, aplicado a los cadáveres y a sus herederos?
Los ciudadanos están cansados en todo el mundo de suportar a políticos que no resuelven nada, que desmontan el Estado de Bienestar argumentando que no hay dinero, pero que construyen, para ellos y sus amigos, un mundo de privilegios, ventajas y dinero abundante. La gente está indignada y cada día desprecia y rechaza con más intensidad a sus políticos, por los que se sienten traicionados. La victoria de Trump en Estados Unidos es la derrota de esa política y el fiel reflejo del hartazgo ciudadano ante unos políticos que anteponen sus intereses al bien común y que nunca resuelven nada.
Los ciudadanos del siglo XXI quieren gobiernos que no ordeñen tanto a los ciudadanos, que les permitan disfrutar de una pensión digna y de servicios públicos de calidad y que la gente que trabaja tenga su recompensa en vida, sin tener que mantener a la cantidad de parásitos que mantienen los viejos partidos europeos, tanto los de izquierda como los de derecha contaminados de socialdemocracia.
Los ciudadanos no están dispuestos a rebeliones violentas, pero si a resistir y a utilizar las urnas, que es el único poder que les han dejado en las falsas democracias, para castigar a los políticos que les expolian y maltratan y a utilizar las urnas para expulsar del poder a corruptos, sinvergüenzas, inútiles, parásitos y vampiros arrogantes.
La gente no está dispuesta a soportar más a depredadores en el poder que gobiernan sin tener en cuenta los intereses y deseos ciudadanos. No quiere levantarse y recurrir a la violencia porque saben que los gobernantes no tendrían escrúpulos en aplastarlos con sus policías y ejércitos, pero quieren hacer valer sus derechos y ser gobernados con justicia y decencia. Sólo quieren políticos que ayuden a sus pueblos, que entiendan la política como servicio a la sociedad, que creen una cultura del esfuerzo, no del clientelismo y del privilegio, y que administren bien el poder y los fondos públicos.
Francisco Rubiales
Ningún español en su sano juicio va a votar a un político que mantiene ese impuesto depredador y expolia y castiga con el a miles de familias, que se ven obligadas a renunciar a sus herencias porque no pueden pagar la enorme cantidad de dinero que les exige el gobierno.
Andalucía, Extremadura, Asturias, Aragón y Murcia son las regiones que aplican ese impuesto con mayor brutalidad. El robo de esas autonomías a los herederos, bendecido por el gobierno central como un medio de recaudación para mantener estas absurdas y gastadoras autonomías, va a ser difícil de eliminar, como medio de mantenimiento de un sistema tan desmesurado y sobredimensionado que cada día más difícil de financiar.
España mantiene más políticos a sueldo del Estado que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, además de poseer la mayor flota de coches oficiales, más políticos aforados que el resto de Europa y más privilegios para sus políticos que ningún otro país democrático del planeta.
¿Alguien piensa que cuando los políticos han llegado a un nivel de endeudamiento tan grande por mantener este sistema van a eliminar este impuesto tan injusto y jugoso, aplicado a los cadáveres y a sus herederos?
Los ciudadanos están cansados en todo el mundo de suportar a políticos que no resuelven nada, que desmontan el Estado de Bienestar argumentando que no hay dinero, pero que construyen, para ellos y sus amigos, un mundo de privilegios, ventajas y dinero abundante. La gente está indignada y cada día desprecia y rechaza con más intensidad a sus políticos, por los que se sienten traicionados. La victoria de Trump en Estados Unidos es la derrota de esa política y el fiel reflejo del hartazgo ciudadano ante unos políticos que anteponen sus intereses al bien común y que nunca resuelven nada.
Los ciudadanos del siglo XXI quieren gobiernos que no ordeñen tanto a los ciudadanos, que les permitan disfrutar de una pensión digna y de servicios públicos de calidad y que la gente que trabaja tenga su recompensa en vida, sin tener que mantener a la cantidad de parásitos que mantienen los viejos partidos europeos, tanto los de izquierda como los de derecha contaminados de socialdemocracia.
Los ciudadanos no están dispuestos a rebeliones violentas, pero si a resistir y a utilizar las urnas, que es el único poder que les han dejado en las falsas democracias, para castigar a los políticos que les expolian y maltratan y a utilizar las urnas para expulsar del poder a corruptos, sinvergüenzas, inútiles, parásitos y vampiros arrogantes.
La gente no está dispuesta a soportar más a depredadores en el poder que gobiernan sin tener en cuenta los intereses y deseos ciudadanos. No quiere levantarse y recurrir a la violencia porque saben que los gobernantes no tendrían escrúpulos en aplastarlos con sus policías y ejércitos, pero quieren hacer valer sus derechos y ser gobernados con justicia y decencia. Sólo quieren políticos que ayuden a sus pueblos, que entiendan la política como servicio a la sociedad, que creen una cultura del esfuerzo, no del clientelismo y del privilegio, y que administren bien el poder y los fondos públicos.
Francisco Rubiales