Información y Opinión

II. ORIENTE MEDIO, PROFUNDA INESTABILIDAD REGIONAL





Israel, con su vieja ley del Talión, se equivoca al imponer su fuerza de forma cruel. Los hebreos y los palestinos tienen derecho a la vida y a disponer de su propio territorio con el respeto y el reconocimiento de vecinos y extraños. El furor vengativo sionista es tan condenable como la ira del terrorismo islámico; los muertos indefensos por las bombas israelíes son igual de repulsivos que los causados por los terroristas palestinos. El pueblo judío no es el diabólico Satán, como los palestinos no son allí los mitológicos guerrilleros de la resistencia que gozaban de cierta legitimidad moral en el terrorismo. La Liga Árabe, el día que rechazó el Estado Palestino, se equivocó.

En 1947, la O.N.U. determinó el reparto en un estado judío y otro árabe, pero la Liga no aceptó tal determinación. Al año siguiente, el 48, los ingleses se marchan, dejando el problema. Ese mismo año, el 14 de mayo, se proclamó el Estado de Israel y, acto seguido, el día 15, la Liga Árabe le declara la guerra. Y, desde ese entonces, hasta hoy, la lucha y la discordia se han hecho crónicas. El mismo día, de haberlo aceptado, pudo establecerse también el estado árabe. Quizás, se hubieran evitado muchos años de sufrimiento y de terror. En verdad, hoy, Tel Aviv obstenta la única democracia de esa masacrada heredad de Abraham; pequeño y rico país, moderno y desarrollado, provisto de un ingente poderío militar, hostigado por el vecindario musulmán, que trata, dificultosamente, de habitar la vieja casa paterna.

Hezbolá es un grupo terrorista, ultraradical chiíta y única milicia libanesa que no se ha desarmado desde la guerra civil libanesa de 1989. El Líbano, chiquita nación de la que todo el mundo ha abusado, subyugado y vigilado por Siria, ha sufrido la furia de Hezbolá, y, hoy, soporta los ataques de Israel que afectan a miles de inocentes, que no tienen relación con la organización de Hezbolá, a la que son ajenos y hasta sus rotundos opositores. El grupo Hezbolano está domeñado por Irán, cuyo único aliado real en el mundo árabe, es Siria. Y Hamas, que significa fervor, fundado en 1987, es un grupo islamista, nacionalista y muy combativo; su ideología es comprensible y real para muchos palestinos musulmanes, que tienen de referente la religión. Aboga por la desaparición de Israel, por lo que, a sus atentados suicidas, el Ejercito Israelí respondió con el ataque a sus dirigentes.

Estos integristas encarnan el antiguo ideario musulmán de arrojar al pueblo hebreo al mar. Los países musulmanes se han convertido últimamente en fortines avanzados del integrismo islámico, moderno ariete de la libertad, y hecho a Israel objeto de todas las furias de su yihad más iracunda. Los judíos, avezados a sobrevivir éxodos y holocaustos en los hostiles avatares del tiempo, aguantan, rugen y luchan hasta con temeridad.

Estos dos pueblos, vecinos, no dialogan, odian; no hablan, matan; no viven, mueren; no saben de pactos, desconocen la convivencia. Se ven constreñidos en aquella estrecha franja, enfrascados a fuego por su posesión, sin quererla compartir; sin saber ni poder ararla y cultivarla en silencio, con maneras de vecindad, con el tractor y el arado al sol, no con la pistola y la metralleta; el odio los ciega, la sangre les pide sangre, la muerte llama a la muerte, las luminarias encendidas descienden del cielo y el alarido de Caín resuena por las torrenteras blandiendo su huesuda quijada. La Conferencia de Madrid queda en el olvido; los acuerdos de Oslo duermen su sueño perdidos. Mientras, Occidente está amenazado y, con la destrucción de Israel, el integrismo persigue también el exterminio del cómodo mundo libre.

Virgilio, voz latina de excelso poeta, canta al olivo en sus exámetros: “Cultiva el olivo que es grato a la paz”. Es hora de abrir las ventanas a la paloma del ramo de olivo.


Camilo Valverde Mudarra


Franky  
Domingo, 23 de Julio 2006
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