Socialistas y comunistas se sienten impunes en España
VOX es también un grano en el culo de partidos tan corrompidos y fracasados como el PSOE y el PP, cuyos líderes están aterrorizados ante el auge de VOX, partido al que odian por igual porque amenaza su hegemonía y control del sistema político español y también su acceso al gobierno.
La prensa sometida no lo dice, pero, ante las tendencias autoritarias del sanchismo, la existencia y la política de VOX son una garantía de libertad. Los ciudadanos españoles están hablando, gracias a VOX, de temas que los demás partidos habían vetado y que constituyen el núcleo del drama español: el fracaso de las autonomías, la invasión descontrolada de los inmigrantes, la impunidad de los ladrones con carné de partido, la impotencia del varón frente al feminismo marxista y agresivo, el despilfarro de los políticos, la indefensión del ciudadano, el abuso de poder, la financiación de los partidos con dinero público, el tamaño monstruoso de un Estado español que ya es insostenible, con cuatro veces más políticos a sueldo de los necesarios y un escandaloso exceso de funcionarios, asesores e interinos contratados a dedo, la podredumbre en la concesión de subvenciones y contratos públicos, el poder desmesurado de los nacionalistas, la existencia de partidos delincuentes que violan la Constitución y requieren ser precintados, el fracaso de los viejos partidos, la degradación de la democracia, la politización de la Justicia, el despilfarro... y un largo etcétera que convierte a la España que han creado los dos grandes partidos (PP y PSOE), con la ayuda de los nacionalistas desleales y violentos, en una inmensa cloaca.
Si el ciudadano español empleara el cerebro a la hora de votar, el PSOE y el PP quedarían reducidos a partidos marginales. Sus fracasos, errores y abusos les hacen merecedores de un descomunal castigo cívico y de ser arrojados al pozo de las desdichas, junto con la otra parte podrida y enferma de España, que son los partidos nacionalistas, sobre todo los vascos y catalanes, corruptos, violentos, chantajistas, manipuladores, falsos, violadores de la Constitución y llenos de odio a España y a sus leyes e instituciones.
Hay una España cabreada, cansada de la clase política, harta de pagar impuestos y soportar ofensas del separatismo, asqueada de la corrupción e indignada ante el mamoneo, que ya no es de derechas ni de izquierdas sino de la furia y que está cada día más que preparada a abrazar a cualquiera que prometa acabar con el SIDA y el Ébola, representados por el PSOE y el PP. Esa es la España cabreada y desesperada que cada día mira hacia VOX creyendo que es la única esperanza de resurrección visible.
Los políticos españoles han llegado demasiado lejos con sus busos e iniquidades y han conseguido cabrear de verdad al grueso de la ciudadanía. Si ese cabreo se plasma en votos, como ocurrió recientemente en Madrid, llegará la hecatombe de los corruptos.
Francisco Rubiales
La prensa sometida no lo dice, pero, ante las tendencias autoritarias del sanchismo, la existencia y la política de VOX son una garantía de libertad. Los ciudadanos españoles están hablando, gracias a VOX, de temas que los demás partidos habían vetado y que constituyen el núcleo del drama español: el fracaso de las autonomías, la invasión descontrolada de los inmigrantes, la impunidad de los ladrones con carné de partido, la impotencia del varón frente al feminismo marxista y agresivo, el despilfarro de los políticos, la indefensión del ciudadano, el abuso de poder, la financiación de los partidos con dinero público, el tamaño monstruoso de un Estado español que ya es insostenible, con cuatro veces más políticos a sueldo de los necesarios y un escandaloso exceso de funcionarios, asesores e interinos contratados a dedo, la podredumbre en la concesión de subvenciones y contratos públicos, el poder desmesurado de los nacionalistas, la existencia de partidos delincuentes que violan la Constitución y requieren ser precintados, el fracaso de los viejos partidos, la degradación de la democracia, la politización de la Justicia, el despilfarro... y un largo etcétera que convierte a la España que han creado los dos grandes partidos (PP y PSOE), con la ayuda de los nacionalistas desleales y violentos, en una inmensa cloaca.
Si el ciudadano español empleara el cerebro a la hora de votar, el PSOE y el PP quedarían reducidos a partidos marginales. Sus fracasos, errores y abusos les hacen merecedores de un descomunal castigo cívico y de ser arrojados al pozo de las desdichas, junto con la otra parte podrida y enferma de España, que son los partidos nacionalistas, sobre todo los vascos y catalanes, corruptos, violentos, chantajistas, manipuladores, falsos, violadores de la Constitución y llenos de odio a España y a sus leyes e instituciones.
Hay una España cabreada, cansada de la clase política, harta de pagar impuestos y soportar ofensas del separatismo, asqueada de la corrupción e indignada ante el mamoneo, que ya no es de derechas ni de izquierdas sino de la furia y que está cada día más que preparada a abrazar a cualquiera que prometa acabar con el SIDA y el Ébola, representados por el PSOE y el PP. Esa es la España cabreada y desesperada que cada día mira hacia VOX creyendo que es la única esperanza de resurrección visible.
Los políticos españoles han llegado demasiado lejos con sus busos e iniquidades y han conseguido cabrear de verdad al grueso de la ciudadanía. Si ese cabreo se plasma en votos, como ocurrió recientemente en Madrid, llegará la hecatombe de los corruptos.
Francisco Rubiales