Nuestros políticos, despreciados cada día más por los ciudadanos independientes y aclamados sólo por sus incondicionales fanatizados, están llegando demasiado lejos en su orgía de insensateces y desatinos. El abucheo, el insulto y el vapuleo se han convertido en práctica común de una clase dirigente española que no da la talla y que sólo se pone de acuerdo a la hora de subirse el sueldo y acumular privilegios.
Ayer, los socialistas, quizás para vengarse de que Zapatero fue abucheado por las víctimas del incendio en Guadalajara, enviaron una caterva de dirigentes y sindicalistas para vapulear a Rajoy, que tuvo que salir custodiado por la policía en Benavente. Anteriormente, Rajoy había sido abucheado en Bilbao y Cataluña, mientras que Zapatero sufrió ese castigo en Valencia y en otros muchos escenarios.
El abucheo y la agresión verbal se han convertido ya en métodos habituales de una lucha política española cuyos gestores demuestran irresponsabilidad e indignidad cuando fanatizan a sus “hooligans” en lugar de formarlos para que sepan actuar pacíficamente y aprendan a debatir libremente en democracia.
La insensatez de los políticos españoles está poniendo cada día más en peligro la democracia. Son tan insensatos que hasta recurren a la violencia, olvidando que la democracia es un acuerdo global de convivencia ideado, precisamente, para erradicar la violencia y sustituirla por el diálogo y el debate.
Los ciudadanos, víctimas de la degeneración de los políticos, estamos indignados.
Mientras que la gente de bien quiere paz, justicia y prosperidad y exige que los políticos se pongan de acuerdo en aquellos asuntos que son de interés general y beneficiosos para la nación, ellos avanzan por la ruta de la confrontación descontrolada con una inconsciencia digna de imbéciles. Sólo falta ya que algunos de esos fanáticos ciegos que siguen "hasta la muerte" las consignas de sus partidos lleguen demasiado lejos en la violencia y emprendan el viejo camino de la España negra: quema de conventos, asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo...
¡Maldita sea!
Ayer, los socialistas, quizás para vengarse de que Zapatero fue abucheado por las víctimas del incendio en Guadalajara, enviaron una caterva de dirigentes y sindicalistas para vapulear a Rajoy, que tuvo que salir custodiado por la policía en Benavente. Anteriormente, Rajoy había sido abucheado en Bilbao y Cataluña, mientras que Zapatero sufrió ese castigo en Valencia y en otros muchos escenarios.
El abucheo y la agresión verbal se han convertido ya en métodos habituales de una lucha política española cuyos gestores demuestran irresponsabilidad e indignidad cuando fanatizan a sus “hooligans” en lugar de formarlos para que sepan actuar pacíficamente y aprendan a debatir libremente en democracia.
La insensatez de los políticos españoles está poniendo cada día más en peligro la democracia. Son tan insensatos que hasta recurren a la violencia, olvidando que la democracia es un acuerdo global de convivencia ideado, precisamente, para erradicar la violencia y sustituirla por el diálogo y el debate.
Los ciudadanos, víctimas de la degeneración de los políticos, estamos indignados.
Mientras que la gente de bien quiere paz, justicia y prosperidad y exige que los políticos se pongan de acuerdo en aquellos asuntos que son de interés general y beneficiosos para la nación, ellos avanzan por la ruta de la confrontación descontrolada con una inconsciencia digna de imbéciles. Sólo falta ya que algunos de esos fanáticos ciegos que siguen "hasta la muerte" las consignas de sus partidos lleguen demasiado lejos en la violencia y emprendan el viejo camino de la España negra: quema de conventos, asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo...
¡Maldita sea!