El título no animará a muchos a leer esta, como siempre, humilde y temerosa intervención, pero lo que ocurre, o parte de lo que ocurre en los despojos de aquel país, ejemplo de cordura hace un cuarto de siglo y ahora más bien una piltrafa, resto de una piel mordisqueada, con dentelladas de rabiosas alimañas hediondas, supurando odio, salidas a la luz por nefastas necesidades para ocupar sillones de poder, me recuerda la catástrofe Kreuger y lo que se pretende apuntalar, la hecatombe de una economía basada en el ladrillo y un turismo barato. Un turismo que puede pagarse un viaje desde cualquier ciudad de la UE a la "Costa" con la reventa en su país de 4 cartones de tabaco comprados en España.
El batacazo de las inmobiliarias, especialmente la espectacular caída de Astroc (en tres semanas bajan la acciones de 72,00 a 13,80 ?), es imposible de meterlo debajo de la alfombra. Entidades bancarias de inversión extranjeras aconsejan a no invertir en ladrillo en España. Entre 700.000 y 800.000 ingleses tienen casa en España.
La reacción de directivos como en Astroc es copia del comienzo de la bancarrota del sueco Ivar Kreuger (el Bill Gates de hoy), recomprar sus propias acciones para bajar la presión del mercado ante la oferta inesperada.
El director de Astroc ha comprado más acciones y, según la prensa, posee ya el 53% de las mismas. Que las inmobiliarias tienen dinero no se cuestiona, sus saltos a otros sectores son del dominio público. Ahora bien, ¿es este caso del directivo de Astroc el único? Parece que no ha dado resultado como tampoco lo disfrutó Kreuger, las acciones siguen cayendo en picado. Keuger pidió créditos para esta "repesca" de sus acciones que le asfixiaron.
Si bien, los pozos negros del conglomerado Kreuger (Aktiebolaget Keuger & Toll) los agrandó el crac de la Bolsa de Nueva York en 1929, en el ladrillo español parece ser simplemente que el consumidor está asfixiado y que la vaca no da más leche. Las hipotecas que se dejan como herencia, precios irracionales considerando la calidad y el imparable aumento de los intereses dice al ladrillo que "hasta aquí hemos llegado"
Kreuger dominó entre otras cosas el 75% de la producción de cerillas en el mundo. Poseía total o parte de compañías como SKF, Boliden (Recuerden Aznalcollar). Ericsson, entidades bancarias en varios países europeos. Ante la hecatombe, este sueco se suicidó en su apartamento de París en 1932. No solo se hundió su conglomerado sino que arrastró a la economía sueca. De esta debacle se hicieron grandes negocios y los pocos que tenían dinero y estaban en los puestos oportunos se forraron.
Esto, preveo que ocurrirá en España con los ladrillos, los tiburones de la bolsa ya están merodeando y tomando posiciones. A la vista del derrumbe del andamio hay grandes negocios, buenas adquisiciones a precios de saldos. ¿A quién le interesa meter euros en algo que podrá conseguirse en finales de rebaja? Hay sabrosos negocios a la vista.
Y los respetados corredores de bolsa ven unos Reyes Magos anticipados porque la bolsa como la casa, nunca pierde, se cobra al comprar como al vender.
Recuerdo en Londres las botellas de champán que los brokers londinenses habrían a finales de jornada en los pubs cercanos a ciertas oficinas en días en que las acciones andaban por el suelo y la gente vendía en pánico. Se cobra al comprar como al vender.
Como este tema no es lo mío, seguro que me equivoco, lo que me agradecerán los pequeños ahorradores en acciones relacionadas con el ladrillo. Y a ustedes, pacientes lectores, como siempre, disculpen que haya vuelto a escribir. De lo mío, de lo que se, no me publican nada en este blog. El humo no les deja ver que el humo es política de alto nivel. Me refiero al humo de tabaco.
Ligur
El batacazo de las inmobiliarias, especialmente la espectacular caída de Astroc (en tres semanas bajan la acciones de 72,00 a 13,80 ?), es imposible de meterlo debajo de la alfombra. Entidades bancarias de inversión extranjeras aconsejan a no invertir en ladrillo en España. Entre 700.000 y 800.000 ingleses tienen casa en España.
La reacción de directivos como en Astroc es copia del comienzo de la bancarrota del sueco Ivar Kreuger (el Bill Gates de hoy), recomprar sus propias acciones para bajar la presión del mercado ante la oferta inesperada.
El director de Astroc ha comprado más acciones y, según la prensa, posee ya el 53% de las mismas. Que las inmobiliarias tienen dinero no se cuestiona, sus saltos a otros sectores son del dominio público. Ahora bien, ¿es este caso del directivo de Astroc el único? Parece que no ha dado resultado como tampoco lo disfrutó Kreuger, las acciones siguen cayendo en picado. Keuger pidió créditos para esta "repesca" de sus acciones que le asfixiaron.
Si bien, los pozos negros del conglomerado Kreuger (Aktiebolaget Keuger & Toll) los agrandó el crac de la Bolsa de Nueva York en 1929, en el ladrillo español parece ser simplemente que el consumidor está asfixiado y que la vaca no da más leche. Las hipotecas que se dejan como herencia, precios irracionales considerando la calidad y el imparable aumento de los intereses dice al ladrillo que "hasta aquí hemos llegado"
Kreuger dominó entre otras cosas el 75% de la producción de cerillas en el mundo. Poseía total o parte de compañías como SKF, Boliden (Recuerden Aznalcollar). Ericsson, entidades bancarias en varios países europeos. Ante la hecatombe, este sueco se suicidó en su apartamento de París en 1932. No solo se hundió su conglomerado sino que arrastró a la economía sueca. De esta debacle se hicieron grandes negocios y los pocos que tenían dinero y estaban en los puestos oportunos se forraron.
Esto, preveo que ocurrirá en España con los ladrillos, los tiburones de la bolsa ya están merodeando y tomando posiciones. A la vista del derrumbe del andamio hay grandes negocios, buenas adquisiciones a precios de saldos. ¿A quién le interesa meter euros en algo que podrá conseguirse en finales de rebaja? Hay sabrosos negocios a la vista.
Y los respetados corredores de bolsa ven unos Reyes Magos anticipados porque la bolsa como la casa, nunca pierde, se cobra al comprar como al vender.
Recuerdo en Londres las botellas de champán que los brokers londinenses habrían a finales de jornada en los pubs cercanos a ciertas oficinas en días en que las acciones andaban por el suelo y la gente vendía en pánico. Se cobra al comprar como al vender.
Como este tema no es lo mío, seguro que me equivoco, lo que me agradecerán los pequeños ahorradores en acciones relacionadas con el ladrillo. Y a ustedes, pacientes lectores, como siempre, disculpen que haya vuelto a escribir. De lo mío, de lo que se, no me publican nada en este blog. El humo no les deja ver que el humo es política de alto nivel. Me refiero al humo de tabaco.
Ligur