El estado de degradación de nuestra democracia ha llegado a tal extremo que es posible que un partido político español vote en contra de la ley y no ocurra nada. Lo ha hecho el PSOE al votar en la Federación de Municipios en contra de que se cumpla la Ley de Banderas bajo la excusa de que “no podemos obligar a millones a sentir los símbolos”.
La excusa esgrimida suena bien y parece liberal, pero olvida que la ley está para que se cumpla y que la obligación constitucional del gobierno es cumplirla y hacerla cumplir.
Existe una ley y una sentencia nada menos que del Tribunal Supremo que obliga a colocar la bandera española en los ayuntamientos, pero el PSOE, mostransdo un comportamiento insólito y único en las democracias occidentales, ha votado por su incumplimiento.
El acontecimiento demuestra que el nivel de democracia en España es bajo, comparable en algunos aspectos al existente en republicas caribeñas y africanas. También revela demasiadas enfermedades graves en la sociedad y la política: que no existe en España verdadero “Estado de Derecho”; que tampoco puede existir democracia; que el PSOE incumple la ley e incita a su incumplimiento; que el gobierno renuncia a su obligación constitucional de cumplir y hacer cumplir la ley y que los políticos españoles son impunes e inmunes, toda una escandalosa catarata de contradicciones y antidemocracia activa, propia de una democracia mugrienta.
La excusa esgrimida suena bien y parece liberal, pero olvida que la ley está para que se cumpla y que la obligación constitucional del gobierno es cumplirla y hacerla cumplir.
Existe una ley y una sentencia nada menos que del Tribunal Supremo que obliga a colocar la bandera española en los ayuntamientos, pero el PSOE, mostransdo un comportamiento insólito y único en las democracias occidentales, ha votado por su incumplimiento.
El acontecimiento demuestra que el nivel de democracia en España es bajo, comparable en algunos aspectos al existente en republicas caribeñas y africanas. También revela demasiadas enfermedades graves en la sociedad y la política: que no existe en España verdadero “Estado de Derecho”; que tampoco puede existir democracia; que el PSOE incumple la ley e incita a su incumplimiento; que el gobierno renuncia a su obligación constitucional de cumplir y hacer cumplir la ley y que los políticos españoles son impunes e inmunes, toda una escandalosa catarata de contradicciones y antidemocracia activa, propia de una democracia mugrienta.