Los camioneros pueden paralizar el país con su huelga y provocar la ruina de la ya maltrecha economía española
La inminente huelga del transporte español está mas que justificada ante la negativa del gobierno a remediar el drama del precio del combustible. Habría sido suficiente un gesto como reducir el IVA o bajar los impuestos, que son más de la mitad del precio final de la gasolina y el gasoil, para haber neutralizado la huelga, pero Sánchez y sus ministros parecen desear el paro brutal que podría dar la puntilla a la ya dañada economía española.
El gobierno de Sánchez, en lugar de apostar por el diálogo y por remediar la catástrofe que para el transporte representa la carestía de los combustibles, ha apostado por la soberbia y la codicia, sin renunciar a los impuestos enormes que recauda, gracias a la subida del precio de los combustibles.
Esa cerrazón irracional convierte la huelga en justa y enormemente peligrosa porque podría extenderse como una mancha de aceite y afectar a otros muchos sectores que ya padecen pérdidas insoportables por el precio de los combustibles, como el de la pesca, muchos de cuyos barcos ya no salen a capturar, o el del taxi.
La huelga se convoca contra el gobierno de Sánchez, único que tiene poder para remediar la situación, reduciendo impuestos, como han hecho otros países europeos.
Los camioneros en Canadá demostraron recientemente su inmenso poder paralizando el país y obligando al gobierno de Trudeau a retroceder en sus medidas y a convocar la ley de emergencia nacional cuando los camiones ocuparon la capital, Otawa.
La economía moderna, basada en el consumo, dependen en gran medida de los transportes. Si estos se paralizan, el país entero se para, los ciudadanos se enfurecen y el gobierno se coloca contra las cuerdas.
Ante la extraña situación del gobierno de Sánchez, que no ha mostrado voluntad alguna de resolver las demandas de los transportistas ante el encarecimiento salvaje de los combustibles, algunos observadores han esgrimido su sospecha de que al gobierno parece convenirle esa huelga, que desviaría hacia los camioneros la furia de los ciudadanos, en lugar de orientarlas hacia el incapaz, injusto y corrupto gobierno que padecen.
España ya es el país más dañado en su economía de toda la Unión Europea, el que más renta per cápita ha perdido en los últimos años, el que peor ha gestionado la pandemia, el que soporta más desempleo, el que tiene la inflación más alta, el más aislado por tener comunistas sentados en el Consejo de ministros y en el que más crece la corrupción, el abuso de poder y el divorcio entre los ciudadanos y sus gobernantes. A partir del lunes puede ser también el mas paralizado y atribulado por el desabastecimiento y el caos, provocados por una huelga que el gobierno, insensible, injusto y lleno de codicia, se niega a solucionar.
Francisco Rubiales
El gobierno de Sánchez, en lugar de apostar por el diálogo y por remediar la catástrofe que para el transporte representa la carestía de los combustibles, ha apostado por la soberbia y la codicia, sin renunciar a los impuestos enormes que recauda, gracias a la subida del precio de los combustibles.
Esa cerrazón irracional convierte la huelga en justa y enormemente peligrosa porque podría extenderse como una mancha de aceite y afectar a otros muchos sectores que ya padecen pérdidas insoportables por el precio de los combustibles, como el de la pesca, muchos de cuyos barcos ya no salen a capturar, o el del taxi.
La huelga se convoca contra el gobierno de Sánchez, único que tiene poder para remediar la situación, reduciendo impuestos, como han hecho otros países europeos.
Los camioneros en Canadá demostraron recientemente su inmenso poder paralizando el país y obligando al gobierno de Trudeau a retroceder en sus medidas y a convocar la ley de emergencia nacional cuando los camiones ocuparon la capital, Otawa.
La economía moderna, basada en el consumo, dependen en gran medida de los transportes. Si estos se paralizan, el país entero se para, los ciudadanos se enfurecen y el gobierno se coloca contra las cuerdas.
Ante la extraña situación del gobierno de Sánchez, que no ha mostrado voluntad alguna de resolver las demandas de los transportistas ante el encarecimiento salvaje de los combustibles, algunos observadores han esgrimido su sospecha de que al gobierno parece convenirle esa huelga, que desviaría hacia los camioneros la furia de los ciudadanos, en lugar de orientarlas hacia el incapaz, injusto y corrupto gobierno que padecen.
España ya es el país más dañado en su economía de toda la Unión Europea, el que más renta per cápita ha perdido en los últimos años, el que peor ha gestionado la pandemia, el que soporta más desempleo, el que tiene la inflación más alta, el más aislado por tener comunistas sentados en el Consejo de ministros y en el que más crece la corrupción, el abuso de poder y el divorcio entre los ciudadanos y sus gobernantes. A partir del lunes puede ser también el mas paralizado y atribulado por el desabastecimiento y el caos, provocados por una huelga que el gobierno, insensible, injusto y lleno de codicia, se niega a solucionar.
Francisco Rubiales