La resistencia política constituye un derecho fundamental y el fenómeno central en la historia de la civilización. La resistencia frente a males como el abuso de poder, la injusticia,, la desigualdad, la corrupción y otros es la garantía de la libertad y el motor que garantiza el progreso humano. Sin resistencia, el mundo estaría poblado por esclavos y tiranos.
La resistencia está detrás de todas las conquistas de la civilización, desde la democracia al fin de la esclavitud, desde los derechos humanos a la liberación de la mujer. La resistencia es el alma de casi todas las constituciones modernas y es la garantía de que los pueblos tienen el derecho inalienable de alzarse contra la injusticia y la tiranía.
Ninguna de las grandes conquistas de la Humanidad está garantizada porque el poder tiende siempre a debilitarlas o suprimirlas, ni siquiera el derecho a la vida, que es el más sagrado. Tan sólo en el siglo XX, el Estado asesinó a más de cien millones de personas, sin contar los muertos en los campos de batalla, todos ellos aplastados porque demandaban más libertades, derechos y bienestar. En consecuencia, la resistencia es vital para conservar derechos tan básicos que parecen sagrados, como el derecho al voto en libertad, a elegir libremente a los representantes, a la seguridad, a recibir enseñanza de calidad, al trabajo digno, a informar y ser informado con veracidad, a una justicia justa, etc.
La resistencia a la opresión se ha manifestado de diversas maneras desde el surgimiento de las primeras civilizaciones y pro-formas del Estado-nación. La resistencia siempre cobra una importancia decisiva cuando los pueblos retroceden y padecen abusos de poder e injusticias. En España, la resistencia está creciendo como la espuma, impulsada por una sensación agobiante de deterioro de la política, de los valores y de la convivencia, y empujada también por la pésima calidad de la clase política y la ausencia de virtud y democracia en los partidos políticos.
Muchos están en la Resistencia sin saberlo, pero están. Otros somos conscientes de que integramos una minoría que se opone a la opresión, la corrupción, el abuso de poder y a las muchas injusticias y arbitrariedades que ensucian y degradan la política española. La resistencia es la médula de la sociedad civil y la esencia de lo que queda de democracia en España. Las filas de la Resistencia crecen cada día y son miles los que se unen a ella con la esperanza de que la pocilga cambie y quede limpia. En los últimos meses, desde que salieron a la luz las traiciones, cobardías y apaños secretos de los gobiernos del PSOE y el PP con los nacionalistas vascos y catalanes, a los que se les han permitido todo tipo de desmanes y se les han regalado privilegios que destrozan la igualdad de los españoles consagrada por la Constitución, miles de ciudadanos indignados y decepcionados se suman a la Resistencia y de ese modo alimentan la esperanza en un futuro mejor, sin los actuales partidos y sin los actuales políticos, muchos de ellos desalmados de ética, honor, servicio y grandeza.
Si eres de la resistencia saca pecho y di con orgullo ¡¡¡Soy de la Resistencia!!!. Considérate como la verdadera élite de la nación, el núcleo moral que sostiene la sociedad y como miembro de una estirpe mil veces más digna y decente que esos dirigentes políticos que dicen representar al pueblo y que deslumbran con su poder en las pantallas de la televisión, cuando muchos de ellos, por su comportamiento y por sus vicios, merecen estar entre rejas.
Francisco Rubiales
La resistencia está detrás de todas las conquistas de la civilización, desde la democracia al fin de la esclavitud, desde los derechos humanos a la liberación de la mujer. La resistencia es el alma de casi todas las constituciones modernas y es la garantía de que los pueblos tienen el derecho inalienable de alzarse contra la injusticia y la tiranía.
Ninguna de las grandes conquistas de la Humanidad está garantizada porque el poder tiende siempre a debilitarlas o suprimirlas, ni siquiera el derecho a la vida, que es el más sagrado. Tan sólo en el siglo XX, el Estado asesinó a más de cien millones de personas, sin contar los muertos en los campos de batalla, todos ellos aplastados porque demandaban más libertades, derechos y bienestar. En consecuencia, la resistencia es vital para conservar derechos tan básicos que parecen sagrados, como el derecho al voto en libertad, a elegir libremente a los representantes, a la seguridad, a recibir enseñanza de calidad, al trabajo digno, a informar y ser informado con veracidad, a una justicia justa, etc.
La resistencia a la opresión se ha manifestado de diversas maneras desde el surgimiento de las primeras civilizaciones y pro-formas del Estado-nación. La resistencia siempre cobra una importancia decisiva cuando los pueblos retroceden y padecen abusos de poder e injusticias. En España, la resistencia está creciendo como la espuma, impulsada por una sensación agobiante de deterioro de la política, de los valores y de la convivencia, y empujada también por la pésima calidad de la clase política y la ausencia de virtud y democracia en los partidos políticos.
Muchos están en la Resistencia sin saberlo, pero están. Otros somos conscientes de que integramos una minoría que se opone a la opresión, la corrupción, el abuso de poder y a las muchas injusticias y arbitrariedades que ensucian y degradan la política española. La resistencia es la médula de la sociedad civil y la esencia de lo que queda de democracia en España. Las filas de la Resistencia crecen cada día y son miles los que se unen a ella con la esperanza de que la pocilga cambie y quede limpia. En los últimos meses, desde que salieron a la luz las traiciones, cobardías y apaños secretos de los gobiernos del PSOE y el PP con los nacionalistas vascos y catalanes, a los que se les han permitido todo tipo de desmanes y se les han regalado privilegios que destrozan la igualdad de los españoles consagrada por la Constitución, miles de ciudadanos indignados y decepcionados se suman a la Resistencia y de ese modo alimentan la esperanza en un futuro mejor, sin los actuales partidos y sin los actuales políticos, muchos de ellos desalmados de ética, honor, servicio y grandeza.
Si eres de la resistencia saca pecho y di con orgullo ¡¡¡Soy de la Resistencia!!!. Considérate como la verdadera élite de la nación, el núcleo moral que sostiene la sociedad y como miembro de una estirpe mil veces más digna y decente que esos dirigentes políticos que dicen representar al pueblo y que deslumbran con su poder en las pantallas de la televisión, cuando muchos de ellos, por su comportamiento y por sus vicios, merecen estar entre rejas.
Francisco Rubiales